Sam Altman. Afp

El enigma del creador de Chat GPT: un 'preparacionista' con máscaras antigás en casa

A sus 38 años, Sam Altman es el último representante de Silicon Valley que llega a la cima. Se ha comparado a sí mismo con Galileo y quiere los datos de tus ojos

Miércoles, 16 de agosto 2023

Pocas personas en el mundo pueden decir que se hayan reunido en apenas unas semanas con los presidentes de Alemania, Francia, Reino Unido y España. ... El enigmático y fan del 'preparacionismo' Sam Altman es una de ellas. El creador de Chat GPT, la herramienta de Inteligencia Artificial Generativa que ha revolucionado el sector de la tecnología, fue recibido en la primera mitad de este año por los mandamases de estos países cuando hace solo un año no era conocido más allá del mundillo de Silicon Valley y de planes grandilocuentes como repartir una renta universal a todo el mundo. Con Pedro Sánchez estuvo el 22 de mayo. Hablaron, como en los demás casos, de los peligros de la Inteligencia Artificial y la necesidad de regular una tecnología que promete - y amenaza, según el propio Altman-, con cambiarlo todo.

Publicidad

Altman es el último eslabón de emprendedores salido de Silicon Valley. Steve Jobs abrió el camino en los años 70 con Apple. Le siguieron, ya en los noventa, Larry Page y Sergei Brin con Google. Mark Zuckerberg fundó Facebook en 2004. El polifacético Elon Musk siguió esta estela con Paypal, Tesla y SpaceX. Y el último es este enigmático empresario nacido en Chicago el 22 de abril de 1985. Él mismo se encarga de recordar la fecha porque un 22 de abril, pero de 1904, nació uno de sus referentes, Robert J. Oppenheimer, el 'padre' de la bomba atómica. Altman se compara con el ahora popular físico por la película de Christopher Nolan porque si este fue el encargado de llevar a buen puerto el 'Proyecto Manhattan', su objetivo es lograr que la Inteligencia Artificial nos supere. Los expertos conocen este hipotético momento como 'singularidad', un término acuñado por el matemático John von Neumann, uno de los científicos que trabajaron con Oppenheimer.

Pedro Sánchez y Altman se reunieron el pasado 22 de mayo. Efe

Su primer pelotazo, 43 millones

Su infancia en la ciudad de San Luis, en Missouri, la América profunda, fue complicada. Según su testimonio, no fue fácil «sobrevivir siendo gay». Superó esta dificultad como muchos otros de sus predecesores, trasteando con los ordenadores. «Aprendí a destripar mi Mac a los 8 años», recuerda. De origen judío, vegetariano e hipocondriaco, ingresó en la prestigiosa Universidad de Standford -y aquí salieron, por ejemplo Page y Brin-, para estudiar Ciencias de la Computación. Como Steve Jobs o Bill Gates, no terminó sus estudios. Prefirió centrar sus esfuerzos en su primera empresa, Loopt, que permitía compartir la ubicación de forma selectiva con otras personas. Tenía 19 años y sería su primer pelotazo. La vendió por 43 millones de dólares, bastante menos de lo que esperaba.

Su siguiente proyecto fue el capital riesgo. Entró a formar parte de Y Combinator, una incubadora de star-ups que ha financiado firmas como Dropbox, Reddit o Airbnb. Pasó a dirigirla con 28 años. Con el regusto amargo de ese primer proyecto, hizo una segunda apuesta, que es la que le ha hecho conocido a nivel mundial, Open IA, la entidad que está detrás de ChatGPT. Nació en una cena mantenida en 2015 con Elon Musk, Peter Thiel -un influyente multimillonario ultraliberal muy cercano a Trump y cofundador de Paypal con Musk- y otros gurús de la tecnología. Querían competir con Google en el campo de la Inteligencia Artificial. Pese a su enorme popularidad, el año pasado facturó solo 28 millones de dólares y tuvo unas pérdidas de 540 millones. «No me preocupa nada», reconoció en una entrevista con XL Semanal.

Publicidad

Tiene dos McLaren y dice que no le preocupa el dinero

Suele insistir que el dinero no es una de sus preocupaciones. Dice que con su casa de San Francisco, sus cinco coches -entre ellos dos McLaren y un viejo Tesla-, su rancho en el sur de California y una reserva de diez millones de dólares le basta. El resto, para «mejorar a la humanidad». Aquí encaja su proyecto Worldcoin, que pretende recopilar los datos del iris de 30 millones de personas. El objetivo inicial era utilizarlo para repartir una renta básica universal para paliar las pérdidas de empleos causados por las nuevas herramientas de la Inteligencia Artificial que él mismo ha ayudado a impulsar. Ahora ha olvidado un tanto esta utópica idea para centrarse en crear con esa información identidades digitales que no puedan ser falsificadas. Cada iris presenta una serie de rasgos únicos y que no cambian a lo largo de la vida. Para convencer a los interesados, ofrece su propia criptomoneda, dinero en metálico y en países como Indonesia, camisetas y Airpods. Hasta el momento no le va del todo bien. Solo ha convencido a 2,2 millones de personas en todo el mundo, 150.000 en España.

Cuando no está ocupado con sus empresas -también ha invertido en proyectos tan diversos como Retro Biosciences, que busca alargar diez años la esperanza de vida, y Helion, que investiga en la fusión nuclear, la promesa de una energía limpia e ilimitada-, es un 'preparacionista' declarado. «Intento no pensarlo mucho, pero tengo pistolas, oro, yoduro de potasio, antibióticos, baterías, agua, máscaras antigás del ejército israelí y un rancho en el sur de California al que puedo volar», explica.

Publicidad

Su autoconfianza también llama la atención. Se ha comparado con Galileo -«Las ideas mayoritarias suelen ser correctas […]; pero son las ideas impopulares las que mueven el mundo»- y ha comentado en sus redes que «la confianza en uno mismo es inmensamente poderosa. Las personas más exitosas que conozco creen en sí mismas casi hasta el punto de engañarse». Ha sonado como futuro gobernador de California. También lo fueron Ronald Reagan y Arnold Schwarzenegger.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad