Los niños con obesidad superan por primera vez a los de bajo peso en el mundo
Uno de cada cinco menores de entre 5 y 19 años tiene sobrepeso, según el último informe de Unicef sobre alimentación infantil
«Cuando hablamos de malnutrición ya no nos referimos solamente a niños con bajo peso». Con esta frase resumía Catherine Russel, directora ejecutiva de Unicef, ... el último informe sobre alimentación infantil en el mundo. Un documento que plasma un dato histórico: por primera vez el índice global de obesidad supera al de bajo peso entre niños y adolescente de 5 a 19 años.
Hace 25 años, la situación era muy diferente y la principal preocupación se centraba en aquellos niños que no tenían acceso a suficiente comida a lo largo del día. Hoy, lo que está ocurriendo es justo lo contrario: sin haber desaparecido el hambre infantil, lo que está creciendo de forma desmedida es el número de críos con exceso de peso. La proporción de menores con bajo peso se ha reducido en casi cuatro puntos:ha pasado del 13 al 8,2%. Sin embargo, la de niños con obesidad ha pasado del 3 al 9,4%.
Hay 188 millones de críos que sufren esta enfermedad, la obesidad, pero son muchos más los que van camino de ella, es decir, los que tienen sobrepeso: son 319 millones. O lo que es lo mismo, uno de cada cinco niños entre los 5 y los 19 años pesan ostensiblemente más de lo que se considera ideal para su edad y tamaño.
El dato es «alarmante», valora Inka Miñambres, miembro del área de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Pero no le sorprende: «Va en línea con todas las últimas publicaciones sobre la obesidad tanto en adultos como en niños». Y lo que es peor, marca una tendencia que aún no está madura.«Lo que vamos a ver en los próximos años es un incremento de estas tasas, tanto de la de sobrepeso como de la de obesidad y, dentro de esta última, de las más graves».
¿Y por qué es tan preocupante? Porque el sobrepeso y la obesidad no solo son una dolencia en sí mismas, sino que desencadenan otras. «Hay niños hoy en día con diabetes tipo II, enfermedad que está más asociada a población adulta, envejecida, y es por la mala alimentación que llevan», señala la nutricionista Ikerne Vizcaino.
Además, tienen más probabilidades de desarrollar trastornos cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, e, incluso, problemas de salud mental, indica Russel. Todo ello también tiene pasa factura literal al aumentar el gasto sanitario. Los expertos de Unicef han calculado que las «repercusiones económicas en todo el mundo alcanzarán los 3,4 billones de euros en 2035».
Peor índice en países pobres
De todos los niños con sobrepeso del mundo, 8 de cada 10 viven en países con ingresos medios y bajos. Este dato no se puede pasar por alto porque es en el que se basa la otra gran denuncia del informe de la ONG: el sobrepeso y la obesidad no es solo cosa de sociedades acomodadas y supradesarrolladas. En aquellas con menos recursos también sucede y crece más deprisa.
Tres datos
81 %
de los niños con sobrepeso en el mundo viven en países con ingresos medios o bajos. Hace 25 años, este porcentaje era considerablemente más bajo: el 66%.
50 %
de los niños de 6 a 23 meses consumió alimentos o bebidas dulces el día anterior a ser encuestados sus padres para determinar el consumo de estos productos. El estudio se llevó a cabo en 2021 en 20 países de ingresos medios y bajos.
42 %
de los niños con sobrepeso entre los 5 y los 19 años presentan obesidad, lo que les expone a poder desarrollar algunas de las 200 enfermedades que se vinclulan con este fenómeno.
Mientras en las primeras, la prevalencia del sobrepeso se ha «multiplicado por 1,2» desde el año 2000. En los países con ingresos bajos y medios se ha «duplicado con creces» y «representan el 81% de la carga mundial». En el año 2000 este porcentaje era considerablemente más bajo: el 66.
Asimismo, el informe apunta a quiénes son los más vulnerables de uno y otro grupo. En los estados más pobres, los críos con más posibilidad de desarrollar sobrepeso son los que pertenecen a familias con recursos, algo que se cae por su propio peso: son quienes tienen dinero para poner comida en la mesa, sea la que sea. Pero en los países de ingresos medios, la nómina no determina el peso, lo hace más el acceso «a alimentos y bebidas ultraprocesados». Y en los países ricos, la alimentación «pobre en nutrientes y no saludable es un indicado de pobreza, no de riqueza».
Ultraprocesados y bebidas azucaradas en el punto de mira
El mayor número de menores obesos que con bajo peso no significa que los primeros coman demasiado, sino que comen mal. Se están «abandonando los hábitos alimentarios tradicionales en favor del conumo de alimentos de alta densidad energética, baratos e importados», señala el informe. Coinde en el análisis Julio Álvarez, coordinador del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP) e investigador del Centro de Investigacion Biomédica en red (CIBEROBN), que señala directamente a los ultraprocesados y las bebidas azucaradas: «Están diseñados para gustar».
Según Unicef, en países como Argentina, Bélgica, Chile y México, suponen un tercio de la ingesta calórica de un niño. En Estados Unidos, Canadá, Reino Unido e Irlanda llegan hasta el 50%. Aún «tenemos poca educación nutricional para valorar las consecuencias que tiene este consumo en niños y adolescentes», señala la nutricionista Ikerne Vizcaino.
¿Cómo son los menus escolares por el mundo?
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1 de cada 4 sirve carne procesada.
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1 de cada 5 incluye dulces o helados.
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19% lleva fritos.
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14% se acompaña de bebidas azucaradas.
Pero el problema no solo está solo en el campo de los padres, lo dice el informe y lo apoya el pediatra Álvarez. Por encima de lo que pasa de puertas adentro, está la «alta exposición» de los niños y adolescentes a ellos mediante la publicidad, precisa el informe, o la situación de estos productos en los supermercados: a la entrada, a la altura de los ojos de un niño, con envases de colores llamativos...
Una encuesta de 2024 incluida en el trabajo reveló que tres de cada cuatro adolescentes y adultos jóvenes habían visto anuncios de ellos la semana anterior. El 65% pertenecía a países de bajos ingresos y el 68%, a países en conflicto. Y no solo están en televisión, también en redes sociales, en las escuelas, en eventos deportivos... Por todas partes.
Unicef reclama mayor protección y mejores políticas gubernamentales para evitarlo. «Ningún país cuenta con un conjunto integral de medidas para proteger a los menores de la comida basura», detalla el trabajo. «Hacen falta políticas fiscales y un mejor etiquetado que evidencie que esos productos no son beneficiosos», concluye el portavoz de la AEP.
¿Y en España cómo estamos?
Los datos del informe de Unicef sobre la alimentación infantil no son ninguna sorpresa para los expertos consultados. Ni el pediatra Julio Álvarez, ni la endocrinóloga Inka Miñambres ni la nutricionista Ikerne Vizcaino han dado ningún respingo al verlos. «Cuando hacemos la anamnesis de cuáles son los hábitos de alimentación de los niños que vemos en los distintos controles, observamos que gran parte de la dieta que toman no es saludable», razona el primero. Los alimentos frescos, las frutas y las verduras han perdido peso en favor de «bebidas azucaradas, alimentos ultraprocesados y chucherías». Así sobresalto ninguno: «Otra cosa es que verlo reflejado en un informe como el de Unicef, impacte».
«Los últimos datos de este tipo de los que disponemos a nivel nacional provienen del estudio ENE-Covid (publicado en 2023), en el que la prevalencia de obesidad en población infantil es del 10,7%, y la de sobrepeso del 20», precisa Miñambres. Y, como ocurre con las que da la ONG a nivel global, «son alarmantes: cuatro de cada diez niños y adolescentes españoles tiene actualmente estos problemas» y los que llevan asociados.
Unicef no da datos concretos de España, pero sí señala que en el apartado de medidas para evitar que los críos y jóvenes coman mejor avanza de manera positiva. Y pone como ejemplo la ley de comedores escolares, un avance que califica de «notable» y que garantiza menús equilibrados en todos los centro educativos con servicio de comedor, con presencia diaria de fruta y verdura, pescado varias veces a la semana, opciones vegetarianas... y sin venta de alimento o bebidas con exceso de azúcar, sal o grasas poco saludables.
Aun así, la exposición de este sector de población a la publicidad de este tipo de alimentos sigue siendo alta. Aunque lo más grave para Ikerne Vizcaino, no es que vean los anuncios, sino el «trasfondo emocional que tienen», lo que venden más allá del producto en sí, «esa felicidad si los consumes y todo lo que te pierdes si no lo hace». Porque los adultos podemos disociarlo, pero los niños no han madurado aún lo suficiente, son un público más permeable a estas estrategias.
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