Euskadi confina todos los municipios desde el lunes pero no cierra los comercios a las siete de la tarde

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Son las dos novedades que dejó este viernes la reunión del Consejo Asesor del Plan de Protección Civil, LABI. El lehendakari, Iñigo Urkullu, había adelantado la cita -en principio prevista para el próximo miércoles- ante la escalada de contagios. De hecho, el encuentro y el posterior anuncio de las nuevas restricciones se produjo el mismo día en el que toda la comunidad autónoma entró en zona roja, tras sumar 1.139 nuevos infectados en una sola jornada. La consejera de Salud, Gotzone Sagardui, dibujó un panorama muy preocupante, con el virus en «tendencia ascendente», que se mantendrá al alza durante este mes, y un «contexto de incertidumbre» que obliga a no bajar la guardia.

Hay que apuntar que las restricciones decretadas este viernes por el LABI eran las que se esperaban. De hecho, han sido más livianas de las que en un primer momento se habían considerado. Todas ellas estaban en el documento que el miércoles remitió el Departamento vasco de Salud al Ministerio de Sanidad para que fuese él quien las pusiese en marcha. Aquel listado también incluía otra limitación: cerrar comercios y todo tipo de actividades a las siete de la tarde.

Para todas ellas tiene competencia el Gobierno vasco. No así para adelantar a las ocho de la tarde el toque de queda, algo que se le requirió sin éxito a Salvador Illa. En primera instancia, tras conocer la negativa del ministro, el lehendakari apuntó que «trataría de hacer efectivas» sus propuestas con las «herramientas» a su alcance, dada la «extrema gravedad» de la situación. Pero, el jueves, el Ejecutivo de Lakua daba un paso atrás en lo referido al 'apagón' de las 19.00 horas. Oficialmente, porque sería una medida que iría vinculada al toque de queda a las 20.00, que no puede llevar a cabo. Pero también hay que tener en cuenta que todo esto se enmarca en la lucha más o menos evidente entre las comunidades y el Ministerio por no quedar como 'el malo de la película'. Por que sea otro quien cargue con el coste de ser quien aprieta un poco más las tuercas a una ciudadanía ya exhausta y bastante enfadada. Recordemos que, en cuanto se supo de la intención de Lakua de cerrar el comercio a las siete de la tarde, el sector acusó al Gobierno vasco que llevarle a la ruina.

Había cierta expectación por escuchar cómo la consejera explicaba el motivo por el que, pudiendo hacer efectivo el 'apagón' a última hora de la tarde, y habiendo sido esa una de las peticiones a Madrid, el Gobierno autonómico no daba el paso. En primer lugar, Sagardui fue muy crítica con la negativa de Illa a modificar el decreto del estado de alarma para permitir adelantar el toque de queda a las 20.00, ya que se trata de una iniciativa que «contaba con respaldo técnico» y era solicitada por la mayoría de las comunidades. «Se ha perdido la oportunidad de avanzar en las medidas» para contener la pandemia, acusó. Y mencionó que esa limitación hubiese venido bien para provocar un «efecto cortocircuito» que frenase la expansión del virus en el conjunto de España.

Preguntada por qué el Ejecutivo vasco había reculado a la hora de imponer un cierre del comercio y actividades no esenciales a las 19.00, aludió al temor a que se produjesen «aglomeraciones», aunque no aclaró por qué esas aglomeraciones serían mayores a esa hora que a cualquier otra a la que se cierren los negocios o a las que existirían si se adelantase a las 20.00 el toque de queda. Además, se refirió al hecho de que, tras el cierre, quedarían tres horas «en tierra de nadie» hasta el toque de queda vigente de las 22.00, aunque tampoco abundó en los riesgos que eso supondría.

Está claro que al Gobierno vasco le hubiese gustado contener aún más las relaciones sociales pero se ha quedado a medio camino. Eso sí, también recordó la consejera que la vigilancia sobre la evolución de la pandemia es constante y, pese a que el plazo para revisar estas restricciones es dentro de veinte días, son susceptibles de alteración en cualquier momento que así lo requiera la situación epidemiológica.

Para los comerciantes, mantener los horarios ha sido un «alivio», valora Rafael Gardeazabal, presidente de BilbaoDendak. Aunque no hay lugar para efusiones, porque «lo que realmente nos perjudica en Bilbao es el cierre perimetral», que frena la llegada de compradores de otros municipios. En la capital ya arrancó este viernes el confinamiento municipal, al haber entrado en zona roja. También han bajado la persiana los bares. Y esa es otra: seguir la pista de las restricciones cambiantes -posibles o efectivas según el día- no solo en el conjunto de Euskadi, sino en los municipios que entran y salen de la zona de máximo riesgo.