Automedicarse para el dolor con marihuana aumenta el riesgo de sufrir paranoia
Un estudio descubre también que esta práctica aumenta su consumo respecto a los que lo hacen con fines recreativos
Un estudio llevado a cabo entre más de 3.000 participantes en el Reino Unido ha encontrado la primera evidencia de que la automedicación de ... cannabis con el fin de paliar el dolor físico o el malestar psicológico incrementa el riesgo de sufrir «paranoias, ansiedad y depresión» en comparación con quienes la usan con fines meramente recreativos. No solo eso, los investigadores han detectado también que esta práctica tiende a potenciar el consumo semanal de unidades de THC, el ingrediente psicoactivo de la marihuana.
«Dada la tendencia actual hacia la legalización del cannabis tanto para fines recreativos como medicinales, se debe prestar especial atención a quienes informan que se automedican debido a angustia psicológica o física. Preguntar a las personas por qué empezaron a consumir cannabis podría convertirse en una herramienta de detección fácil y barata para identificar a los consumidores que requieren seguimiento y apoyo», subrayan los autores del trabajo, publicado la semana pasada en la revista 'British Journal of Medicine' (BMJ).
«Es un estudio muy interesante. Hasta ahora la atención se había centrado en las consecuencias del consumo de esta sustancia en el cerebro de los menores. Esta investigación aporta otra visión al concentrarse en los mayores de 18 años. Es además un grupo muy amplio, con lo que los datos son sólidos», asegura a este periódico Ana González Pinto, catedrática de Psiquiatría de la Universidad del País Vasco y jefa de servicio en el Hospital Santiago de Vitoria.
17 porros a la semana
La investigación analizó las respuestas de 3.389 consumidores actuales (75,9%) y antiguos (24,1%) de cannabis en el Reino Unido mayores de edad y sin antecedentes clínicos de psicosis que habían participado en una encuesta llamada 'Cannabis&Me'. Llevada a cabo entre marzo de 2022 y junio de 2024, los resultados mostraron que quienes hacían uso de la marihuana para paliar su dolor físico o psicológico tenían puntuaciones más altas en lo relacionado a sufrir alucinaciones que los que la empleaban con fines recreativos.
A esta conclusión se le unió otra igualmente destacada: la automedicación con esta sustancia incrementaba su consumo. En concreto, si el primero de los grupos empleaba 206 unidades por semana de tetrahidrocannabinol (THC) –el equivalente a entre 10 y 17 porros–, las personas que usaban cannabis para la ansiedad o la depresión aseguraron que consumían 248 y 254. «Nuestro análisis sugiere que quienes empiezan a consumir cannabis para sentirse mejor tenían una probabilidad significativamente mayor de progresar al consumo diario de cannabis de alta potencia y de sufrir un primer episodio de psicosis posteriormente. El consumo excesivo de cannabis se asocia a diversos efectos adversos para la salud, como la psicosis, la ansiedad y la depresión mayor», destacan los investigadores, del King's College de Londres.
Uno de los grandes peligros de esta sustancia es el bajo riesgo que se asocia a su uso. Considerada una 'droga blanda', un estudio publicado en 2023 mostró que siete de cada diez jóvenes de nuestro país se mostraban partidarios de su legalización, casi un 10% más que en 2016. Sin embargo, sus consecuencias negativas son especialmente graves precisamente en los adolescentes. «El cannabis interactúa con las neuronas y modifica su funcionamiento. El cerebro funciona con circuitos, una especie de autopistas que aún están en desarrollo. Y esta sustancia puede hacer que no se desarrollen bien», describe la especialista vasca. El riesgo más importante es la psicosis, «un trastorno mental grave caracterizado por delirios como creer estar siendo perseguido al que se pueden sumar alucinaciones como oír voces».
Un riesgo subestimado
Una investigación publicada en la mencionada revista 'BJM' hace dos años ahondó en la cuestión de sus consecuencias perjudiciales y concluyó que se habían infravalorado. Además de la psicosis, subrayaban una mayor incidencia de problemas visuales y somnolencia. De la misma manera, elevaban la edad de mayor riesgo desde los 18 hasta los 25 años. Sin tener en cuenta la edad, otros efectos adversos mencionados eran los problemas cognitivos, su interferencia en los tratamientos con antipsicóticos, el menor peso del bebé al nacer en caso de que la madre sea consumidora o su papel activo en los accidentes de tráfico. Se sabe también que aumenta el riesgo de ictus –las probabilidades se duplican en las 24 horas posteriores a su consumo– y de infarto. «De droga blanda nada ni para los jóvenes ni, tras este estudio, para otros grupos también vulnerables», insiste la doctora González Pinto.
A la espera de legalizar su uso terapéutico en España
En España, el 19% de los jóvenes de entre 14 y 35 años reconocen consumir cannabis, con los alumnos vascos a la cabeza de todo el país. Casi dos de cada diez de estos últimos reconocen haber usado marihuana en los últimos 30 días, un porcentaje que se disparaba hasta casi el 30% en el caso de los que reconocen haber fumado un porro al menos una vez en su vida.
Sobre su uso con fines terapeúticos, el Ministerio de Sanidad tramita desde el año 2021 un real decreto para regularlo. Según el borrador de real decreto aprobado el año pasado, podrá administrarse para paliar los espasmos musculares de la esclerosis múltiple, para formas graves de epilepsia que no responden al tratamiento habitual, contra las náuseas y vómitos provocados por la quimioterapia; y contra el dolor crónico especialmente persistente.
La lista, añade el ministerio, «podría ampliarse o modificarse, con la necesaria agilidad en función de la evidencia científica». En cualquier caso, el proyecto indica que solo podría ser dispensada por las farmacias hospitalarias y siempre indicada por médicos especialistas.
«Es un tema complejo. Hay usos terapéuticos ya aprobados, otra cosa es cómo se da la información. Hay un salto entre su administración en esos casos y el consumo libre. Se debe usar con mucho cuidado y siempre bajo prescripción médica», insiste la doctora González Pinto.
A la espera de la su aprobación, en Euskadi ya se administran dos fármacos con cannabidiol –un componente de la marihuana que no tiene efectos psicoactivos– para los casos mencionados de los espasmos que sufren los enfermos de la esclerosis múltiple (Sativex) y de epilepsia refractaria (Epidyolex).
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