El G20 concluye con un acuerdo de mínimos contra el cambio climático
Los países poderosos aspiran a contener el calentamiento a 1,5 grados y pactan dejar de financiar plantas de carbón
Dario Menor
Corresponsal en Roma
Domingo, 31 de octubre 2021
La cumbre del G20 de Roma, la primera cita presencial de los líderes mundiales tras el paréntesis de la pandemia, concluyó este domingo con un acuerdo de mínimos para afrontar la emergencia climática, probablemente el mayor desafío que afronta hoy la humanidad. Pese a la insistencia del anfitrión, el primer ministro italiano Mario Draghi, en presentar el documento final aprobado en la Ciudad Eterna como un «éxito extraordinario», la realidad es que el texto retoma varios compromisos anteriores para tratar de frenar el calentamiento global y rebaja las grandes expectativas que había generado esta cita, antesala de la cumbre del clima convocada en Glasgow por la ONU (COP26).
Son en particular cuatro los puntos de la declaración final del encuentro del G20 para intentar frenar el cambio climático. El primero es evitar que la temperatura global del planeta aumente en más de 1,5 grados centígrados, aunque el texto recurre solo a unas vagas «acciones efectivas» para limitar esa cifra, ya fijada en la cumbre sobre el clima celebrada en París en 2015. El segundo acuerdo de la cita de este fin de semana en Roma es la creación de un fondo internacional que debe dedicar 100.000 millones de euros anuales hasta 2025 para financiar la transición ecológica en los países con menos recursos.
También este es un compromiso ya mencionado en citas anteriores, aunque hasta el momento las naciones ricas apenas se habían rascado el bolsillo para cumplir con él. Italia, que ejercía de anfitrión en la cumbre al tener este año la presidencia transitoria del G20, intentó predicar con el ejemplo y aseguró que dedicará 1.400 millones de euros para este fondo. Se espera ahora que otras naciones, comenzando por Estados Unidos, se sumen a la lluvia de millones para la 'revolución verde' que hará falta para que los países con menos recursos no basen su desarrollo en los combustibles fósiles, sino en energías renovables.
Aunque en la antesala del G20 se especulaba con la posibilidad de que la cumbre concluyera con un compromiso para alcanzar las emisiones cero de gases contaminantes en 2050, como pretenden la Unión Europea y Estados Unidos, el documento final recurre a una fórmula mucho más vaga: «Alrededor de mediados de siglo». Grandes contaminadores como China, India y Rusia, que suponen de manera conjunta el 40% de las emisiones totales del planeta, presionaron para que el documento final no incluyera una fecha concreta. El Gobierno de China, cuyo presidente, Xi Jinping, participó en la cumbre por videoconferencia, ya había anunciado que no estaba dispuesto a llegar a ese compromiso antes de 2060. En la misma línea se mostró el líder ruso, Vladímir Putin, que tampoco viajó a Roma e intervino a distancia en las conversaciones.
En su intento por presentar el resultado de la cumbre como un éxito, Draghi aplaudió las cesiones realizadas por las delegaciones de Pekín y Moscú para aceptar las limitaciones a las emisiones que impone el documento final. «Me esperaba una actitud más rígida de China», comentó el anfitrión de la cumbre, subrayando los «notables sacrificios, que no resultan fácil de mantener», que tendrán que hacer chinos y rusos para que la temperatura global del planeta no suba más de 1,5 grados respecto a la época preindustrial.
Sin carbón
«China produce la mitad del acero mundial y muchas de sus acerías funcionan con carbón. No será una transición fácil», reconoció. El cuarto punto sustancial de la declaración final para tratar de frenar el calentamiento global es la decisión de dejar de dedicar dinero público para la financiación de plantas de generación de energía eléctrica que utilicen carbón, pues resultan altamente contaminantes. Los participantes en la cumbre aseguran que cumplirán con este punto de manera inmediata: antes de finales de 2021.
Con esta combinación de decisiones, Draghi se mostró convencido de que pueden estar satisfechos los militantes medioambientales que empujan desde las calles a los políticos para que se tomen en serio el desafío del cambio climático. «Muchos dicen que están cansados del 'bla bla bla', pero yo creo que con esta cumbre hemos llenado de sustancia las palabras», dijo, haciendo referencia a las críticas lanzadas por la activista sueca Greta Thunberg.
También se mostró satisfecho el presidente estadounidense, Joe Biden, que aseguró que se habían logrado resultados «tangibles» en el clima, la pandemia y la economía. «No vamos a pasar de la noche al día a las energía renovables, pero de momento dejaremos de financiar el carbón. No es realista dejar de utilizar de golpe la gasolina y el gas, pero llegaremos a las emisiones cero en 2050», prometió el líder estadounidense. El príncipe Carlos de Inglaterra, que participó en un encuentro sobre cómo la iniciativa privada puede contribuir a luchar contra el cambio climático, recordó que las decisiones que se toman hoy afectarán «a generaciones que todavía no han nacido».
La organizaciones de la sociedad civil reaccionaron con frialdad a las conclusiones del encuentro de Roma. «Pese a algunos pasos adelante, los resultados no han estado a la altura de los grandes desafíos globales, como la crisis climática y la pandemia. Hay que pasar de las palabras urgentemente a las acciones», exigió Save the Children, que pidió un mundo «más justo, más sano y más verde» para los niños. Emily Wigens, directora de la Unión Europea de la organización One Campaign, aseguró por su parte que la cumbre no había logrado marcar un punto de inflexión con la pandemia. «Al G20 no le cuesta nada hacer promesas y no cumplirlas pero estas promesas si que cuentan para los países que están sufriendo más severamente la consecuencias de la pandemia», denunció Wigens.