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Elon Musk durante un mitin de Donald Trump. AFP

La izquierda española decide dar batalla en X ante las llamadas al boicot

Algunos abren cuentas en redes sociales alternativas a la de Musk, pero muy pocos deciden abandonarla por completo. «Políticamente es más eficaz hacerle frente», argumenta Pablo Iglesias

Sábado, 16 de noviembre 2024, 00:17

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Irse o no irse. Esa es la cuestión a la que muchos políticos, sobre todo a la izquierda del espectro ideológico, se enfrentan ante la llamada en X a una desbandada general. La victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos, apuntalada por el propietario de la red social, Elon Musk, ha sido la puntilla que ha promovido un trasvase de usuarios hacia otros foros alternativos considerados aún libres de una toxicidad y un odio identificados con la extrema derecha.

El diario británico The Guardian dio el pistoletazo de salida el miércoles cuando anunció que dejaba de publicar en la antigua Twitter, a la que acusa de «interferir en el discurso político». Pocas horas después, el periódico catalán La Vanguardia tomó la misma decisión criticando que X «vulnera los mínimos conceptos de ética o de justicia». Numerosos usuarios individuales también han decidido mudarse dejando constancia de ello con un último mensaje en el que anuncian su nueva dirección digital y animan a seguir sus pasos. La red en la que más se han refugiado, Bluesky, afirma que ha sumado un millón de nuevos usuarios desde que las urnas decidieron devolver a Trump a la Casa Blanca.

Los políticos, sin embargo, dudan. «Para los de la derecha radical que se sienten cómodos con esta mezcla de información y desinformación, de discursos de odio y de conversación elevada de tono, es evidente que X funciona. El resto tiene que elegir si quiere participar de este tipo de hacer política o si prefiere dar marcha atrás y buscar otras formas de comunicarse con los ciudadanos en entornos más seguros», analiza la especialista en redes sociales Carmela Ríos.

Tomo la decisión de incorporarme a esta red en medio de un gran debate a escala mundial sobre las transformaciones en el medio digital y, fundamentalmente, el papel que está ocupando la red X en la opinión pública mundial.

— Yolanda Díaz (@yolandadiaz.bsky.social) 9 de septiembre de 2024, 17:56

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, es un buen ejemplo de la actitud más extendida. Abrió su cuenta en Bluesky el pasado 9 de septiembre, dos días antes de que su partido, Sumar, hiciese lo propio. «Creo que no es exagerado decir que Elon Musk ha hecho de X la infraestructura digital de la 'Internacional del Odio'. Al proceso de privatización de la atención y jerarquización de la misma, ha seguido otro de impulso de las 'fake news' y los discursos de odio. La negativa a colaborar con la justicia brasileña, la promoción de los linchamientos racistas de este pasado verano en Inglaterra y el desprecio por las autoridades del Parlamento Europeo en materia de derechos digitales y competencia son motivo suficiente para decidir probar otras herramientas», justificó.

Sin embargo, Díaz no se irá de X. «Creo que como vicepresidenta tengo la obligación y la responsabilidad de estar en los espacios que construyen cotidianamente dicha opinión pública global», explicó. Ríos coincide en que «para todos los políticos, independientemente de su ideología, la observación de los flujos de conversación en X es muy importante» y subraya que, además, «la comunicación institucional es otra cosa».

«Nuestro mensaje tiene que existir»

Al fin y al cabo, la mayor audiencia está en X y los dirigentes se deben a los ciudadanos. Es más, son los propios políticos los que han hecho de esa red un cómodo vehículo para sus opiniones, a menudo sustituyendo a las ruedas de prensa y evitando así molestas preguntas. Allí fue, por ejemplo, donde Pedro Sánchez anunció que se tomaba sus cinco días de reflexión o donde Iñigo Errejón publicó su comunicado tras las acusaciones de abuso sexual.

586 millones de usuarios

están activos actualmente en X. 245 millones utilizan la red social a diario. Su principal competidora, Bluesky, superó los 15 millones de usuarios registrados el 13 de noviembre.

Así, incluso prominentes figuras políticas de la izquierda que ya no cuentan con cargo alguno defienden su presencia en la red de Musk. «Entiendo a nivel personal la decisión de marcharse porque es una red social llena de toxicidad. Pero no sé si en términos colectivos es muy útil», afirmaba el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias en una entrevista con la radio RAC1. El medio que dirige, Canal Red, ha argumentado lo mismo para explicar por qué se queda.

Iglesias compara la situación en X con lo que sucede en el patio de la escuela cuando el clásico grupo de alumnos matones se queda con el campo de fútbol. «Hay dos opciones: llegar a la conclusión de que el fútbol es un deporte tóxico y pasar a jugar al críquet, o decir no, vamos a hacer frente a los matones a pesar de que va a ser desagradable y complicado», argumentó, señalando que, además, «la toxicidad no está solo en las redes sociales, también está en las grandes televisiones». El cofundador de Podemos lo tiene claro: «Políticamente es más eficaz hacerle frente». Alberto Garzón, exministro de Consumo, secunda su opinión: «El espacio de discusión política, aun cuando es privado y feo, hay que disputarlo. Nuestro mensaje tiene que existir», ha escrito.

Oscar Puente, ministro de Transportes y Movilidad Sostenible y el tuitero más polémico del Gobierno, tampoco duda: «Yo no me voy a ir de aquí. No voy a dejar de luchar. Sé que mi vida sería mucho mejor si dejase esta red. Pero mis causas son más importantes que mi vida. Así que aquí seguiré. No pienso ceder este espacio solo para quienes intoxican o difaman», explica en la propia X con un post que ha fijado en su perfil.

Una cámara de eco

Finalmente, también pesa el miedo a que Bluesky termine convirtiéndose en una cámara de eco del progresismo, llena de banderas palestinas y de emblemas con la hoz y el martillo. A eso apunta un análisis de las formaciones políticas presentes en esa plataforma. Entre ellas se encuentran los principales partidos de izquierdas del arco parlamentario español -PSOE, Sumar y Podemos-, pero la presencia de la derecha es testimonial: el Partido Popular cuenta con menos de diez seguidores y no ha publicado ningún mensaje, el PNV ni siquiera ha incluido su logotipo y no están ni Vox ni Junts per Catalunya.

En cualquier caso, no es la primera vez que un grupo de usuarios llama a abandonar X. De hecho, la primera vez que sucedió todavía se llamaba Twitter y Musk no se había planteado siquiera su compra. Eran los tiempos en los que Donald Trump tenía vetada su entrada en la red social y los adalides del boicot a Twitter fueron entonces de derecha. «La realidad es que cuando el sesgo y la opacidad en las normas y moderación de Twitter eran progresistas, cuando las cuentas eran suspendidas arbitrariamente (Trump no podía publicar pero si el líder supremo iraní o el dictador Maduro), no protestaban», ha criticado el periodista Alejo Schapiro en un mensaje viral en el que señala con dedo acusador a medios y políticos. «Eso plantea un interrogante muy importante con respecto a lo que entienden por pluralidad de opinión, de quién es un interlocutor válido», concluye.

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