La UPV cultiva trigo de laboratorio para mitigar el efecto dañino de los fertilizantes
Una investigación frena la contaminación por nitratos en la atmósfera y el agua en la producción intensiva de cereales muy demandados
El trigo es uno de los cultivos que sustenta la alimentación mundial. Su demanda y producción ha aumentado en los últimos cuatro años sin tener ... en cuenta las consecuencias derivadas de la guerra en Ucrania, país que ya fue bautizado hace tiempo como 'el granero de Europa'. Se estima que en todo el mundo se dedican 250 millones de hectáreas a la siembra de este cereal y es impensable mantener esa alta producción de calidad de grano sin aplicar fertilizantes, especialmente los nitrogenados, aquellos en cuya composición está presente el nitrógeno.
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Este es un nutriente esencial para todos los organismos, muy abundante en la naturaleza, constituyendo el 78% de la atmósfera. Es aplicado en la agricultura en forma amoniacal o nítrica, pero no todo el amonio y nitrato que se aporta es absorbido por los cultivos. El proceso de nitrificación del suelo hace que el amonio se convierta en nitrato, y al ser muy soluble en agua, llega con facilidad a los acuíferos y a los ríos y mares, pudiendo producir eutrofización, la contaminación que está sufriendo el Mar Menor, debido al exceso de nutrientes que hace que organismos crezcan en abundancia y se agote el oxígeno. Parte del nitrógeno se puede emitir a la atmósfera en forma de óxido nitroso, un gas con efecto invernadero mucho más potente que el CO2.
Es impensable mantener esa alta producción de calidad de grano sin la aplicación de fertilizantes
Debido al continuo crecimiento de la población y a la alta demanda de trigo, se necesitan fertilizantes para conseguir una agricultura altamente productiva, pero a la vez se hace más imprescindible todavía mitigar los efectos dañinos que producen en el medioambiente. «Sin fertilización nitrogenada, bajaría mucho la producción de los cultivos por hectárea. Esto haría que no fueran rentables para el agricultor y además, ocasionaría un problema de abastecimiento mundial. Por otro lado, hay que minimizar el impacto ambiental derivado de una mala gestión de la fertilización. Para ello hay que adecuar el tipo de fertilizante, la dosis, su momento de aplicación y el manejo del suelo, favoreciendo el mínimo laboreo, junto a la selección de variedades más eficientes», explica la catedrática de Fisiología Vegetal Carmen González Murua.
Ella es la investigadora principal del grupo NUMAPS de la UPV, (Manejo de la Nutrición en Suelo y Planta), que lleva trabajando en inhibidores de la nitrificación y en los mecanismos de asimilación del amonio en las plantas desde hace dos décadas. Junto a un grupo de investigación de México, el CIMMYT, y otro de Japón, JIRCAS, han logrado que trigos de alto rendimiento tengan la capacidad de inhibir la nitrificación del suelo, haciendo que el cultivo pueda tomar de manera más eficiente el nitrógeno «sin perjudicar al resto de seres vivos que conviven en ese hábitat».
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Un trabajo premiado
Lo han logrado en el laboratorio aprovechando las características de producir moléculas que son capaces de inhibir la nitrificación del suelo (BNI) presentes en el sorgo y en el arroz, y también en otras especies vegetales poco productivas, en concreto el Leymus racemosus, conocida como centeno silvestre. Mediante diez cruces, más de diez generaciones, con diversos trigos de élite, capaces de producir 10.000 kilos por hectárea, consiguieron transferir esa capacidad a las variedades actuales.
Esto, que se está estudiando para otro tipo de cultivos, entre ellos el maíz, permite un mayor aprovechamiento del fertilizante para la planta. «También tendría un menor impacto ambiental en los acuíferos, supondría un descenso de las emisiones gaseosas a la atmósfera y mejoraría la productividad de los cultivos, repercutiendo a la vez en la salud del suelo», destaca González Murua. La investigación les ha hecho merecedores del Premio Cozzarelli.
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