Terapia hormonal para hombres con testosterona
Qué es la menopausia masculina y cómo afrontarlaLos hombres también se sofocan. La suplementación vigilada de testosterona a partir de la cincuentena en varones se erige como una gran «ayuda para envejecer de manera más saludable»
Envejecer es un proceso natural que implica cambios en nuestras funciones. Tanto en hombres como en mujeres se observa un declive de capacidades físicas y ... mentales. A nadie le gusta. Pero frenarlo es imposible. El reto, por tanto, está en hacerse viejo de manera saludable. Sobre todo teniendo en cuenta que vamos a pasar casi un tercio de nuestra vida en esa etapa.
La salud masculina pasada los cincuenta también se resiente. No sufren menopausia, pero sí un proceso parecido cuyo protagonista principal es la testosterona, una hormona que se genera en un 95% en los testículos –el 5% restante se produce en la glándula suprarrenal– y que empieza a decaer a partir de los 30-40 años, aunque se hace más evidente sobre los 55. «En realidad, lo que ocurre es que la forma activa deja de hacer su efecto», precisa José Gregorio Pereira, especialista en Urología Clínica de IMQ Zorrotzaurre.
Y eso da lugar a síntomas que pueden afectar la vida diaria. Desde «disminución de la libido o disfunción eréctil» hasta «pérdida de densidad ósea con aumento del riesgo de osteoporosis», pasando por fatiga y menor vitalidad, deterioro de la fuerza y disminución de la masa muscular, aumento de la grasa corporal e, incluso «depresión e irritabilidad», detalla Laura Cuadrado, miembro del Grupo Gónada, Identidad y Diferenciación Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
«Hemos perdido el miedo a la terapia de reemplazo al tener las herramientas diagnósticas necesarias»
Jose Gregorio Pereira
Urólogo
También sufren «sofocos», aunque más suaves que los femeninos. «Esto es algo que sorprende y de lo que muchos no son conscientes salvo que estén en tratamiento de un cáncer de próstata», precisa el especialista del IMQ. En términos médicos recibe el hombre de hipogonadismo de inicio tardío o síndrome de deficiencia androgénica asociado a la edad (TDS). «Unas veces se nota más y otras menos, pero ocurre en todos los casos», precisa el urólogo.
Y si el déficit de testosterona es sostenido en el tiempo «puede conllevar un aumento de riesgo cardiovascular», aporta Cuadrado. Un dato llamativo es que hay varios estudios que indican que los índices de esta hormona en los sujetos son menores que antes. «Tenemos más pacientes con déficit de la misma por dos razones básicas: porque la población está más envejecida y por el ritmo de vida, el estrés y la exposición a los disruptores hormonales», explica Pereira.
En todo caso, hasta ahora, los hombres que experimentaban todo esto, salvo en los casos más extremos, se conformaban, entendían que formaba parte del proceso de envejecimiento. Pero desde hace algunos años ha empezado a hablarse de la terapia de reemplazo de testosterona como una posibilidad para afrontar mejor este periodo y el posterior, la vejez.
El estado de la próstata, clave
Sería el equivalente a la terapia hormonal que reciben algunas mujeres durante la menopausia. Pero al contrario que esta, es menos conocida y está rodeada de cierta oscuridad. «Los urólogos hemos debatido mucho sobre si es recomendable en todos los casos con síntomas, no solo en los que hay un déficit claro de testosterona», admite Pereira.
La cifra
1 % cada año
es lo que disminuye la testosterona en los hombres a partir de la franja de edad entre los 30-40 años. A partir de los 50, se nota más la falta de efecto de su forma activa, señalan los expertos consultados.
86,49 nanogramos por decilitro de sangre
es el nivel mínimo de testosterona considerado normal para hombres mayores de 50 años. El máximo está estipulado en 788.22. Al analizarla, se tiene en cuenta su funcionamiento circadiano que da lugar a dos puntos de máximo concentración: a las ocho de la mañana y a las ocho de la tarde.
La razón está en que se asociaba a tener mayor posibilidad de subir cáncer de próstata. «Sin embargo, ya hemos perdido ese miedo», sostiene el especialista. Los avances médicos y tecnológicos han permitido identificar que esto solo ocurre cuando ya hay indicios en este órgano. Si está 'limpio', se puede plantear el tratamiento. Pero nunca sin haber puesto en marcha esas herramientas diagnósticas.
Una «oportunidad»
Antes de someterse a la terapia, que puede consistir en inyecciones mensuales, trimestrales, aplicación de geles, etc., el sujeto debe pasar unos controles escrupulosos. «Hay que hacer un chequeo completo, estudiar la próstata y medir el antígeno prostático específico, llamado PSA», entre otras cosas, precisa Pereira. Si todo está correcto, hay luz verde para el tratamiento, que debe ir acompañado «de una monitorización paralela» cada tres o seis meses para confirmar que todo sigue correcto y que, además, está funcionando.
La terapia de reemplazo es «una oportunidad de envejecer con buena calidad de vida», sostiene el galeno vasco. No se trata de recuperar el vigor de los 20, sino de «poder atarte los cordones a los ochenta». «Hace unos años se hizo un estudio con hombres y mujeres con bajos niveles de testosterona que se recuperaban de una operación de prótesis de cadera. Aquellos que recibieron tratamiento se recuperaron más rápido y mejor», enfatiza. Eso sí, este tratamiento «de nada sirve si no va acompañado de buenos hábitos como una dieta saludable, actividad física para mejorar el tono muscular, no fumar...». Los milagros no existen.
«Hemos vivido muchos años de espaldas a nuestras hormonas»
Medirse los niveles hormonales hasta hace bien poco era algo que solo solicitaban las mujeres a sus médicos. «Los hombres hemos vivido de espaldas a ellas», explica el urólogo José Gregorio Pereira. Y salvo en casos más extremos, ninguno acudía a consulta cuando, a partir de los 50, empezaba a experimentar síntomas. «Se daba por sentado que tenía que ser así», subraya el profesional.
La razón no era solo que hubiera cierto desconocimiento, sino directamente «el estigma», subraya el especialista. Los hombres no pensaba que pudieran tener baja la testosterona o no lo aceptaban porque se identificaba también como un parte de la hombría, cuando no es así. Y por ello, las terapias sustitutivas eran tratamientos que recibían solo quienes tenían una patología como el hipogonadismo causado por alguna disfunción testicular o a nivel del hipotálamo, en ningún caso por la edad, que es el caso del que estamos hablando.
Preguntas incómodas
«Los médicos también hemos sido cómplices de esta situación. Durante años no hemos preguntado en consultas rutinarias a un paciente cómo están sus hormonas», admite Pereira. Por eso, ahora recomienda hacerlo y aprovechar los chequeos habituales para mirar sus niveles. «Es una situación similar a las cuestiones sobre la vida sexual. Hubo un tiempo en que parecía que no eran oportunas y ahora no tenemos ninguna duda de que hay que interesarse por ella, porque es salud», concluye este profesional.
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