La semana de calor termina con un 40% más de muertos en Euskadi que hace un año
Entre el 11 y el 17 de julio fallecieron 517 personas en la comunidad, un centenar más que en los siete días previos
El escenario «inédito» que hemos vivido en esta última ola de calor se ha cerrado con una mortalidad sin precedentes en Euskadi en estas fechas. ... Entre el 11 de julio, el día que el Gobierno vasco activó el «aviso amarillo por temperaturas altas extremas», y el 17 se notificaron en la comunidad autónoma 517 decesos, 145 más que el pasado año. Y un centenar más que en la semana anterior. Desde 2015, primer ejercicio con datos en el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo), del Instituto Carlos III, nunca se había alcanzado una cifra similar en este periodo. Ni siquiera en 2020 y 2021, en plena pandemia, cuando hubo en torno a 370 óbitos. Bien es cierto que a estas alturas del último año los termómetros no superaron los 28 grados en el País Vasco, mientras el domingo se batieron récords históricos en varios municipios y las máximas alcanzaron los 43 grados.
Para Aitana Lertxundi, profesora agregada de Medicina Preventiva y Salud Pública de la UPV/EHU, el efecto del calor en la mortalidad no es ahora igual que hace unas décadas. Entonces había «períodos muy cortos y eventos» de carácter extremo «muy definidos», mientras que en los últimos años estas inclemencias «se están dando continuamente». La también investigadora en epidemiología ambiental de Biodonostia prevé que la repetición de estos fenómenos «va a agravar los fallecimientos, los ingresos hospitalarios, las visitas a urgencias...». Solo entre el 10 y el 18 de julio, por ejemplo, Emergencias de Osakidetza atendió 184 avisos de mareos o malestar relacionados con las temperaturas extremas, con 83 trasladados a hospitales.
Las altas temperaturas tienen especial incidencia en la salud de personas con patologías crónicas y avanzada edad
Adrián Aginagalde, epidemiólogo de la Academia de Ciencias Médicas de Bizkaia, aclara que «los certificados de defunción» no recogen «ola de calor» como causa de la muerte, pero que sus efectos están detrás de muchos fallecimientos. En el exceso de esta semana no cree que todos sean atribuibles «a la temperatura». De hecho, el MoMo, en sus datos preliminares, atribuye doce de esas muertes al calor, nueve en Bizkaia y tres en Álava. Aunque pueden ser más, ya que en la última quincena de junio, cuando también hubo jornadas con el mercurio disparado, pero no tan persistentes, el organismo dependiente del Ministerio de Sanidad asignó a este fenómeno meteorológico 38 decesos.
El médico vizcaíno apunta que los golpes de calor, como el que el domingo costó la vida a un hombre de 69 años en Amoroto, suponen «un porcentaje insignificante de los fallecimientos». Los peores efectos los sufren personas «con patologías crónicas», como «insuficiencias renales y cardiovasculares» que se «desestabilizan». «Se agravan o aparecen por el incremento de las temperaturas, y es un acortamiento de la vida, porque hay cuadros que no tenían por qué conducir al fallecimiento», aclara.
Entre los más afectados, puntualiza Lertxundi, están «los grupos de población vulnerable», como «la gente mayor». Y en Euskadi un 23% de la población supera los 65 años. Naiara Fernández, médico especialista en Geriatría de IMQ Igurco, considera que «si esto empieza a convertirse en algo habitual, como parece ser, hay que empezar a pensar en protegerles e impulsar en sus hogares sistemas de climatización». En el País Vasco, donde las temperaturas no suelen ser tan extremas, la mayoría de las viviendas carece de aire acondicionado. Los primeros días de la ola de calor, de hecho, se duplicaron las ventas.
Reforzar la prevención
Que «las casas estén ventiladas o que no excedan los 25 grados», vital para evitar enfermar por el calor, fue «complicado» la semana pasada, cuando «las temperaturas apenas bajaban hasta las tres de la mañana», recuerda la gerontóloga, que alerta de que «el tiempo en el que se deshidrata una persona mayor es muy breve». Además de una «disminución en el mecanismo de la sed», lo que provoca que no tengan «la percepción de que se están deshidratando», su piel «pierde capacidad de adaptación a las temperaturas. Todo nuestro organismo, cuando envejece, favorece que nos deshidratemos».
De las doce muertes que atribuye el Instituto Carlos III a las altas temperaturas, diez son en personas que superan los 75 años. De las 517 registradas (80 en Álava, 286 en Bizkaia y 150 en Gipuzkoa), 403 corresponden a esa franja etaria. En las residencias, señala Fernández, «se refuerza la hidratación» en todos los pacientes, aunque especialmente en aquellos que, por otras razones, sufren «vómitos o diarrea». Aunque alerta de que, en la mayoría de los casos, los ancianos que fallecen a causa del calor son personas que «viven solas» y que no tienen a alguien detrás «recordándoles que tienen que beber agua». Por ello insiste en la necesidad de intensificar «la prevención».
664 fallecidos en España, el triple que doce meses antes
La ola de calor se ha cobrado al menos 664 víctimas mortales en España. Son los fallecidos que el MoMo atribuye a las altas temperaturas entre el 11 y 17 de julio. La cifra representa el triple que la registrada en esas fechas del año anterior, cuando se produjeron 203 óbitos. Esa semana se contabilizaron en el país 9.336 decesos, 1.686 más que en el mismo período de 2021.
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