1.800 universitarios pierden la beca del Gobierno vasco por sus bajas calificaciones
La cifra de alumnos que perciben la ayuda cae por tercer año consecutivo hasta llegar a los 9.587 beneficiarios, un 15% menos que en 2020
Casi 1.800 universitarios vascos perdieron el pasado curso la beca que recibían del Gobierno vasco por no aprobar el mínimo de créditos -es decir, ... asignaturas- que marca la normativa. La ayuda, que no es compatible con la que otorga el Ministerio de Educación, puede cubrir distintos conceptos, desde material hasta transporte, residencia o la matrícula. En algunos casos alcanzan hasta los 6.000 euros.
En los últimos años son cada vez menos quienes obtienen la beca. Desde el curso 2020/21, cuando hubo 11.294 beneficiarios, la cifra no ha dejado de caer hasta llegar a los 9.587 en 2023/24. Es un descenso del 15% en apenas cuatro años. Y ello pese a que el número de solicitudes no para de crecer. El curso pasado, por ejemplo, se registraron 20.400, medio millar más que un año antes, según datos aportados por el Departamento de Ciencia, Universidades e Innovación que dirige el exrector de la UPV/EHU Juan Ignacio Pérez Iglesias.
En un contexto de incremento del coste de la vida, ¿por qué las ayudas llegan cada vez a menos gente? Miren Artaraz, directora de Política y Coordinación Universitaria, explica que los criterios para adjudicar las becas son de dos tipos: «económicos y académicos».
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El primero está claro. El Ejecutivo autonómico publica cada año una serie de umbrales de renta máxima, en función del número de miembros computables de la unidad familiar, que dan acceso a las ayudas. Hay 24 tramos distintos. Por ejemplo, una familia compuesta por cuatro miembros solo puede pedir beca si tiene una renta menor a 42.835 euros.
El principal motivo para denegar la solicitud es, precisamente, superar el límite de ingresos. Así sucedió el curso pasado en 7.960 casos. El Gobierno vasco ha incrementado para este año en un 5% los umbrales, «con el fin de que podamos abarcar el mayor número posible de familias», señala Artaraz. Su previsión es que este año las ayudas lleguen a más hogares.
A diferencia de otras convocatorias, en el caso de las becas universitarias el Gobierno reserva una partida -desde 2020 ha sido siempre de 28,5 millones de euros- pero existe la posibilidad de ampliar el crédito si no resultara suficiente para atender a todos las familias que, cumpliendo los requisitos, solicitan la ayuda. No obstante, esto no ha sido necesario en los últimos años.
Viviendas y valor catastral
Otras dos razones habituales para rechazar una solicitud tienen que ver con el patrimonio familiar. La normativa indica que sólo se pueden tener dos viviendas en propiedad y que el valor catastral de todas las fincas urbanas propiedad de la unidad convivencial -una vez descontada la vivienda habitual- no puede superar los 42.900 euros. En el curso 2023/24, se denegaron 693 peticiones por el primer motivo y 878 por el segundo.
Estas cifras no se acercan, ni por asomo, a las denegaciones por motivos académicos. El año pasado, 1.777 alumnos perdieron la ayuda por no aprobar el mínimo de créditos. El listón es distinto en función de la rama del conocimiento. Por ejemplo, en Ingeniería y Arquitectura los estudiantes deben superar el 60% de los créditos en los que estén matriculados; en Ciencias, el 65%; y en Ciencias de la Salud, Ciencias Sociales y Jurídicas, y Artes y Humanidades, el 75%.
Eso sí, los estudiantes deben apuntarse, como mínimo, a 60 créditos, lo cual equivale, en la mayoría de carreras, a un curso completo. «Los recursos son limitados, y debemos tener cierta garantía de que quienes reciben la ayuda van a sacar el grado con éxito», abunda Artaraz.
Precios «disparados»
A la luz de estos datos, Iñigo Ugedo, presidente del Consejo de Estudiantes de la UPV, señala que «quizás habría que replantear el sistema de becas o revisar los precios públicos de la matrícula». A su juicio, es «probable» que muchos de esos estudiantes que pierden la beca están matriculados en las ramas de Ingeniería y Arquitectura, que también registran las tasas más altas de abandono y suspensos. El precio de las terceras y cuartas matrículas «se dispara» en comparación con la primera, que suele rondar los 1.100 euros. «Me parece curioso que en la universidad pública haya que pagar esas cantidades», asegura.
«Claro que una Ingeniería tiene que ser exigente, pero cuando las tasas de aprobados no superan el 20 o 30%, quizás estemos ante un problema de base ajeno a los estudiantes», indica. En su opinión, sería «preocupante y grave» que alumnos en esta situación estén perdiendo la ayuda por este motivo. «Sería una injusticia», afirma, ya que «hay quien depende de la beca para poder pagar la matrícula».
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