«No he venido para ser el gerente del Gobierno vasco, quiero liderar el país»
«¿Ideología? La de PNV y PSE, pero sobre todo gobernar para todos y pensar en el conjunto de Euskadi», avanza el recién investido lehendakari
Si estuviéramos hablando de un entrenador de fútbol, podríamos decir que Imanol Pradales (Santurtzi, 1975) es eminentemente resultadista. Pero como es lehendakari, el sexto de ... la democracia y el quinto del PNV, diremos que quiere construir el relato de sus cruciales cien primeros días sobre la «ambición» de país. Con un ritmo frenético de entrevistas -las públicas y las que mantiene en privado con los principales referentes económicos y empresariales- cuenta que estuvo tres horas recorriendo Ajuria Enea y Lehendakaritza con su predecesor, Iñigo Urkullu, para dejar bien atados todos los cabos del traspaso de poderes.
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Aunque evita rigurosamente enmendar la plana de forma directa al Gobierno saliente, todo su discurso huele a nuevo, a revulsivo concienzudamente estudiado. Habla Pradales, sí, de resultados, de liderazgo, de competir en el mercado, de hacer atractiva la política, de un «proyecto de transformación» de Euskadi a medio y largo plazo. Y lo subraya con esa misma determinación que parece haber hecho marca de la casa: «No he venido a ser el gerente del Gobierno, he venido a liderar el país».
- ¿Cuál es la primera medida efectiva que pondrá en marcha?
- Una ronda con los partidos políticos y los agentes sociales para darles a conocer el programa de gobierno. Y abordar ya el Pacto Vasco de Salud. Me parece importante tener un plan de choque desde el primer día para mejorar la Atención Primaria y las listas de espera. Esos son los primeros deberes que nos hemos autoimpuesto.
- Se ha destacado el perfil técnico y gestor de su Gobierno, pero, ¿tiene también ideología? ¿Es de derechas, de izquierdas?
- Todo Gobierno tiene ideología, en este caso sustentada en la de PNV y PSE. Es un Gobierno pensado para gobernar para toda la ciudadanía. Tenemos que pensar en el conjunto del país, independientemente de los partidos que sustentan al Ejecutivo.
- También es el más amplio de la historia de Euskadi. ¿Es sostenible económicamente y, sobre todo, es manejable?
- Creo que sí. Es cuestión de buena coordinación y en ello me voy a empeñar. Es importante saber por qué diseño un Gobierno con 15 carteras: obedece a las demandas de la sociedad vasca y a la necesidad de focalizar algunas cuestiones. Pongo tres ejemplos: tenía lógica que hubiera un departamento sólo de Vivienda desde el punto de vista de la demanda social. El problema de la PAC, las protestas del mundo agrícola, las tractoradas... exigían también dar más protagonismo al sector primario. Y otro departamento de nueva creación que conecta con una reflexión que tenía hecha hace tiempo: tenemos un buen sistema universitario vasco pero no es puntero ni está conectado con la vanguardia de los sistemas universitarios y científicos en Europa. Y, aunque somos pequeños y no podemos pegarle a todo, si queremos estar a la vanguardia debíamos dar un salto cualitativo en ese ámbito. Y eso exigía dividir la consejería de Educación y crear otra de Ciencia, Universidades e Innovación.
- Y la necesidad de dar más peso a sus socios del PSE, ¿no?
- Es obvio que el PSE ha tenido mejores resultados y exigía un peso relativo superior. Pero el diseño es el que yo tenía en la cabeza, está muy pensado, y exigía ampliar carteras.
- La sensibilidad emocional, el llamamiento a hacer política pensando «en los ojos de la gente»... ¿Puede acabar cayendo en el buenismo?
- Lo que hay que hacer es practicarlo. Hay que pasar de las musas al teatro y dar ejemplo el conjunto del Gobierno, empezando por el propio lehendakari, y acercarnos a la sociedad civil organizada. Escuchar a todos los sectores y pisar calle.
- Otro riesgo de los gobiernos primerizos es el adanismo. Habló usted de que «la nueva Euskadi está en marcha». ¿Qué significa eso exactamente?
- La nueva Euskadi hay que construirla. Tengo claro que no he venido a hacer de gerente, de director general del Gobierno vasco, he venido a liderar el país y las transformaciones que requiere. Hay problemas de gestión a corto plazo a los que debemos prestar atención. Pero a mí me corresponde pensar también en el medio y largo plazo del país, en las siguientes generaciones.
- Se le ve con más de una legislatura en la cabeza.
- Todo depende del respaldo de la sociedad vasca. Vamos a darnos tiempo y a pensar en acertar.
- ¿Para acertar hay que cambiar? El Deustobarómetro concluía que siete de cada diez vascos así lo exigen.
- Si algo sabemos hoy es dónde están las prioridades: salud, vivienda y seguridad ciudadana, un elemento que hay que tener muy en cuenta. Hay que ponerse a trabajar para dar la vuelta al calcetín. Por eso me parecía tan importante en el ámbito de la salud contar con una persona de prestigio que ha trabajado toda su vida en el sistema público, que conoce la casa. Tenemos que hacer un trabajo de escucha con los profesionales, además de recuperar la accesibilidad rápida al ambulatorio y reducir, sobre todo, la lista de espera quirúrgica, que es la que más tensión le genera a la gente.
«Tenemos que competir en el mercado por ser el sistema de salud al que quieran venir profesionales de fuera»
Consenso amplio
- ¿Se ha perdido el prestigio de Osakidetza, como reconoce el programa de gobierno pactado con el PSE? A usted no se lo hemos escuchado...
- Tenemos un buen sistema de salud y es innegable que tenemos una percepción social determinada sobre el acceso al sistema que deriva, en mi opinión, de los problemas en Atención Primaria y en las listas de espera. Sigue siendo un muy buen sistema y, en términos comparados, uno de los mejores del Estado, pero necesitamos resultados tangibles, y eso no se hace de un día para otro.
- ¿Coincide entonces con Urkullu, que en su último acto, la primera piedra del nuevo hospital de Mondragón, habló de «críticas injustificadas» al Servicio Vasco de Salud?
- Lo que creo es que nos influyó tremendamente el 'shock' pandémico en todos los sistemas de salud del mundo y también en el nuestro. La maquinaria de Osakidetza sigue siendo mejorable, así que no voy a entrar en esas cuestiones de críticas.
«Tenemos un buen sistema universitario pero no es puntero ni está conectado con la vanguardia»
- Que no haya médicos suficientes, ¿se soluciona sólo con más plazas en las OPE y con incentivos para no cambiar de ambulatorio? ¿O es una cuestión estructural?
- Es verdad que tenemos un déficit de médicos y de otros profesionales, pero tenemos que repensar modelos organizativos y de gestión. Necesitamos una política de atracción de profesionales quizás más... (larga pausa). No sé cuál es la mejor palabra para esto. Iba a decir ambiciosa pero no es la palabra. Tenemos que buscar incentivos adicionales para atraer profesionales a la Atención Primaria y a otras especialidades donde está complicado. Competir en el mercado sin titubeos por ser el sistema al que quieren venir profesionales de otras partes del Estado y de Europa.
- Su consejero de Salud ha reconocido que no habla euskera. ¿No avala eso el discurso de la oposición sobre las «excesivas» exigencias lingüísticas para consolidar plaza en Osakidetza?
- No hay que mezclar las cosas. Hemos conformado un Gobierno en el que mayoritariamente los consejeros son euskaldunes pero hay tres que no lo son. También es reflejo de la propia sociedad. Estamos absolutamente comprometidos con la normalización del euskera en la Administración. Soy poco dudoso de no apoyarlo porque mi propia trayectoria vital lo refleja: provengo de la Margen Izquierda, mis padres no son euskaldunes y he tenido el compromiso personal de hablarlo.
- ¿En la salud no se podrían buscar otras fórmulas?
- Tenemos que buscar cómo atraemos profesionales al sistema, independientemente de que luego busquemos fórmulas de euskaldunización de los médicos. Tenemos que hacerlo como hasta ahora, con un consenso social amplio. Se ha hecho ya así: no se ha impuesto el euskera a profesionales que tenían una determinada edad, se han establecido políticas de formación dando unas ventajas fantásticas para aprender euskera. Están entrando profesionales de otras partes del mundo que no saben euskera. No deberíamos hacer de esto un debate ideológico, aunque entiendo que la oposición quiera jugar a veces con estas cuestiones.
- Que haya situado como vicelehendakari a la consejera de Política Lingüística hace prever que el impulso al euskera será prioritario. ¿Se traducirá en una mayor exigencia para acceder a la función pública?
- El marco de trabajo a futuro es el nuevo decreto que se aprobó semanas antes de finalizar la anterior legislatura. Es un buen decreto, equilibrado, y tiene el consenso no sólo del PSE sino de otras fuerzas. Creo que sólo lo ha criticado abiertamente el PP.
- Pero, a estas alturas, con las políticas que se han aplicado, ha aumentado el conocimiento pero no el uso. ¿Alguna autocrítica?
- Los 40 años de normalización han sido muy relevantes, pero hay que hacer una reflexión para ver cómo podemos mejorar el uso social del euskera en el ámbito del ocio, la empresa o los medios de comunicación. La vicelehendakari (Ibone Bengoetxea) tiene mimbres para abordar esta cuestión, buscando el consenso con otras familias políticas del país.
- ¿Corre el riesgo Euskadi de convertirse en tres países en uno? ¿Va a liderar alguna medida para que la cohesión interterritorial mejore y se atenúen duplicidades y desigualdades?
- El país es uno, es único, aunque tenga un carácter casi confederal. Eso nos da también una singularidad enriquecedora. Tengo una reunión prevista con los tres diputados generales y con Eudel: les quiero transmitir que es importante que vayamos todos de la mano y a una. Hay que respetar las especificidades de cada uno, pero también tener una única voz como país en las grandes cuestiones, y ese es un objetivo que también me marco.
- ¿Defiende que las instituciones fichen a expolíticos y ex altos cargos (como Iturrate en el Euskalduna o ahora Erkoreka como asesor en el Gabinete de la diputada general Etxanobe) por afinidad ideológica?
- En relación con los nombramientos -no los llamaré fichajes- que otras instituciones deciden, no tengo nada que decir. Cada institución es dueña de sus propias decisiones y, por lo tanto, no tengo nada que decir.
«De los nombramientos de otros no tengo nada que decir. Cada institución es dueña de sus decisiones»
- ¿No transmite un mensaje de excesiva profesionalización de la política, de amiguismo, que le desmonta su llamamiento a volver a conectar con una sociedad que desconfía cada vez más de su clase política?
- Lo que estoy intentando trasladar con mis primeras decisiones es que he pretendido conformar el mejor Gobierno para atender las demandas de este país. Y en eso me quiero centrar. Tengo muy claro el objetivo que como lehendakari persigo. E insisto en que otras instituciones toman sus decisiones libremente.
- ¿Pero este tipo de comportamientos no alejan a los partidos de la gente y aumentan la desafección?
- Es mucho más profundo que todo eso. Por un lado se exige a la política que estén al frente de las instituciones los mejores. Pero a la vez generamos condiciones para que la política sea muy poco apetecible, muy poco atractiva.
- ¿Por qué?
- No es nada sencillo conformar un Gobierno con profesionales de prestigio que tienen que aparcar sus carreras para servir a su país. Sólo enamoras y seduces a determinadas personas si planteas un proyecto de transformación, que es lo que he intentado hacer yo. A su vez, los profesionales de la política también existen, precisamente porque a veces el mercado, como el del Athletic, es muy corto. Hay que hacer una reflexión sincera: queremos que al frente de las instituciones haya gente con capacidad y competencia pero luego les ponemos tales limitaciones para volver al mundo privado que conseguimos que, aunque estén dispuestos a venir perdiendo dinero, no lo hagan si no pueden volver a su trayectoria profesional previa. Hay que romper con ese círculo vicioso.
- ¿Está mal pagada la política?
- Tenemos unos niveles salariales que nosotros hemos decidido. Hemos puesto las reglas del juego. La reflexión está más en poder volver a la empresa privada porque si no podemos acabar profesionalizando todos los ámbitos públicos con políticos profesionales cuya extracción se va a limitar a dos ámbitos: el funcionarial y el universitario.
- ¿Teme choques con el PSE en Vivienda, teniendo en cuenta que defienden políticas distintas, las del PNV menos intervencionistas, y que ustedes rechazaron la actual ley vasca?
- No, porque hay un acuerdo programático. Temor, ninguno. Para nosotros era importante incorporar una línea de avales para la compra, porque era una forma de decirle a la sociedad que tenemos políticas de promoción de vivienda pública y favorecemos el alquiler pero no nos olvidamos de una parte de la sociedad que también existe. Queremos innovar: promover vivienda también desde los ayuntamientos, desde la iniciativa privada, que nos atrevamos a explorar nuevas fórmulas que funcionan en Europa, como el 'cohousing' o la cooperativa con cesión de uso.
- Pero la magnitud del problema es enorme.
- Hay que atreverse a hacer cosas distintas, pero no lo vamos a resolver de un día para otro porque la legislación nos está limitando: desde que la ley española se aprobó hace año y pico ha habido una retracción de la oferta del mercado de alquiler. Nos gustará más o menos, pero es la realidad y habrá que darle una vuelta desde el punto de vista legislativo.
«Desde que se aprobó la ley española se ha retraído la oferta de alquiler. Es la realidad y habrá que darle una vuelta»
- ¿Cómo es posible que los alumnos vascos saquen los peores resultados de su historia en el informe PISA pese a invertir más que nadie?
- Hay muchos indicadores y tenemos una buena educación, pero voy a ser exigente: me interesan los resultados. La consejera es consciente de ello. No soy experto en pedagogía, pero sí soy experto en una cuestión: quiero resultados de este Gobierno.
- ¿Por qué han cedido al PSE la política penitenciaria tras sólo una legislatura?
- Es fruto de la negociación política. Estoy tranquilo. Las bases están sentadas y el PSE puede tener una interlocución más rápida con los ministerios de turno.
- ¿Las pintadas contra Zupiria o el niño que simula disparar a la Guardia Civil demuestran que en convivencia queda mucho por hacer?
- Quedan pasos que dar, sí. La convivencia se gana día a día, teniendo una memoria crítica con el pasado y una memoria constructiva a futuro. Es responsabilidad de todos.
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