Adiós a Rodríguez Menéndez, el abogado al que solo le faltó defender al diablo
'Emilione', fallecido a los 75 años, acumuló una biografía rocambolesca y controvertida, con un talante inmoral y verbalmente agresivo que lo hizo muy popular a finales de los 90
Las andanzas de José Emilio Rodríguez Menéndez servirían como material para una novela de aventuras, o quizá para un folletín picaresco por entregas, si no ... fuese porque el protagonista difícilmente lograría despertar las simpatías del lector. Pero, más allá de los escrúpulos que inspiraba el talante del famoso abogado, que ha fallecido en Madrid a los 75 años, la verdad es que su biografía se acabó convirtiendo en una historia pasmosa, rocambolesca, repleta de giros que le brindaban la oportunidad de empezar de nuevo.
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Las peripecias de 'Emilione', el letrado de las siete vidas, fueron tantas que se apelotonan en la memoria y obligan a hacer un ejercicio de síntesis casi telegráfica. En un principio, era simplemente un abogado especializado en causas impopulares: él dijo una vez que solo le faltaba defender al diablo, y la verdad es que lo habría tenido más fácil que con algunos de sus clientes. Representó a 'el Dioni', a los policías que hicieron 'desaparecer' a 'el Nani', al asesino del hincha de la Real Sociedad Aitor Zabaleta, a la secta CEIS, a 'la dulce Neus' o, en fin, a Antonio David Flores.
En 1996 adquirió junto a varios socios el diario 'Ya', que durante su gestión publicó una falsa entrevista al fugitivo Antonio Anglés, el asesino de las niñas de Alcàsser, y difundió imágenes de un vídeo de contenido sexual de Pedro J. Ramírez, entonces director de 'El Mundo', aunque muchos guardan un recuerdo más nítido de otra de sus aventuras editoriales, la revista 'Dígame', insólita publicación especializada en burdos ajustes de cuentas: su línea editorial se basaba fundamentalmente en asegurar que algunas mujeres eran «putas» y algunos hombres «iban de putas». En 1999, un sicario tiroteó al abogado frente a su casa -en la que, por cierto, tuvo como mascotas dos tigres y cuatro osos- y lo hirió de gravedad. Se supo después que lo había contratado la propia esposa de Rodríguez Menéndez, a cambio de «un reloj Cartier, 50 millones de pesetas y un polvo».
En 2002 le condenaron a dos años de cárcel por el famoso vídeo de Pedro J. y Exuperancia, que se consideró delito contra la intimidad. En 2005 le cayeron otros seis años por delito fiscal, que después el Supremo elevaría a diez, ya que había desviado 1,8 millones de euros a cuentas en Suiza y Estados Unidos. Rodríguez Menéndez huyó a Argentina, donde fue detenido y puesto en libertad, pero finalmente regresó a España e ingresó en la cárcel en 2006. Llevaba algo más de dos años entre rejas cuando aprovechó un controvertido permiso para escaparse: lo hizo con tranquilidad, en coche con chófer, pasándose primero por los juzgados para ver cómo iban sus causas pendientes. Viajó a Toulouse, voló a París, saltó a São Paulo, lo localizaron en Asunción y acabaron atrapándolo, de nuevo, en Buenos Aires.
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Entrevistas trasatlánticas
Estuvo preso en Argentina veinte meses, pero los jueces lo dejaron libre en junio de 2010 y, durante cuatro años, estuvieron dándole vueltas al asunto de su extradición. Rodríguez Menéndez, acompañado por su cuarta esposa, hizo todo lo posible para ir demorando la decisión, una materia en la que es un auténtico virtuoso: incluso llegó a solicitar que convocasen a Felipe González como testigo a su favor. En el tiempo que pasó en el país sudamericano, le dio tiempo a entablar relaciones cuestionables. Coincidió en la cárcel con Juan José Zanola, acusado de pertenecer a la 'mafia de los medicamentos', una banda que presuntamente comerciaba con falsos remedios contra el cáncer y el sida y desviaba dinero de los subsidios destinados a pacientes terminales. Los dos hombres hicieron muy buenas migas y, en cuanto salió de prisión, Rodríguez Menéndez se presentó en la Cámara Federal para abogar por la excarcelación de su nuevo amigo del alma. Los jueces, atónitos ante la súbita irrupción de aquel sujeto corpulento con acento español, no tardaron en descubrir que no estaba habilitado para actuar como letrado en Argentina.
Desde allí también protagonizó uno de los momentos más indignos de la historia de la televisión en España. Sus entrevistas trasatlánticas en Telecinco derivaron en un tumultuoso festival del insulto y la bajeza. Un éxito, vamos. He aquí, a modo de prueba, lo que el abogado dijo a una de las colaboradoras de 'Sálvame': «Eres vomitiva, asquerosa, te huelen los sobacos, pedazo de cerda». Tal vez esta oratoria no garantizaba el éxito de 'Emilione' ante los tribunales, pero se cotizaba mucho en algunos platós.
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En 2014, cinco años después de su cómoda fuga de la cárcel gallega de Teixeiro, la Justicia argentina le devolvió el pasaporte tras comprobar que sus penas en España habían prescrito. Su perfil desde entonces ha sido más discreto, pero incluye una nueva condena hace dos años por estafa grave e intrusismo profesional. Sus siete vidas, o quizá hayan sido todavía más, se acabaron este jueves en el Hospital Central de la Cruz Roja, San José y Santa Adela de Madrid.
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