«2 años y 8 meses es una condena muy pequeña por algo tan grave como fue secuestrar a nuestro hijo»

La sentencia ha caído como un jarro de agua fría en el hogar de esta joven familia de Durango. «No nos parece justa», indican. Temen que la mujer que raptó a su hijo no llegue ni a entrar en prisión. Mireia C. carece de antecedentes penales y en el dictamen se le reconoce la merma psíquica reflejada en los informes de los forenses. Tiene un coeficiente intelectual de 75; esto es una inteligencia límite.

Para los padres el delito de detención ilegal, en este caso de su bebé, está poco castigado. La horquilla de penas previstas en el Código Penal para estos hechos van de los 4 a los 6 años, antes de aplicar los posibles atenuantes. Los progenitores creen que la Audiencia, al menos, debería haber fijado el rango mínimo de condena, 4 años, para garantizar su ingreso en prisión.

La familia no comparte que, junto al de merma psíquica, se le haya aplicado a Mireia C. también el atenuante de reparación del daño para rebajar su condena. La acusada consignó la mitad de los 12.000 euros de indemnización solicitada tanto por la Fiscalía como por la acusación particular. «Nosotros no vemos que se haya reparado ningún daño porque lo que hemos sufrido no se lo deseamos a nadie. Fue un horror y nos sigue pasando factura a día de hoy. No queremos dinero. La defensa de la secuestradora nos llegó a ofrecer 20.000 euros para que no se celebrase el juicio y dijimos que no. Lo que buscamos es justicia», relata Pedro.

Para esta familia es importante que cualquier persona que en el futuro se pueda plantear raptar a un bebé «sepa que le espera la cárcel y que no se va a ir de rositas». Por todo ello van a recurrir la sentencia, con el fin de que la pena que se imponga a la secuestradora de su hijo sea mayor. «Queremos que ninguna pareja que dé a luz tenga miedo de que le puede pasar algo parecido a lo que nos sucedió», añade.

El recurso que preparará la abogada de Pedro y su mujer buscará también que la justicia contemple además la existencia de un delito de abandono, desestimado en la sentencia notificada ayer a las partes. «Nosotros seguimos considerando que dejar a un recién nacido en un felpudo y marcharse es abandono. ¿Qué hubiera pasado si nadie hubiese abierto la puerta? Lo dejó, tocó el timbre y se marchó sin saber si había alguien en esa casa. Otra cosa sería si se lo hubiese dado a una persona responsable para huir o entregarse, pero no lo hizo. Lo abandonó y se fue».