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Paradójicamente, el rescate de Julen ha 'salvado' de alguna manera a los mineros que se pelearon con la montaña para abrir una galería hasta ... él: la Brigada de Salvamento de Hunosa, una entidad centenaria que hasta hace nada parecía tener sus días contados debido a la agónica situación de la minería de carbón. Su traslado de emergencia hasta Málaga, a bordo de un avión militar, para poner sus conocimientos y experiencia al servicio de esa tarea titánica y desesperada de sacar a un niño de las entrañas de la tierra les ha puesto el foco mediático encima. Para bien y para mal.
La parte negativa ha sido la pérdida de anonimato y el peso de las miradas. Los mineros han afirmado que en Totalán, a mil kilómetros de casa, llegaron a sentirse «desbordados» por una popularidad que no entendían muy bien, como tampoco comprendían que les dieran las gracias cuando todavía no habían hecho «nada», como ha comentado estos días el jefe del equipo, Sergio Tuñón, con humildad abrupta y sorprendida. Según ha contado, para ellos fue un alivio meterse bajo tierra: «Al menos, estábamos en un ambiente que controlábamos y donde nos encontrábamos a gusto».
476.000 personas han secundado una iniciativa para que la Brigada de Salvamento minero, creada en 1911, reciba el Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Aunque hay voces que piden menos distinciones y más ayudas al sector.
Pero, esta exposición pública, más dura para ellos que picar piedra, también ha tenido una consecuencia positiva: gracias a su intervención, todo el país habla de ellos y pide que se garantice la supervivencia de la brigada, una 'joyita' oculta que se ha revelado como un recurso valiosísimo. El país, que primero se volcó con Julen, ahora trata de devolverles el favor y se ha volcado con ellos. En las redes sociales se ha producido una explosión de orgullo minero y solidaridad: piden apoyo para este equipo de élite y, por extensión, para las comarcas mineras que lo están pasando mal y que ven como se sepulta un modo de vida que ha sostenido a muchas generaciones. En Change.org recogen firmas para poner en marcha iniciativas en este sentido. Entre ellas, varias que exigen clamorosamente que la Brigada de Salvamento Minero sea reconocida con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Entre todas, suman cientos de miles de apoyos ciudadanos.
Una de las más peticiones más multitudinarias es la de Ana Menéndez. Hija, nieta y bisnieta de mineros asturianos, contaba esta semana con más de 476.000 rúbricas. Recuerda que esta brigada fue creada en 1911 y que, desde entonces, «sus habilidades y conocimientos han resultado siempre fundamentales en todas las operaciones que han llevado a cabo». Además de esta petición, hay catorce más que se expresan en términos similares.
No obstante, como ocurre en estos casos, también hay voces discordantes en las redes. En webs como SOS Minería -donde se da cuenta de los asfixiantes problemas a los que está sujeto el sector- y en perfiles de muchos asturianos ha habido comentarios que exigen menos premios y más apoyos al sector, que languidece ante la indiferencia del país. «Como organización sindical minera, todos los premios nos parecen estupendísimos, son para nuestro orgullo minero. ¿Que le dan a la brigada el Princesa de Asturias por lo de Julen? Muy bien, pero mejor sería por sus más de cien años de historia. No estamos en contra de estas distinciones», indica Avelino Gutiérrez Pérez, conocido como 'Veli', secretario de Seguridad del Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias (SOMA). Minero de cuarta generación -«y mi hijo es la quinta»- y fajado en mil batallas laborales, lanza un mensaje de sensatez a quienes, airados, muestran rechazo a los premios y las medallas: «No está reñida una cosa con la otra, al contrario, se compaginan. Nosotros creemos en el futuro de la brigada y la repercusión de todo lo que ha pasado, nacional e internacional, ayuda».
'Veli' Gutiérrez, del SOMA
Petición a la Comisión Europea
Esta semana, el presidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), Vicente Fernández Guerrero, ha manifestado en el Congreso su agradecimiento a los ocho mineros y les ha puesto como ejemplo de que «desde lo público se puede ser referente en términos de eficiencia y calidad». Por su parte, el presidente de Hunosa, Gregorio Rabanal, ha reiterado que la continuidad de la brigada «ni se cuestiona ni se plantea» por parte de la hullera. Todo son buenas palabras, pero el escepticismo sindical sobre las promesas de futuro, nacido de mil decepciones, sale a relucir: «¿Si me creo todo esto? Yo creo en la acción sindical. Y en la necesidad de integrar a la brigada en un centro nacional de emergencias o en otro tipo de redes que les garanticen de verdad la superviviencia». En este sentido se ha expresado también el eurodiputado socialista asturiano Jonás Fernández, que este miércoles, en un escrito ante la Comisión Europea, ha propuesto incorporar este equipo de especialistas a los servicios de protección civil de la UE. De este modo, la brigada no sólo dependería de un sector minero que parece herido de muerte.
'Veli' ha estado estos días con los miembros de la brigada. Ellos se mantienen al margen, discretos, «como siempre han estado». «Andan cansados y esperando a que suene el teléfono para ponerse en marcha y acudir a donde se les necesite. Bueno, más bien, esperando que no suene... porque eso significa problemas para alguien», se apresura a aclarar.
La Asociación Unificada de Guardias Civiles también ha abierto una petición en Change.org. Propone que el Princesa de Asturias sea compartido entre todos los que participaron en el rescate. Tiene menos apoyos que las que piden la distinción en exclusiva para los mineros. Puede que sea porque el futuro de la Brigada peligra con la caída de la minería o, como destacan desde Hunosa, «porque dieron la nota exótica». «Otros trabajaron allí 'empotraos' con ellos», admiten portavoces de la hullera.
«Muchas veces la Brigada ha hecho cosas complicadísimas. Imagínense un incendio en una mina, donde tienen que entrar y mientras unos trabajan, otros compañeros les tienen que enfriar, por ejemplo. Y han pasado desapercibidas». Así lo prefieren los de la brigada, que se muestran humildes y no quieren oír hablar de «superhéroes», quizá porque, como indican desde Hunosa, «muchos vienen de familias de mineros y su 'guelu' (abuelo) o su padre han trabajado en peores condiciones».
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