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Hermelo Molero, en un momento de la entrevista, en Bilbao. luis calabor
Hermelo Molero | Jefe del grupo de Drogas de la Ertzaintza en Bilbao y escritor

«En Euskadi están activos ahora media docena de grandes capos de la droga»

El responsable de la unidad antinarcóticos de la ertzainetxea de Bilbao publica una novela policiaca que refleja «la realidad» de su trabajo

Domingo, 21 de febrero 2021, 04:58

Si alguien conoce bien cómo se mueven las mafias de la droga en Euskadi, ése es Hermelo Molero, jefe del grupo de Drogas de la ... comisaría de la Ertzaintza en Bilbao, que ha decomisado grandes alijos y detenido a los capos más importantes del Norte en los últimos años. Incansable lector, inspirado por 22 años de experiencia, se ha lanzado a escribir una novela policiaca, 'El Rey de Pikas', cuya trama transcurre en Bizkaia.

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- ¿Qué le empuja a un policía antidroga a escribir?

- Mi nombre y mi rostro salieron a la luz por un error en el último operativo y siempre había intentado evitar que se me identificara. En la vida vas acumulando experiencias y por qué no hacerlo. Soy un lector apasionado, me paso el día leyendo y en algunos libros la parte policial deja mucho que desear, no se refleja bien nuestro trabajo. Un día me solté a ver qué tal. A mi mujer, que es mi mejor crítica, le gustó y me animó a que siguiera. Tardé 28 días en escribirlo y luego tres meses en corregirlo con su ayuda. Ha sido la parte más tediosa. Lo he repasado 14 o 15 veces.

- El relato comienza con el asesinato de un miembro del Cártel del Golfo por un ajuste de cuentas. El protagonista es un ertzaina investigador de drogas, Javier, 'Homer'. ¿Es autobiográfica?

- No. Al final es una novela de ficción. Javier es un personaje, no soy yo, sobre todo en la faceta privada, aunque le he aportado mi experiencia en el trabajo.

- ¿O sea que no se ha separado usted tres veces?

- Jajaja, no. Mi esfera privada es más tranquila. Pero cuando estamos en medio de una investigación, le damos la vida. Estamos todo el día fuera de casa, casi no vemos a la familia. Hay muchos policías y no todos tienen la misma implicación. Quería reflejar esa parte dura.

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- El antagonista es Igor Salazar, un 'narco' que vive en un chalé en Plentzia. ¿Se ha inspirado en alguien real?

- En nuestra comunidad podemos tener media docena como él. En los 80 y 90 aprovecharon que la Policía estaba centrada en el terrorismo y fueron organizándose y cogiendo músculo para crear mafias delincuenciales dedicadas a la importación de cocaína. Algunas han sido desarticuladas y otras siguen activas y pasan de padres a hijos. Igor es uno más, una suma de varios.

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- ¿La realidad supera la ficción?

- Sin lugar a dudas, aunque este libro se acerca mucho a la realidad, por eso es tan policial. Aunque no puedo poner todas las herramientas que utilizamos para no dar pistas.

- El mundo de las drogas ha inspirado novelas, películas... Los narcos conducen coches de alta gama y llevan un elevado tren de vida. Pero también sufren estrés, traiciones y siempre están huyendo. ¿Cómo reaccionan cuando les detienen?

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- Narcotraficantes puede haber cinco o seis en nuestra comunidad. Traficantes de medio pelo hay más. En su primera detención se dan cuenta de lo que implica el paso por la cárcel y algunas veces se consigue el objetivo de la pena, que recapitulen y den un cambio a su vida. Por desgracia, son los menos. Ganan dinero de forma sencilla, socializando. Incorporarse luego a un mercado laboral tan duro, exigente y mal pagado es difícil. De ganar 20.000 euros mensuales a 1.000 en una obra... Complicado que vuelvan a nuestra realidad.

«El protagonista no soy yo, pero le he aportado mi experiencia»

- ¿A cuántos grandes capos ha arrestado en dos décadas?

- A cuatro, tres en Bizkaia y uno en Gipuzkoa. A traficantes de escala media bastantes más. A veces no consigues que les caiga una pena grande y siguen ejerciendo. No es como en las películas que cuando entran en la cárcel se acaba el problema. A veces, no dejan de funcionar ni entre rejas. Mantienen lazos de poder y manipulan a gente para estar en el negocio. Una investigación sobre uno de ellos te quita por lo menos un año de vida.

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- A algunos les ha detenido varias veces.

- A uno, tres. Por su habilidad, las pruebas que conseguimos contra él no fueron concluyentes. Nunca hemos tomado atajos ni caído en el juego sucio de ponerle droga a nadie. Si te encuentras con ellos por Bilbao, algunos te saludan e incluso quieren invitarte a una copa, pero nunca en 22 años me han montado un pollo por la calle.

- ¿Cuáles han sido sus operaciones más relevantes?

-La más importante fue la del remolcador (agosto de 2018, contra el clan gallego de 'Los Charlines'), que arrancó en Ondarroa y terminó con la incautación de 2.500 kilos de cocaína en un barco en Canarias. Fueron más de dos años de trabajo muy duros, con una tensión importante y toboganes emocionales. En un momento parecía que se iba al garete y al de cinco minutos recobrabas otra vez la ilusión. Los seguimientos fueron muy complejos porque eran demarcaciones desconocidas para nosotros, Rentería. Oiartzun, Mutriku... Estamos acostumbrados a movernos por Bilbao, Margen Izquierda y Derecha, Basauri, Galdakao... Requiere de gente en el equipo muy implicada, que tenga muy claro lo que estamos haciendo. Ha sido la investigación más compleja, en la que más hemos sudado. La novela refleja esos momentos de sufrimiento del grupo, de trabajar doce y catorce horas todos los días, sábados y domingos.

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- ¿La recompensa llega cuando descubren la droga?

- Soy el que menos salgo ya a la calle. Paso mucho tiempo en la oficina y ese silencio de un minuto en la emisora hasta que alguien dice «todo positivo» se hace eterno. Si sale negativo, todo el trabajo se va al traste y no se entera nadie. A veces has hecho un trabajo perfecto y por algo ajeno no sale. En un dispositivo finalista se nos ha muerto el objetivo después de un año de seguimiento o le han robado en casa y no tiene dinero para comprar droga. Cada día son menos los policías que quieren trabajar en drogas porque es muy frustrante.

«La operación más importante fue la del remolcador, más de dos años de trabajo muy duros»

2.500 kilos de 'coca'

- ¿Qué traficante es el que más le ha sorprendido?

- Todavía me siguen sorprendiendo. Los nuevos son mejores profesionales. En los últimos 90, cuando yo empecé en esto, estábamos todo el día siguiendo al malo, ahora tenemos tecnologías más modernas que nos facilitan el trabajo, pero ellos también tienen mejores medios. La mayoría de los narcos caen en vicios, droga, juego... y eso les hace más débiles. Pero siempre hay alguno que no se contamina con la droga y esos son los más difíciles, los desconfiados y cobardes. El valiente, echado para adelante es el primero que cae.

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- ¿Le queda alguna espinita?

- Muchas. Hacemos una media de cinco investigaciones al año y dos o tres se frustran. En algunas se repite el mismo personaje y luego cuando no lo esperas, cae el objetivo principal. Debe ser el karma. Cuando me desean suerte en un operativo, yo pido justicia.

- El tráfico de drogas sólo aflora cuando hay una detención o se incauta un alijo. ¿Hay mucha droga en Euskadi? ¿Deberíamos estar preocupados?

- Es obvio. Si cogemos las estadísticas de consumo que elaboran las instituciones, la curva siempre va creciendo. Sólo hubo un descenso en 2007, por la crisis económica, pero mientras hay dinero, hay consumo. La reflexión que debemos hacer como sociedad es que la droga atrae a las mafias y provoca otros delitos graves, incluso contra la vida o la trata de blancas. También afecta a la salud del consumidor y a la convivencia. La única manera de que los jóvenes no consuman es que tengan información, que sepan lo que se están metiendo.

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- ¿La 'coca' sigue en manos de clanes gallegos y colombianos?

- Aquí siempre ha llegado desde Madrid, es posible que a través de Cádiz o Galicia.

- Uno de sus agentes fue atropellado por un traficante. ¿Es un trabajo peligroso?

- Un compañero falleció de un infarto mientras trabajaba y otro fue atropellado y sufrió lesiones importantes, pero podía haber sido peor. El autor fue condenado, recibió un castigo ejemplar. Con la adrenalina cargada, tanto de los policías como de los malos, trabajamos con mucha tensión. Buscamos la sorpresa, para que cuando el malo reaccione ya esté esposado y en el suelo, pero no siempre se consigue porque te detectan en el último momento y algunos reaccionan de forma violenta.

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- Además de perseguir el narcotráfico, ¿colaboran como se ve en la novela en la investigación de crímenes?

- No es lo habitual. Hay pocos homicidios, no tenemos una sociedad violenta. Pero en los que están relacionados con el tráfico de drogas, manejamos información y nuestras fuentes se pueden utilizar para buscar posibles hipótesis en asesinatos. Al final y al cabo somos todos ertzainas.

- Durante el confinamiento, ¿cómo han mantenido los traficantes el negocio?

- Pues ha habido de dos tipos: el que no se ha movido y el que ha seguido traficando medio escondido. El problema es que cantaba mucho porque en la calle sólo estábamos él y nosotros (risas). El que se suministraba de droga en la línea Lisboa-Madrid, por ejemplo, pues tuvo que volver a empezar porque se habían suspendido los transportes.

La obra

  • 'El Rey de Pikas'. Penguin Random House Grupo Editorial. Se puede adquirir en librerías o por internet (21,95). En el blog de Hermelo se pueden leer los dos primeros capítulos.

  • Trama. Javier, ertzaina del grupo de drogas, colabora en la investigación de un crimen por un ajuste de cuentas en Bilbao.

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