Primeras dosis para rezagados

El anuncio de la necesidad de este documento para entrar en restaurantes y locales de ocio nocturno supuso el punto de inflexión para que Mikel se decidiera a dar el paso: «Viendo cómo se está poniendo todo y que van a pedir el pasaporte covid para entrar en muchos sitios, me he venido a vacunar», afirmaba. Pese a tener «muchísimo miedo a las agujas», motivo por el que asegura que no acudió antes a inmunizarse, decidía hace unos días acercarse al ambulatorio a protegerse contra el virus.

Pasó la infección en mayo y ahora ha llegado el momento de la primera toma para Shiam: «Ahora me toca vacunarme y no lo dudo porque quiero estar protegida y tranquila». Madre de dos pequeñas, cuenta que ellas son el principal motivo que le ha empujado a unirse a la campaña. «Lo hago, sobre todo, por ellas, ya que no quiero correr el riesgo de contagiarlas», argumentaba.

Juan reconoce que le surgieron muchas dudas a la hora de vacunarse y que por eso retrasó tanto el primer pinchazo. Los ruegos de sus familiares, finalmente, surtieron efecto. Le animaron a tomar la decisión. «Al final, por protegerlos a ellos he venido a por la primera dosis», comentaba este joven de 28 años mientras esperaba la llamada de la enfermera.

No está claro todavía si el pasaporte covid se extenderá a otros usos, tal y como estudia el Gobierno vasco, o si se exigirá, incluso, en el ámbito laboral, medida por la que han optado algunos países europeos. Pero Gabi tiene claro que no tener la vacuna puede acarrearle más de un dolor de cabeza en un futuro inmediato. «Lo que más preocupa es el trabajo. No quiero que me pongan trabas por no tener las dosis», aseguraba satisfecho de la decisión tomada.

Miguel se contagió cuando le tocaba el primer pinchazo. Tras recuperarse y valorar la opción de vacunarse, lo tenía bastante claro: «Quería habérmela puesto antes, porque es lo que hay que hacer», deslizaba. Con todo, ve en el pasaporte covid un «toque de atención más para que lo hagamos todos», deslizaba.

Procedente de Sudáfrica, Mathew aterrizó en Bilbao a principios de noviembre para jugar a rugby en el equipo de la villa. Su entrenador, que le acompañó a recibir la primera dosis, explica que gracias a la vacuna estarán protegidos tanto él como sus compañeros y «no tendré que presentar un test de antígenos negativo antes de cada partido». Lo que supone «mayor tranquilidad para todos», reconocía.

Ane ha tenido que esperar a cumplir 12 años, la edad mínima, para iniciar la pauta. «Me pongo la vacuna para protegerme a mí y a los demás», aseguraba. En cuanto los cumplió, sus padres solicitaron cita. «Mi amatxu trabaja en una residencia y no quiero ponerla en peligro», relataba la joven.

Antoine era de los que no tenía demasiada prisa por vacunarse. Incluso, pensaba no hacerlo. Sin embargo, la proximidad de la entrada en vigor del pasaporte covid para acceder al ocio nocturno ha terminado de convencerle. «Durante todo este tiempo no me he sentido enfermo ni he cogido el covid, y por eso estaba más o menos tranquilo. Pero ahora veo que van a pedirlo para muchas cosas y no quiero tener problemas», justificaba.