Urkullu teme que el bloqueo en Madrid trunque la recta final de su mandato
Las transferencias o el TAV son dos temas de primer nivel que seguirían paralizados durante meses si no hay investidura
El calendario es endiablado. El bloqueo político español está afectando de lleno al Gobierno vasco como quizá nunca antes lo había hecho en un ... momento clave para el mandato de Iñigo Urkullu, que afronta su recta final con el fantasma de una segunda prórroga presupuestaria sobrevolando Ajuria Enea. Si en 'casa' la situación es complicada, ahí fuera es terrible, aunque con visos de poder desbloquearse tras la decisión de Pablo Iglesias de renunciar al Consejo de Ministeros.
El daño, pese a todo, ya está hecho y ahora sólo queda buscar parapetarse para que el tsunami madrileño no se lleve por delante el 'oasis vasco', donde nada parece moverse a la espera de unas elecciones autonómicas que, salvo sorpresa, se celebrarán en primavera de 2020. «La situación es grave. Es un problema y la sociedad vasca debe saberlo», advirtió Josu Erkoreka en una reciente entrevista con EL CORREO. No hay interlocución política. Cómo no acordarse de Henry Kissinger y su célebre, «¿A quién llamo si quiero hablar con Europa?». En Madrid no hay nadie al otro lado del teléfono.
El portavoz del Ejecutivo autónomo, poco dado a las estridencias, se mostró muy duro al ser preguntado por la parálisis a la que podría verse abocada la Admistración vasca: «Hay asuntos importantísimos aparcados. Y no hablo sólo del desarrollo del autogobierno legalmente reconocido sino de un sinfín de cuestiones sectoriales. El TAV, por ejemplo, acumula un retraso importantísimo. Si prosperase la investidura ya estaríamos hablando de tres meses de interinaje. Si no, nos vamos ya a un paréntesis de cinco. Es grave. Y más para un Gobierno como el nuestro que, en pleno corazón de la legislatura, ve bloqueada una parte importante de su programa». Aunque ahora hay algo más de luz en el Congreso, la preocupación es enorme.
Un matiz. Erkoreka, en estas declaraciones, sólo se refirió al escenario de que haya investidura. Ya sea ahora (tres meses de retraso) o en septiembre (cinco meses). Eludió, casi como un anhelo, el escenario de una posible repetición electoral el 10 de noviembre. De consumarse la hipótesis más temida, supondría un escenario caótico para Urkullu y el PNV que no genera miedo, sino pavor, ya que el nuevo Gobierno no estaría constituido hasta bien entrado 2020.
Los mandatos de cuatro años están concebidos para que en la recta final de la legislatura se recojan los frutos cosechados a lo largo de la legislatura para acudir fortalecido a la reválida de las urnas. El manual es sencillo: el primer año, para anunciar proyectos; segundo, tramitarlos, tercero, ejecutarlos y, el cuarto, para cortar cintas. El problema del Gabinete Urkullu es que la cinta más vistosa en la recta final de su mandato era el desarrollo estatutario, que sigue en 'stand by' desde mediados de abril, cuando consiguió sobre la bocina y en plena campaña electoral del 28-A, el traspaso de la gestión de la autopista AP-68.
Llamada a la responsabilidad
El Gobierno vasco ya ha asumido que el calendario de transferencias pactado con Pedro Sánchez es papel mojado ya que debería estar concluido en enero de 2020. El problema es doble. Primero, que el Gobierno central está en funciones. Y segundo, que la entonces ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, es presidenta del Congreso desde mayo. Además, todo su equipo también ha dejado una cartera que ha asumido de forma provisional el ministro de Agricultura, Luis Planas. «Literalmente, no hay con quién hablar. Solo con funcionarios, pero están para cubrir lo justo de gestión y nada más», lamentan desde Vitoria.
Uno de los hitos más importantes del segundo mandato de Urkullu como lehendakari ha sido poner negro sobre blanco un compromiso para ejecutar 33 transferencias del Estatuto de Gernika a través de un cronograma detallado -todas las pendientes a excepción de la gestión del régimen económico de la Seguridad Social-. Hay un calendario, sí. Hay un acuerdo, sí. Pero mientras exista esta situación de interinidad, Moncloa está atada de pies y manos.
De ahí que no es de extrañar que el lehendakari lleve semanas exigiendo «un ejercicio necesario de realismo y responsabilidad ante la falta de un diálogo con vocación de acuerdo». Así lo dijo el pasado miércoles desde Nueva York. Y si alguien duda de lo que se juega Euskadi estos días y el nivel de preocupación que existe en el PNV, aquí Itxaso Atutxa, jefa de filas de los jeltzales vizcaínos: «Si no hay investidura en julio, el futuro no es que sea incierto, es negro». El otoño, más que caliente, sería abrasador. Euskadi, por si acaso, sigue colgada del teléfono.
Las claves
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El Estatuto El «histórico» acuerdo para ejecutar las transferencias pendientes ha quedado en papel mojado al no existir interlocutor
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Advertencia «La situación es grave. Es un problema y la sociedad vasca debe saberlo», recalca Josu Erkoreka
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