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Cada equis tiempo, no mucho, se pone de moda un bulo, una mentira, un engaño social. Siempre hay gente que se lo cree y lo defenderá a pies juntillas, muchísima. Lo peor es que cuando esa farsa tiene que ver con el ámbito de la ... salud, muchos pacientes con enfermedades graves deciden que no tienen nada que perder y se juegan la vida, que quizás era lo único que tenían. La última de estas patrañas tiene que ver con una sustancia llamada azul de metileno. Es un tinte que dicen que mejora el rendimiento deportivo, protege contra el cáncer y va fantástico para el cerebro. Especialistas médicos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Sociedad Española de Neurología (SEN) advierten de sus peligros. «No hagan caso, no es oro todo lo que reluce», recetan.
Sólo la 'gente guapa' sabe qué gana con propagar embustes que pueden comprometer la salud de las personas. Lo hizo la modelo Elle McPherson, cuando el año pasado publicó un libro de memorias en el que aseguraba que afrontaba un cáncer de mama desde hacía ¡siete años! y que le habían aconsejado un tratamiento con quimioterapia. Pero ella lo rechazó. «Opté por un enfoque intuitivo, holístico y guiado por el corazón», interpretó la actriz de 'Sirenas'. Ahora quien la ha liado con el azul de metileno ha sido, entre otros, claro, el protagonista de 'La pasión de Cristo'.
Mel Gibson afirmó hace unos días en el podcast de Joe Rogan, uno de los más escuchados de Estados Unidos, que tenía tres amigos con cáncer en estado muy avanzado, el cuarto, que es el último. Los cuatro se habían curado tras tomarse productos como fenbendazol (que utilizan los veterinarios para desparasitar perros), ivermictina (un medicamento contra las enfermedades infecciosas), hidrocloruro (un tipo de sales) y, ¡vualá, ahí está!, azul de metileno.
Las redes sociales, que se han convertido en la Biblia de la juventud y de buena parte del resto de la población, han hecho el resto. La idea de que el azul de metileno mejora el rendimiento deportivo y cognitivo ha corrido como la pólvora en los últimos meses.
El mejunje en cuestión es un colorante orgánico que, efectivamente tiene propiedades antisépticas y un uso en medicina muy-muy limitado para el tratamiento de una enfermedad rara llamada metahemoglobinemia y muy poquita cosa más. Para teñir tejidos sobre los que hay que intervenir y como antiséptico. Pero ni los especialistas en salud recomiendan su consumo, menos aún indiscriminado, ni la cosa, que tiene ya sus años, se inventó con fines terapéuticos.
Presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM)
Javier Camiña
Portavoz de la Sociedad Española de Neurología (SEN)
El cloruro de metiltionina, que es como lo llaman los farmacéuticos, se sintetizó en 1876 como tinte para la industria textil. Si escribe en cualquier buscador de internet 'azul de metileno, imágenes', verá más de una de personas que supuestamente lo han consumido y muestran su lengua azul porque ése es su color.
A los deportistas y usuarios de gimnasios les han dicho que tiene la capacidad de aumentar la producción de óxido nitrítico, que es algo que mejora el flujo sanguíneo y aporta nutrientes a los músculos durante el ejercicio. Esa condición le presupone propiedades para ayudar a reducir la fatiga muscular, pero esto, que podría ser cierto, requiere todavía mucha investigación, porque si algo hay de verdadero en torno al azul de metileno es que los escasísimos beneficios que se le atribuyen requieren de «más estudios para determinar su eficacia y seguridad a largo plazo».
Lo peor que se está diciendo se refiere a su supuesto alto potencial como remedio para superar el cáncer, como ha asegurado el amigo Gibson. El presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), César Rodríguez, tiene respuesta para él. «Lo que conocemos como cáncer son más de 200 enfermedades que requieren tratamientos muy diversos, de cirugía, quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia, fármacos contra dianas. La terapia resulta cada vez más personalizada. Por eso la llamamos medicina de precisión. No es justo buscar protagonismo con mensajes dirigidos que donde calan más hondo es precisamente en personas enfermas que buscan remedios a la desesperada».
Una investigación muy básica y sin resultados concluyentes sobre su posible impacto frente al alzhéimer sirve a los gurús de las redes sociales para atribuir a azul de metileno potencial frente al párkinson y la demencia. Tan falso como el billete de seis euros. «Son enfermedades muy complicadas en las que intervienen procesos muy distintos de neurodegeneración. Conseguir un fármaco como tratamiento para cualquiera de ellos supone un auténtico desafío, una labor titánica; pretender que una única sustancia tenga beneficio para todas es simplemente una utopia», resume el especialista Javier Camina, de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Navegue con brújula, la red está llena de bulos. Ser 'influencer' todos los días debe ser muy duro.
Algunas claves
7 miligramos es la dosis máxima acumulada para los casos más graves que se utiliza frente a la metahemoblobinemia.
En los gimnasios se dice que pueden tomarse hasta 1 ó 2 miligramos (ml.) «por kilo de peso», aunque se advierte del riesgo de «problemas hepáticos y renales».
Negocio en marcha Se venden a 31 euros el frasco de 25 ml.
El azul de metileno puede consumirse como jarabe, que es como se está distribuyendo entre la población que lo compra, y también en dosis inyectables. Como fármaco tiene diferentes usos, todos muy limitados y concretos. Comenzó empleándose como desinfectante intestinal y urinario. Esta primera utilidad condujo a su posterior uso frente a la malaria, en 1933, pero sus resultados fueron bastante malos.
Sus características técnicas llevaron a plantearse su utilidad como antídoto frente a las metahemoglobinemias (exceso de una forma concreta de hemoglobina en la sangre) y funcionó. Aún se usa para esta complicación rara en dosis muy pequeñas y limitadas. Frente a determinadas intoxicaciones, muy graves, también se emplea para el control de la presión arterial.
¿Qué puede pasar si se ingiere de forma continuada? «Las consecuencias de su consumo a largo plazo se ignoran», detalla el oncólogo César Rodríguez, presidente de la SEOM. «No lo sé, pero no lo recomendaría», apostilla el neurólogo Javier Camiña, portavoz de la SEN.
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