Así fueron los ataques de osos en los que resultaron heridos dos bilbaínos
Son dos de los nueve casos registrados en España en los últimos 25 años. Ocurrieron en Palencia en 1999 y 2012
El 30 de diciembre de 1999, J.M.V., un biólogo bilbaíno de 35 años, se adentró en la Montaña Palentina durante sus vacaciones navideñas. ... Cuando cruzaba un hayedo en las inmediaciones de la pedanía de Casavegas, se encontró con las huellas en la nieve de un oso. Por su tamaño, se trataba de un macho adulto. Con experiencia en el seguimiento de estos plantígrados -había participado como voluntario en el rastreo de uno de estos animales radiomarcados en la zona de Riaño durante los años 80-, decidió continuar. Unos metros más adelante, en una zona de arbolado más denso, dio con el enorme animal, que estaba recostado sobre la nieve -encamado, como dicen los especialistas-.
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Cuando se encontraba a una distancia de diez metros, el oso se abalanzó a grandes saltos sobre él. JMV cayó al suelo, donde el animal le mordió en el muslo izquierdo. Pese a su experiencia -los expertos recomiendan cubrirse la cabeza y permanecer inmóvil en estas situaciones-, comenzó a golpearle en la cabeza con los prismáticos que llevaba. Solo cuando se rindió y se quedó inmóvil cesó el ataque. Con la vena femoral de su pierna izquierda afectada y un importante desgarro muscular, J.M.V. fue capaz de hacerse un torniquete y caminar hasta Casavegas, una localidad situada a 131 kilómetros de Palencia que en la actualidad solo cuenta con 8 habitantes. Allí recibió el auxilio de los escasos vecinos del lugar para ser trasladado después al Centro de Salud de Cervera de Pisuerga. Tras realizarle una primera cura, fue trasladado al Hospital General Río Carrión de Palencia y desde allí, a la Unidad de cirugía Cardiovascular del Hospital Clínico de Valladolid, donde fue intervenido quirúrgicamente para repararle el desgarro de la vena femoral y la contusión de la arteria femoral. No recibiría el alta hasta mediados de enero.
Así fue el primero de los nueve ataques de oso pardo registrados en España en los últimos 25 años. Sin víctimas mortales certificadas, todos estos incidentes fueron encuentros que sorprendieron a los plantígrados, que reaccionaron de forma violenta, lanzaron un ataque de solo unos segundos y huyeron a continuación. Solo en uno de los casos se trató de una osa que reaccionó al sentir que sus oseznos corrían peligro.
«¡Un oso!»
Doce años después, el 27 de septiembre de 2012, a las doce del mediodía, tres montañeros de Bilbao de mediana edad paseaban despreocupados por esa misma Montaña Palentina. Tras haber dejado el coche en el pantano de Ruesga, emprendieron su ruta hacia el collado de Brañosera con el objetivo de llegar hasta la Tejeda de Tosande. Cuando se hallaban a medio camino, vieron a un grupo de buitres volando en círculo. De repente, J.S.B., un funcionario de la Diputación de Bizkaia de 48 años que iba en cabeza, oyó un ruido que procedía de un matorral situado a una decena de metros. «Pensé que era un ciervo», relató a los trabajadores de la Fundación Oso Pardo, una ONG fundada en 1992 con la misión de proteger a estos animales y que ha recogido información pormenorizada de todos estos incidentes. Se equivocaba. Se trataba de un oso de tamaño mediano de color negro que avanzaba a la carrera hacia él.
«¡Un oso!», gritó para avisar a sus compañeros. Sin tiempo siquiera para asustarse, dio un paso atrás y cayó de espaldas al suelo. El animal tiró una primera tarascada al aire y a la segunda, le mordió en una de las botas, le zarandeó durante uno o dos segundos, y salió corriendo tras mirar en su huida a los otros dos montañeros, que se encontraban solo a dos metros de distancia. En total, el incidente duró unos cinco segundos.
Tras el ataque, los tres vizcaínos regresaron por su propio pie al coche y se dirigieron al centro de salud de Cervera de Pisuerga, donde comprobaron que el animal había clavado uno de sus colmillos entre el cuarto y el quinto dedo sin provocar ningún desgarro. Le dieron dos puntos, le pusieron la vacuna antitetánica y le recetaron un antibiótico que tomó durante una semana.
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