«Llevo fatal que me llamen 'la gran dama del teatro español'»
«El mundo actual me parece feísimo, las distancias entre el tener y el no tener cada vez son más terribles»
Dicen que los caballos saben cuántas veces ha montado un jinete. Si a los escenarios les ocurriera lo mismo, ayer el del Festival Internacional de ... Música y Danza de Úbeda debió de estremecerse cuando Núria Espert (86 años, y actriz desde los 13) pisó sus tablas para recitar poemas junto a los músicos de La Tempestad en 'Vivaldi Natura'. Premiada y reconocida en el mundo entero, la Espert es un mito viviente de la escena. Pero ella, que se atrevió a dirigir a Glenda Jackson sin saber una palabra de inglés, sigue reivindicando su timidez. Los halagos no le van.
– ¿La naturaleza le importa?
– Me tiene sumamente preocupada porque el planeta no está nada contento con nosotros. Yo nací en un barrio de Hospitalet donde no había 'natura', solo fábricas. Con los años, se desarrolló en mí ese interés que estaba dormido. Y, curiosamente, mucho antes de esta oleada, bienvenida, del ecologismo, no sé cómo, lentamente, dejé de comer carne. No fue algo reivindicativo, simplemente mi cuerpo dejó de admitirla.
– Recita los sonetos de las 'Cuatro estaciones'... ¿Se puede vivir en una eterna primavera?
– Uy, ja, ja... En los cuentos de hadas supongo que sí. En la realidad, si tienes la suerte de llegar con salud a una edad avanzada, esa es la recompensa de haber llevado una vida discreta, sana, llena de afectos, con una familia... Es el invierno, pero no como el de Vivaldi, temible, con ese hielo que se puede romper, no. Hay muchas maneras de vivir el invierno.
– Y el suyo es mediterráneo, suave.
– Sí, sí. Exactamente. Bien dicho.
– ¿Cómo lleva el título de 'gran dama del teatro español'?
– Fatal. Me horroriza. Porque es como si hablaran de doña María Guerrero. A Amparo Rivelles, amiguísima mía y actriz maravillosa, tampoco le gustaba... «Pero lo prefiero a vetusta», me dijo una vez. Así que nada, hay que sufrirlo, aunque da una imagen de mí que no me cuadra. Yo no soy una dama, soy una actriz.
– Y, como actriz, ¿qué teme más: quedarse sin aplausos, sin contratos o sin memoria?
– Sin memoria, por Dios, sin memoria. Pero eso te viene de fábrica. Y no hay dinero que lo arregle. La pérdida de la memoria viene con los años y es muy dura de aceptar. La verdad, me da mal rollo que estemos hablando de esto...
– Hablemos de su disciplina. ¿Es tan férrea como parece?
– En la vida privada no soy rigurosa, respeto muchísimo la independencia de cada una de las personas de mi círculo y también exijo que me respeten mi parte. Pero en el teatro la rigidez, la disciplina es total. Y se ha ido imponiendo sola. Yo no dije un día: no saldré de noche, no haré esto o lo otro...
– A los actores la nocturnidad se les supone.
– Yo creo que eso es más una leyenda. A mí me parece que para aquél que se toma la profesión en serio la noche y la juerga no encajan.
– ¿El mundo actual le sigue horripilando?
– Lo sigo viendo feísimo, la verdad. No me gusta hacia dónde parece que vamos, cada vez las distancias entre tener o no tener son más terribles.
– ¿Le horrorizan también los indultos?
– Es complicado. Estoy contenta de que ya estén en la calle, pero temo que vuelvan esos dos o tres años que han sido tan tremendos en Cataluña y en España, porque uno de ellos ya ha dicho que van a volver con lo mismo.
«Estoy contenta de que los presos del 'procés' estén en la calle, pero temo que todo vuelva a empezar»
– Dijo alguna vez que ojalá se deshinchara el independentismo. ¿Lo ve ahora posible?
– Estoy convencida de que había que hacer algo. Con valor y buena fe, el presidente ha tomado esa decisión y yo creo que ha hecho bien y que veremos el resultado a lo largo de los próximos meses y años. Hay que reconstruir la convivencia. Espero que hayan reflexionado en la cárcel.
– Lleva muchos años sin Armando Moreno, su compañero de vida. ¿Sigue discutiendo mentalmente con él?
– No, pero le cuento todos los dramas. Ay, Armando, le digo, si tú estuvieras aquí esto se arreglaría... O te sacaría de tus casillas y te tirarías por el balcón, je, je...
– Dice que a su edad solo queda esperar una buena muerte. ¿Qué es una buena muerte para Núria Espert?
– Sin dolor. Si puede ser, con conocimiento. Y sin sufrir.
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