Glasgow toma el relevo de Madrid y acoge la celebración de una nueva edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático ( ... COP26), en la que los distintos países y agentes abordarán de manera conjunta la crisis climática. Los objetivos marcados son ambiciosos, entre los que quisiera destacar, por una parte, la urgencia por asegurar la neutralidad climática para 2050, como única opción para mantener la posibilidad de limitar el aumento de temperatura por debajo de 1,5ºC a final de siglo XXI y, por otra, promover la adaptación climática con el fin de proteger las comunidades y los hábitats naturales. Para ello, los países deberán presentar planes disruptivos de reducción de emisiones para 2030 y que estén alineados con el cero neto para mediados de siglo y planes de adaptación que protejan y restauren sus ecosistemas.
Así, se espera que esta próxima cumbre suponga un punto de inflexión para acelerar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. El acuerdo consecuente tendría que ser lo más global posible, con compromisos firmes y sinceros de, al menos, las mayores economías del mundo. Entre los temas que se deben abordar y, sobre los que se deben encontrar soluciones globales plasmados en acuerdos y planes concretos de acción, me gustaría resaltar: acelerar la eliminación del carbón, impulsar la implantación sistemática de la economía circular en el modelo económico, fomentar la inversión en energías renovables, reducir la desforestación, restaurar ecosistemas y lograr que las infraestructuras, los asentamientos urbanos y la agricultura sean más resilientes.
Ante este reto mundial, Euskadi es una de las regiones europeas a la cabeza en el objetivo de alcanzar la transición energética y económica. Por ejemplo, desde 2005 las emisiones de gases de efecto invernadero se han reducido un 26% en la Comunidad Autónoma del País Vasco, y las emisiones de CO2 podrían además reducirse un 40% hasta 2050 si se aplican sistemáticamente estrategias de Economía Circular. En la actualidad se calcula que la Economía Circular supone el 1,12% del Producto Interior Bruto vasco, con unos ingresos anuales de 764 millones de euros y el 2,08% del total de empleos de Euskadi, y se prevé que para 2030 la facturación generada por productos y servicios circulares superen los 10.000 millones de euros.
La apuesta del Gobierno vasco por el Medio Ambiente como palanca para vertebrar el desarrollo económico tiene su reflejo en la Agenda Euskadi 2030 y en el marco estratégico Basque Green Deal, que engloba todas las iniciativas que se están promoviendo para impulsar la transición verde entre las que destacamos la Estrategia de Cambio Climático 2050 (Klima 2050) y la Estrategia de Economía Circular del País Vasco 2030.
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