Apunten el móvil de la Federación
Lo de las entradas para la Final de Copa roza el surrealismo
Hace una semana hablábamos de lo injusto que era para los socios más veteranos del Athletic Club, y para las gentes no habituadas a Internet ... en general, que la única forma de apuntarse al sorteo de entradas para la Final fuera, exclusivamente, vía web. Pues les ha faltado tiempo a los de la Federación para rizar el rizo que no tiene Rubiales. Da igual que esté de vacaciones o cesado. En esa casa se bastan solitos para generar titulares. Y siempre malos. A qué mente obtusa se le habrá ocurrido la novedosa forma de presentar la entrada en La Cartuja. Primero debían ser nominativas e intransferibles. Ahora, además, digitales y con un sistema que no está claro. Pero tiene su explicación. La Federación vive en un mundo paralelo. En él La Cartuja es un campo de fútbol y no un estadio con pista de atletismo, repleto de más puntos ciegos que un laberinto. Y la Final de Copa es el día perfecto para plantarse en el torno con el móvil y rezar para que tenga batería, llegue la entrada, la máquina funcione y el empleado de turno lo valide. Es tal insulto a la inteligencia y a la decencia que vamos a analizarlo por partes.
Empecemos sobre su carácter nominativo. Dicen que es por seguridad y para controlar quién va. Además, ojo al dato, lo pensaron para evitar la reventa. El fraude. Me paro aquí porque habló de decencia la Tacones. Una Federación investigada desde hace décadas, con presidentes acusados de corrupción y acoso, con otros que ya han pasado por la cárcel y con gente que se pasa más tiempo sentada en los banquillos de los juzgados que en los del fútbol, le preocupa que seamos chorizos. O, al menos, presuntos chorizos. Hay que tener tragaderas para ingerir tamaña hipocresía. Pero nadie está obligado a ir. Así que lo aceptaremos, pese a que pueda resultar un problema. Desde que te haces con la entrada, con tu nombre, apellidos y DNI, puede suceder algo que te impida acudir. O que el día del partido pilles una diarrea que te deje clavado en el retrete. La pregunta es qué hacemos en ese caso. Porque todo apunta a que el asiento se quedará vacío. Muchas preguntas, ninguna respuesta. Y hay más. Lo de presentar entrada y carnet para acreditar que eres quien que debe entrar ya existía en los 80.
En San Mamés los días y mediodías del Club, así como los partidos que exigían suplemento, debías presentar el carnet, con nuestros datos y fotografía, a la vez que la entrada. Pero todo era en papel y se hacía rápido. En La Cartuja no. A la mente iluminada de la Federación se le ha ocurrido que sea digital. Si viajan en avión habrán comprobado que los billetes digitales no siempre funcionan bien. Uno de cada diez, lo cuento por experiencia, genera cierta angustia. La máquina no lee el código y la cola se alarga. Imaginen eso en un recinto donde quieren entrar miles de personas. Y no todo el mundo, no lo olvidemos, está acostumbrado a utilizar el móvil para tales menesteres. Lo que nos lleva al aparato en sí. En caso de que tenga un Nokia de aquellos que carecen de Internet ya puede buscar un bar en Sevilla donde ver el partido. Conozco a gente, amigos cercanos o el cómico Leo Harlem, que utilizan ese tipo de teléfono. Incluso hay gente que vive sin móvil. Ahora saldrá el listo diciendo que la culpa es suya por no tenerlo. Que se sepa, hasta ahora, no es obligado tener móvil e Internet en este país. Pero debo estar equivocado. La Federación quiere que tengamos, o caso contrario compremos, un móvil donde poder descargar la entrada. Que esa es otra. Con el cargador encima y buscando enchufe cual político en retirada. Y esto me lleva al tercer punto. El momento clave.
Cuando escribo estas líneas faltan dos semanas para la Final. Demasiado tiempo para un país que lo deja todo para el último minuto. Por ahora no se sabe cuándo podremos bajarnos la entrada. Dicen que el día del partido, para evitar el fraude. Otra vez los adalides de la decencia mirándonos con ojos de sospecha. Existe la idea de que sea en el momento. Delante del torno. Nada de bajar el PDF antes, porque podríamos mandarlo a alguien, revenderla o cederla. Ese es el panorama. Algo que tenía que ser una fiesta se ha tornado angustia por culpa del organizador. Y eso que se lleva una pasta. Si no fuera porque se aprovechan de nuestros sentimientos sería para montar otra entrega de «La escopeta nacional». Solo tengo clara una cosa. El móvil de la Federación. Meterse goles en su propia puerta. Y sin parar. No se explica de otra manera este absurdo suicidio. En fin, un saludo a los aficionados mallorquines. Si no podemos entrar a La Cartuja nos iremos de bares, brindando por el listo que parió esta idea.
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