La mascarilla, aliada de los alérgicos

Pero las gramíneas se han topado con las mascarillas. Este elemento facial ahora tan cotidiano contribuye a reducir la inhalación de las partículas hasta un 80%, según un informe de la Sociedad Española de Alergología. Lo que significa que este año se verán reducidos los síntomas de las alergias primaverales gracias a la obligatoriedad de utilizar protectores para evitar la propagación del Covid-19, ya que actúan como filtro y reducen el grado de exposición al polen. «La patología branquial se ve muy afectada por las infecciones víricas. Cuando un niño o un adulto alérgicos cogen una infección vírica, tienen rinitis o asma, incluso pueden sufrir una crisis con ahogos. Pero este año hay muchas menos infecciones respiratorias por el uso de la mascarilla, con lo cual, nos contagiamos menos de los virus en general. Con ella puesta, respiramos menos cantidad de polen, así que disminuye claramente la intensidad de los síntomas», subraya Gamboa.

Este alergólogo, con tres décadas de experiencia a sus espaldas, cree que, ahora que nos hemos acostumbrado a vernos con la cara cubierta y ya no es solo cosa de sanitarios y de ciudadanos de muchos países asiáticos, «en un futuro no será raro encontrar a los alérgicos con mascarilla en primavera. Y si la utilizásemos en invierno, todos tendríamos muchísimas menos infecciones respiratorias».

«Antes a los alérgicos les recomendábamos siempre mascarillas que tuviesen incorporados los filtros HEPA. Son los que utilizan, por ejemplo, las aspiradoras», precisa Pedro Gamboa. También se emplean en hospitales, laboratorios, aviones, oficinas... para purificar el aire y filtrar agentes contaminantes. «No dejan entrar ni partículas pequeñitas. Pero, vamos, con los filtros que tenemos ahora es suficiente para disminuir la entrada de las partículas del polen a la nariz o a la boca de un alérgico y le disminuyen claramente sus síntomas -argumenta-. Cualquier mascarilla va a ser buena».