QUE RULE LA BORRACHA
Lo que de verdad importa es que un ser humano ha sido violado y tratado como una muñeca hinchable para satisfacer los instintos más bajos de un grupo de degenerados
jon uriarte
Sábado, 2 de noviembre 2019, 00:37
«No recuerdo nada. Solo siento naúseas. Y dolor. Por todas partes. Sobre todo...ahí. Y aquí...y por detrás. También por dentro. Como si ... me ardiera la carne. Tengo miedo. Podría tener algo roto. O desgarrado. Pero tengo un miedo mayor. Ya verás cuando se enteren en casa. Me matan. Por beber, por fumar un porro... por tener 14 años y meterme en este lío. Solo recuerdo que fui al botellón de la fábrica. Y que allí estaba Bryan. Trajo una pistola y empezaron a pasársela. Había risas y gente muy pasada. Tomé un cubata. Luego más. No sé. Acabo de recordar que me llevaron a la caseta. Había uno que me miraba y se tocaba. Ahora me tocan a mí. Qué asco. Voy a vomitar. Solo quiero dormir. Que sea una pesadilla y que al despertar todo haya pasado. Dormir, solo quiero dormir...».
¿Se imagina en esa situación? Despierta con una agobiante desorientación y descubre que ha sufrido una violación. Que aprovechando su borrachera y el posterior estado inconsciente, cinco degenerados le han violado por todas partes. Perforando agujeros y lugares que, solo recordarlos, le provocan asco y dolor. Pues sucedió. Se habla mucho de ello estos días. Era una mujer. Una niña, mejor dicho. De 14 años. Una persona. Lo digo porque me gustaría que nos olvidásemos del sexo de la víctima. Da igual. Y hasta que no lo entienda todo el mundo seguiremos discutiendo por las hojas, en lugar de ver el árbol. Siento pena y rabia cada vez que leo, escucho y veo opiniones sobre casos como el de la manada de Manresa. Ese justificar al violador, dudando incluso de que lo sea, me provoca arcadas y un enfado descomunal. Pero también me indigna la utilización política o el diferente trato del asunto según la nacionalidad del violador o la actitud de la víctima durante dicha violación. Incluyo en este hartazgo la constante y absurda comparativa con otros casos y manadas o con sentencias de asuntos que nada tienen que ver con este. Porque esos son los hilos perfectos para crear una tela que nos impida ver lo que de verdad importa. Que un ser humano ha sido violado y tratado como una muñeca hinchable para satisfacer los instintos más bajos de un grupo de degenerados. Esos que algunos llaman depredadores sexuales y otros denominamos basura que hay que quitar de las calles. Y que no salga ahora alguien pidiendo un voto para un partido que arreglaría este tema, porque ni uno solo lo lleva en su programa. Ni uno. Entre otras cosas porque hay mucha gente que canaliza sus venganzas, envidias y malas babas a través de estos casos. Sobre todo quienes siendo mujeres odian a los hombres o siendo hombres odian a las mujeres. Hay de ambos grupos. Como la imbécil que asegura y proclama que el hombre es cerdo y machista por naturaleza. O el cretino que suelta aquello de-ya no se va a poder tocar a una tía porque te denuncia-. Vamos a ver Brad Pitt, tú no has tocado ni tocarás a una tía como dices que te preocupa, porque eres un mierda. El que liga mucho y de verdad jamás dirá esa chorrada. Ya ven que hablo claro y raso. Porque parece que escribimos ríos de tinta y hay quien todavía sigue sin entenderlo. Olvídense de que era una mujer. Piensen solo en que era una persona violada por otras personas. Y que podría ser usted. Y eso es lo que nunca sucede. Que quienes pueden cambiar la ley, piensen en eso. En que podría ser su hija. O su hijo.
«Mantener o imponer una relación sexual no consentida cuando no concurren ni violencia ni intimidación y cuando la víctima está privada de sentido». Ese es el artículo. Y está tipificado en nuestro Código Penal como abuso sexual. Por eso se ha aplicado en el caso de Manresa. No estará mal, desde el punto de vista jurídico. La ley es clara. Pero volvemos al Día de la Marmota de los absurdos. Si la legislación choca con el sentido común, ni es correcta ni es buena. Sea con okupas o con violaciones. Sobre todo por el peligroso mensaje que ofrece. En este caso, que violar por turnos a una niña inconsciente es menos delito que arrearle un puñetazo y, pese a su resistencia, obligarla a hacer de todo. Es decir, si emborrachamos a «la Sonia», por poner un nombre, y le dejamos sin sentido nos la podemos pasar de unos a otros. Que rule la borracha. Si nos pillan, decimos que consentía. Con suerte no lo hará, porque no recordará quién fue. Que nadie se vaya de la boca, porque le tiramos al río. Y si al final nos trincan, como no le pegamos y estaba como muerta, nos caerá menos pena.
Felicidades a quienes por acción u omisión permiten que leyes como esta sigan vigentes. Que aprovecharse de una persona que ha perdido el conocimiento y hacerle lo peor que le pueden hacer, si exceptuamos el asesinato y alguna atrocidad propia de un demente, sale barato. Da igual que le jodas la vida. A ella y a sus padres. O a él. Vuelvo al principio. Olvídense de peleas de sexos. Un ser humano ha sido violado por turnos de 15 minutos por cinco mierdas que no deberían pisar la calle en décadas. Al menos hasta que se confirme que están arrepentidos y que ya no son un peligro. No es tan difícil. Basta con cambiar una ley que es tan dañina como lo que tienen entre las piernas los cerdos de todas las manadas de degenerados, incluida la de Manresa. Puestos a rular, que rule la propuesta. Hay que cambiar esa ley. Ya vamos tarde. Porque, como le pasó a esa niña, por mucho que duermas, la pesadilla sigue ahí.
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