Sanitarias embarazadas y estudiantes reforzarán la red de rastreo

El actual equipo está integrado por 330 profesionales tras redimensionarlo en varias ocasiones Osakidetza

Domingo, 27 de septiembre 2020

Los cientos y cientos de nuevos casos diarios que se han conocido durante los últimos dos meses en Euskadi han obligado a Osakidetza a redimensionar ... en varias ocasiones su red de rastreadores. Lo que comenzó con 34 enfermeras gestoras de casos a mediados de mayo es a día de hoy un equipo de 330 profesionales contratados por Osakidetza, apoyados por compañeros de otras administraciones. Ya no solo hay enfermeras. Se han sumado otros perfiles. Desde verano completan la red administrativos, trabajadores sociales y fisioterapeutas.

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Para reforzar este servicio y dar relevo a parte de sus integrantes, el Servicio Vasco de Salud tiene previsto incorporar este curso a estudiantes de Enfermería. Y las que ya se están adhiriendo a este equipo son sanitarias de diferentes servicios que se han quedado embarazadas. Por su estado, ellas forman parte de los trabajadores de Osakidetza que «no pueden estar en la asistencia directa», por el riesgo que puede entrañar para su salud. Por eso se ha decidido reubicarlas como personal de apoyo de la red y «optimizar así los recursos» de la sanidad pública vasca, explica Inma Moro, subdirectora de Enfermería de Osakidetza y una de las coordinadoras de la Red de Vigilancia y Rastreo.

«El virus puede tomarnos la delantera con facilidad y cuando lo hace corre mucho»

batalla constante

Tener una red de rastreadores ajustada a las necesidades de la epidemia y con capacidad para crecer con ella es uno de los aspectos que se han demostrado fundamentales para tratar de controlar la difusión del SARS-CoV-2. Estos profesionales son los encargados de localizar a los contactos estrechos de los nuevos positivos. Les indican que se deben poner en aislamiento para evitar posibles líneas de transmisión. También les explican que serán sometidos a dos PCR con una diferencia de 10 días, les dan cita para la prueba y les hacen el seguimiento para comprobar que están cumpliendo el confinamiento.

En 187 casos la Dirección de Salud Pública ha remitido una resolución al juez reclamando el aislamiento forzoso con vigilancia policial de personas que se habían saltado reiteradamente la cuarentena. Y es que cualquier cabo suelto, cualquier infectado que salga de su casa e incumpla las medidas de prevención, puede contagiar a otras personas.

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«Este virus nos ha enseñado que cuesta mucho doblegarlo y puede tomarnos la delantera con facilidad. Y cuando lo hace corre mucho», reconoce Moro. La capacidad de transmisión del patógeno, incluso en verano, y el alto número de asintomáticos -en torno al 40%- dificulta su control.

Con el repunte de los casos a partir de julio, la red de rastreadores fue incorporando nuevos especialistas. Se sumaron profesionales de Osalan para colaborar en el seguimiento de los casos en el ámbito laboral. Asimismo, personal de las áreas de Servicios Sociales de las diputaciones comenzó a apoyar a estos equipos para facilitar el seguimiento de contactos cuando el virus volvió a colarse en las residencias de Euskadi.

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Y durante las semanas más complicadas de agosto, Osakidetza incorporó a su vez a otros perfiles profesionales. Por un lado para compensar la falta de sanitarios propios en pleno periodo vacacional. Y por otro para complementar la labor que realizaban las enfermeras.

Los trabajadores sociales facilitan el control de los casos que viven en entornos más complejos

diversidad de perfiles

Se contrató a administrativos para la identificación de domicilios y gestión de citas para las PCR. También a trabajadores sociales para hacer un mejor análisis de las condiciones de la vivienda y de la familia que debía cumplir las cuarentenas, así como del seguimiento y control de los casos con una situación económica más precaria o entornos complejos. «Nos están permitiendo llegar y trabajar con pacientes con los que teníamos dificultades», explica Moro.

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En agosto la epidemia llevó al límite a la red de rastreadores. Muchos de los nuevos casos eran jóvenes con una intensa vida social. Hasta 13 horas tardaban en ocasiones en localizar a los contactos estrechos y notificarles que debían confinarse. Y no siempre conseguían dar con todos. «Fueron semanas duras», recuerda Moro. Osakidetza, además del número de rastreadores, aumentó su capacidad diagnóstica para realizar más PCR, consolidándose, con Navarra, como las comunidades que más test hacen por habitante. Este trabajo ha dado sus frutos. Los buenos datos epidémicos que muestra Euskadi estos días reflejan «que las cosas se están haciendo bien». Pero no serían posibles sin la sociedad. Y ésta se está comportando. «Percibimos que la concienciación es cada vez mayor».

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