El colectivo LGTB de Euskadi denuncia que «la pandemia y el discurso del odio han agudizado la homofobia»
El colectivo LGTBI cree que Euskadi sigue siendo tolerante, pero identifica amenazas que «ya creíamos superadas»
«Me llevé un gran disgusto. Lo primero que pensé es que iba a perder la libertad de la que había disfrutado desde los 21 ... años, cuando salí de mi pueblo». El día que su empresa le comunicó que le trasladaba de Madrid a Vitoria fue «horrible» para Manuel Ortiz. «La capital es un sitio en el que una persona LGTBI se siente muy arropada y segura. De pronto me mandaban a una ciudad que no conocía, al norte... Era volver a empezar de cero, con el miedo que eso entraña en todos los sentidos y estoy hablando, también, del temor a ser señalado o estigmatizado».
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Dos años después, Manuel disfruta de un momento personal «espléndido» en la capital alavesa. «He encajado perfectamente. Vitoria es una ciudad tolerante. Euskadi, sus gentes, también lo son, salvo algunas excepciones. Es verdad que todo es mejorable. Sabemos que queda mucho camino que recorrer porque la homofobia o la discriminación está arraigada en la educación y en la cultura y afloran en cualquier esquina», advierte este joven consultor.
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«Mi hijo Ekain no vive desde la muerte de Samuel»
Un dato más científico avala la percepción de Manuel sobre la sociedad vasca. El observatorio Ikuspegi ha comenzado a preguntar sobre la actitud de los ciudadanos de Euskadi hacia las personas en función de su identidad y orientación sexual. Las mujeres muestran un grado de tolerancia hacia el colectivo LGTBI de entre el 7,63 y el 8,38, sobre 10. En el caso de los hombres, estos valores descienden ligeramente (7.51 y 8,18).
Hasta aquí la fotografía general. El problema, advierten los activistas, es que se está produciendo un fenómeno preocupante que tiene que ver, en parte, con el momento social. La homofobia lleva tiempo ganando terreno en nuestras calles. Su cara más cruda sale a relucir con incidentes como el que tuvo lugar en la madrugada del domingo pasado en Bilbao, cuando un hombre persiguió y golpeó a una pareja gay que se besaba en la plaza Unamuno. A principios de junio, Ekain, un chico de Basauri, también fue agredido por su orientación sexual. Nadie lo quiere verbalizar pero dentro de la comunidad LGTBI hay temor a que un escalofriante suceso como la muerte a golpes de Samuel en A Coruña pueda darse también en Euskadi. De hecho, los delitos de odio contra este colectivo no paran de crecer en los últimos años.
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En 2020, la Ertzaintza contabilizó 50 casos, según el informe anual que recoge Unesco y la UPV/EHU. En 2018, habían sido 39 por los 14 de 2014. Es decir, se aprecia una clara tendencia al alza. Y eso que «muchos casos no se denuncian». ¿Por qué se ha producido este cambio? Puede haber varios factores, pero se apunta a dos: uno más estructural y otro más coyuntural. Las asociaciones que trabajan por la igualdad hablan del ascenso de la ultraderecha y también de la situación social que se vive por la emergencia sanitaria. «Entre muchas de las situaciones que se han dado, nos gustaría poner el foco en todas aquellas personas que se han visto en la obligación de 'rearmarizarse' en su propio entorno convivencial», apuntan desde Berdindu, el servicio de información y asistencia al colectivo LGTBI auspiciado por el Gobierno vasco. Es decir, la pandemia ha hecho que muchas personas hayan dado un paso atrás a la hora de mostrarse con naturalidad. En cierta medida porque han tenido que regresar al entorno familiar por problemas económicos o personales y muchas han vivido o viven ahora en el «más absoluto desamparo e invisibilidad».
Clínica Jurídica UPV/EHU
Óscar Arroyuelo
«El lenguaje odioso está contribuyendo a que las palabras se vean luego reflejadas en actos lesivos contra las personas o sus propiedades»
Juez decano de Bilbao
Aner Uriarte
«A los jueces no se nos puede poner como excusa. Estamos preparados y tenemos un código penal que resulta útil, no veo necesario cambiarlo»
Director de Zinegoak
Pau Guillén
«La respuesta institucional y social que se da en Euskadi a determinadas agresiones es potente y es la correcta»
También se está produciendo un efecto de tensión social, lo que está teniendo un reflejo en el aumento de las agresiones. De forma llamativa se aprecia un aumento de la homofobia en entornos urbanos muy por delante de los rurales, cuando existe la idea arraigada de que las grandes urbes han sido siempre más tolerantes. Lo tiene claro Óscar Arroyuelo, activista LGTBI y miembro del consejo de dirección de la Clínica Jurídica por la Justicia Social de la Facultad de Derecho (UPV/EHU). «La ciudad es también el espacio de mayor violencia hacia el colectivo, como lamentablemente, estamos comprobando casi a diario desde antes, pero sobre todo desde el final del confinamiento».
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En opinión de Arroyuelo, «el auge de los discursos odiosos y de odio están contribuyendo a que las palabras se vean luego reflejadas en actos lesivos contra las personas y contra sus propiedades. El incremento en los datos que confirman esta espiral coincide en el tiempo con el crecimiento electoral de la extrema derecha y con su entrada en todo tipo de instituciones», valora.
Este es un planteamiento que comparte el colectivo LGTBI. En Euskadi, «afortunadamente», se dan algunos matices. La presencia de partidos como VOX es casi testimonial. En este sentido, hay quien aprecia que en el País Vasco la situación es mejor que en otros lugares. «Ahora vivo en la Comunidad Valenciana, pero he estado 10 años en Bilbao», asegura Pau Guillén, director saliente del festival cultural Zinegoak. «La respuesta institucional y social que se da en Euskadi a determinadas acciones violentas es muy potente y es la correcta. También hay un ecosistema cultural y una defensa de la cultura muy importante. Es algo que echo de menos en otros sitios», asegura. En opinión de Guillén «hay partidos que están haciendo una defensa de algo que pensamos que estaba superado». Y la comunidad LGTBI advierte de que esto supone «una amenaza para la convivencia».
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EN SU CONTEXTO
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50 denuncias por delito de odio contra el colectivo LGTBI hubo en 2020 en Euskadi. En 2018 habían sido 36, y 14 en 2014. La tendencia al alza es evidente.
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Lesiones y amenazas El 30% de los delitos de odio estudiados tienen que ver con lesiones. Las amenazas suponen el 22%, mientras que el trato degradante y las coacciones suponen otro 12%.
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18% de los delitos de odio tienen como escenario Bilbao. Vitoria concentra el 14%, mientras que Barakaldo es el tercer municipio con un 8%.
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Borrador de nueva ley Nueve asociaciones se han unido en el proyecto (Observatorio Vasco LGTBI+ Behatokia) para promover una ley integral que proteja los derechos de este colectivo.
Cambiar la legislación
El Observatorio Vasco LGTBI reclama una nueva ley integral que preserve derechos que se creían ya conquistados y promueva «una igualdad real». Euskadi es la única comunidad sin una norma específica y hay quien pide directamente un endurecimiento de las leyes penales y una mejora del funcionamiento del sistema judicial para hacer frente a estos delitos. El juez decano de Bilbao, Aner Uriarte, tiene claro que «no se puede echar la culpa a los magistrados» en este ámbito. «Los jueces vascos estamos preparados y tenemos instrumentos legales en nuestra mano para perseguir los delitos de odio, que, por otro lado, en lo que se refiere a la comunidad LGTBI, no hemos visto que se haya producido un aumento alarmante en los procesos de instrucción». Con todo, Uriarte reconoce, como ya hiciera la Fiscalía de Gipuzkoa, que es necesaria una modernización de los sistemas informáticos de la Judicatura para que los diferentes estamentos intercambien información de forma más fluída y el sistema actúe de manera más coordinada. Esto también redundaría en una mejor gestión y persecución de los delitos de odio.
La comunidad LGTBI no quiere perder el terreno que ya ha conquistado. Algunos aprecian un cambio de actitud. «Ahora es posible que haya más incidentes porque la gente ya no está dispuesta a agachar la cabeza y se denuncia más, que es lo que hay que hacer», dice Guillén. En ciudades como Bilbao, por ejemplo, el colectivo está logrando regenerar zonas de la ciudad necesitadas. Es el caso de San Francisco y Bilbao la Vieja, donde se han puesto en marcha proyectos culturales y sociales de entidad relacionados con la diversidad.
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También hay que considerar el impacto económico. Bilbao está cerca de abrir un hotel orientado en exclusiva al turismo 'gay-friendly'. Es el que la cadena Axel Hotels quiere poner en marcha en la Merced. Y el Ayuntamiento de la villa y la Diputación vizcaína editaron hace tres años una guía turística que tenía por objetivo captar a este tipo de viajero, cuyo perfil responde al de una persona con un poder adquisitivo por encima de la media.
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