La foto más indecente
jon uriarte
Sábado, 16 de marzo 2019, 00:52
No hay culos. Y mucho menos pezones. De ahí que las grandes redes de internet no las veten. Me refiero a ciertas fotos. Es la ... paradoja del siglo XXI. En realidad de todos los siglos. Idiotas ha habido siempre. Solo que ahora al primate le han dado más vías para demostrar su estulticia. Tiendo a fijarme en los pequeños detalles porque, con frecuencia, son los más reveladores. Me sucedió hace unos días viendo un informativo. Aparecía en pantalla el padre de Julen, el niño que murió en el agujero de la ilegalidad, la irresponsabilidad y la mala suerte. Hablaba de los truculentos pormenores de una investigación que, como era de prever, está sacando lo peor de los implicados y, como también era previsible, de algunos medios de comunicación y de los espectadores. En esto somos como las moscas. Mierda veo, mierda quiero. Pero hubo un pequeño detalle que no entiendo cómo no ha generado más debate. El padre pedía que la gente no les pidiera posar con ellos para llevarse una foto de recuerdo. Solo lo pedía, ojo. De hecho justificaba la acción entendiéndola como una demostración de cariño. Y eso es lo más preocupante. Que, también en esto, asumimos como normal lo anormal.
Nunca entenderé a la gente que necesita capturar momentos, importantes o no, haciéndoles una fotografía. Sea con la cámara o, más habitual, con el móvil. Personas que en un momento clave para su equipo, pongamos un penalti en el último minuto, saca el aparato, olvida que puede verlo en vivo y mira a través de la pantalla. Teniendo en cuenta que el 76% de los usuarios confiesa que se lo lleva al cuarto de baño es cuestión de tiempo que compartamos nuestros ratos de retrete. Allá cada cual. Lo malo es cuando afecta a los demás y en asuntos graves. Sea por resultar molesto o por, directamente, rozar el delito. Pienso ahora en el padre de Laura Sanz, muerta por una explosión de gas en París, que lloraba días después al recordar la angustia de su yerno cuando gritaba pidiendo ayuda y los viandantes, lejos de hacerlo, grababan la escena con su móvil. Pocas cosas pueden generar más asco. Pero no hace falta ir a Francia y ser testigo de una explosión para demostrar una falta total de empatía. Basta con encontrarse por la calle con los padres de Julen y hacerse un selfi.
Qué pasará por la cabeza de una persona para que, viendo a dos seres que han sufrido uno de los dramas más devastadores, como es perder a su hijo, decidan sacarse una foto como si se hubieran topado con Paquirrín y su pareja. Cómo se puede confundir a unos padres, cuyo drama fue televisado, con una pareja de famosos a los que apetece pedir un autógrafo. Por cierto, me gustaría saber qué hacen luego con esa imagen. Supongo que la subirán a Facebook junto a la foto de la nena haciendo la comunión y al vídeo del cumple de la abuela cuando fue a soplar las velas y se le salió la dentadura. No creo que la impriman y hagan con ella un cuadro para la salita. O sí. Ya nada nos sorprende. También puede ser que les sirva para contar su propia versión de los hechos, inventada por supuesto, en la sobremesa del domingo. Y ya que estamos, presumir de que son amigos íntimos de la pareja, aunque sea una evidente mentira. He visto esa actitud en gente que se sacó un selfi con un famoso y presumía después de que eran uña y carne. Curiosamente yo sí conocía muy bien al famoso y, tras escuchar una ristra de sandeces, se lo hice saber. Ni se inmutó al ser pillado en mentira. Por eso me imagino el peor destino posible para esas fotos con la madre y el padre de Julen.
Con todo, lo que más me preocupa es que este detalle ha pasado desapercibido. No sé si soy yo el raro y veo cosas donde no las hay, pero lo último que se me ocurriría sería pedir a una familia destrozada que se saque conmigo una estúpida foto. Por cierto, ¿en esos casos se sonríe?, ¿se dice «patata»?, ¿si son muchos, algunos se ponen en cuclillas o con la rodilla en el suelo, posando como un equipo de fútbol?, ¿si alguien cierra los ojos, se repite?, ¿se hace solo una foto o varias? ¿Se puede sacar también un vídeo con el padre saludando al tío Genaro, que pilló gripe y no ha podido estar en esa excursión? Y por último, ¿si esa pareja que perdió un hijo y ahora ha perdido a otro no tiene ganas de fotos, hay que entenderlo o les ponemos a caldo por bordes?
Hemos llegado a un punto en que preferimos fotografiar el drama que ayudar o consolar a quien lo padece. Ojo, que conozco a un famoso que se tuvo que sacar una foto, retorciéndose sobre una camilla en urgencias, con alguien que le había reconocido. Al susodicho le importaba un bledo que en ese momento le reventara el apéndice. O quien ha pretendido hacer lo propio cuando una famosa estaba enterrando a su padre. «Me ha dicho que no era el momento, la muy idiota. ¡Ya decía yo que era una soberbia!», murmuraba al serle negada la foto. Lo que se suma a una máxima que viene desde la noche de los tiempos. Nos encanta ser el novio en la boda y el muerto en el funeral. Protagonistas de todo, aunque sea a través de un absurdo posado. Lo que me lleva al principio. No entiendo que las redes veten un culo o un pezón y acepten como normal que un imbécil se saque un selfie con unos padres rotos para colgar la foto en su mierda de muro.
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