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Un grado bajo cero marcaba el termómetro y comenzaba a lucir el sol en la estación de esquí de Astún, en el Pirineo de Huesca. Eran las once y media de la mañana y lo que se planteaba para muchos como un fin de semana ... de enero perfecto para practicar el deporte de invierno por excelencia, con una calidad de la nieve óptima aunque escasa y no demasiadas aglomeraciones, se convirtió en un infierno blanco, que rozó la tragedia. El telesilla de Canal Roya, que trasladaba hacia la cima de la ladera a 80 esquiadores, sufrió un accidente en el tramo final y decenas de personas se vieron afectadas, algunas con heridas graves al caer o salir despedidas y otras, sólo contusionadas, pero con un gran susto que les costará tiempo olvidar.
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Pese a todo, hubo suerte. Finalmente, según el Gobierno de Aragón, sólo dos chicas aragonesas de 18 años resultaron heridas de gravedad, con sendos traumatismos craneoencefálico y abdominal y fueron evacuadas en helicóptero a los hospitales Miguel Servet y Clínico Universitario de Zaragoza. Además, una mujer madrileña de 67 años y una niña de 11, con una doble fractura, también fueron trasladadas por aire, aunque su pronóstico era leve. Al menos una veintena más de personas fueron atendidas sobre el terreno o quedaron hospitalizadas, según los casos.
El origen del accidente fue la caída de una de las ruedas polea que mueven el remonte, lo que provocó que el cable se destensara y las sillas se desplomaran con un violento balanceo. «Estaba sentada en la silla con mi aita y el cable se ha soltado. Entonces hemos dado un primer bote muy fuerte contra el suelo y después ha sido un subir y bajar», explicaba María Moreno, una joven getxotarra que resultó herida en el suceso y ahora lleva un collarín. «El golpe ha sido tremendísimo y después ha habido siete latigazos arriba y abajo, como si fuera una comba. Sentías la espalda partida», describía su padre, ingeniero de profesión y esquiador experimentado. Ambos son habituales del complejo invernal y de Candanchú y era la tercera vez que cogían el telesilla esa mañana para descender por pistas azules y verdes.
«A la cuarta sacudida decidí saltar porque me veía atrapado ahí arriba cuatro horas. Mi hija consiguió bajar dos oscilaciones después. Estábamos a unos siete metros de altura. No he pasado tanto miedo en mi vida».
Una vez en la pista, ayudaron a una mujer herida, que «bajaba rodando cuesta abajo y no podía parar». La escena que describen era dantesca. «Había decenas de heridos, algunos tumbados, con la cara ensangrentada, otros colgados boca abajo con los esquíes enganchados en el telesilla o que fueron lanzados por los aires, como Irati, una chica de San Sebastián, que sangraba por la nariz». «Cuando mi hija y yo nos hemos bajado esquiando 40 minutos después, aún no había pasado ni una triste moto de rescate para ver cuántos heridos había. Sólo han llegado algunos monitores preguntándonos cómo estábamos».
Aunque les ofrecieron una ambulancia para su traslado a un centro médico, «como podíamos conducir, decidimos ir por nuestros medios, en coche, y dejar hueco a otros». Una vez en el hospital, a María le hicieron una radiografía y le colocaron un collar ortopédico en el cuello. Su padre teme que sufre un latigazo cervical, que se le manifestará en los próximos días.
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La investigación abierta tendrá que determinar las causas del incidente, pero según el presidente del Gobierno de Aragón, Jorge Cazón, desplazado al lugar, el teleférico había pasado el último control sin incidentes. «Cuando nos hemos montado en el telesilla, había gente ayudándote y hemos comentado el mal estado y que deberían haberla modernizado hace años», señala la familia getxotarra. «Ha hecho un efecto tirachinas y la gente ha salido volando hacia arriba», explicaba de forma gráfica Asier, uno de los múltiples aficionados a la nieve vizcaínos, que junto con su hermano, se había desplazado hasta Astún para esquiar.
Asier y su hermano habían tomado el telesilla accidentado unos minutos antes. Por fortuna, se han librado. «Uno de los cables se ha destensado y la pilona ha descarrilado, lo que ha provocado un efecto tirachinas y la gente ha salido volando», incidía el joven desde la estación de Astún, donde pasaba el fin de semana esquiando hasta que se ha desalojado al público. «Las cuatro últimas sillas se han dado la vuelta. He visto a un hombre boca abajo ahí arriba durante mucho tiempo», detalla. Se trata de uno de los remontes que ascendía «a un eslalon infantil, por lo que podía haber niños». En un primer momento se vivieron momentos «de drama», ya que «algunos padres no sabían donde se encontraban sus hijos», señala Asier.
Por fortuna, el percance se ha registrado en un tramo del teleférico que no alcanza demasiada altura, y algunas sillas, de cuatro plazas, «pegaron contra el suelo». De inmediato se movilizaron hasta un total de seis helicópteros de la Guardia Civil, el 112, e incluso de Navarra y Zaragoza, además de 46 ambulancias y un grupo de psicólogos. Todos los hospitales de la región fueron activados. El de Jaca, el más cercano, habilitó una planta entera para atender a posibles heridos.
Muchos esquiadores atrapados en el telesilla decidieron saltar a la ladera nevada sin esperar a la ayuda profesional, pero otros permanecieron colgados durante horas hasta que los Bomberos de Huesca lograron rescatar a todos, pasadas las dos de la tarde.
En un primer momento, los heridos leves, en su mayoría con latigazos cervicales, dolor de espalda y contusiones, fueron trasladados a la cafetería de arriba y a un puesto de socorro y se pidió a los esquiadores que despejaran de coches el aparcamiento para facilitar la labor de los equipos de emergencia, mientras la estación quedaba clausurada y desalojada de público. Según informaron ayer las autoridades aragonesas, el complejo invernal oscense tenía previsto reabrir hoy sus puertas.
Pablo, miembro de un club de esquí de Astún, recalcaba ayer que «es la primera vez que vivo un accidente tan espectacular y grave en esta estación, y espero que sea la última».
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