La tormenta perfecta
Sánchez se enfrenta a la vieja guardia del PSOE en plenas primarias andaluzas mientras sus socios vascos mantienen el listón de su exigencia
«Sánchez no tenía otra salida. Ha pulsado el botón de reseteo y, a los efectos, la legislatura empieza ahora. Lo fía todo a la ... estabilidad que pueden darle dos años más de mandato y a que pase el tiempo». El análisis es de un cargo del PNV, el socio preferente del presidente del Gobierno, perfectamente informado de sus movimientos y de las razones que le han llevado a tomar la decisión más arriesgada de todo su mandato, la inminente concesión del indulto a los presos del 'procés'. La alternativa para La Moncloa era caminar, sin apoyos parlamentarios suficientes y con las encuestas en contra, hacia un anticipo electoral que habría resultado letal para sus intereses. Así que ha decidido jugársela. Y apostar fuerte. En el PSOE tampoco lo esconden: «Había que tirar para delante. La legislatura tiene que agotarse, eso estaba decidido. Para eso Esquerra necesitaba un gesto. Y se lo hemos dado».
El triple salto mortal con tirabuzón puede proporcionar a Sánchez lo que más necesita ahora, tiempo para remontar el creciente empuje de la derecha, pero a una tormenta perfecta de consecuencias imprevisibles. Una tempestad en la que se verá obligado a lidiar con la vieja guardia del PSOE en plena campaña de las primarias andaluzas, con las crecientes exigencias de sus socios parlamentarios, muy conscientes de su debilidad, y con la eventual desafección del electorado socialista más tradicional.
La ofensiva de la oposición parlamentaria contra los indultos promete ser épica y Sánchez pretende combatirla apretando los dientes, esperando a que escampe y a que los fondos europeos empiecen a regar España y con mucha pedagogía. Aunque los socialistas reconocen que ERC exigía un «guiño», también creen que la medida de gracia entronca con una tradición en el partido: «Arriesgar por España, aunque nos vaya mal». Sánchez pretende pasar a la historia como el presidente que «destensó» el conflicto catalán, igual que Zapatero y Eguiguren hicieron para «acabar» con ETA o, en el caso del exjefe del Ejecutivo, para enmendar a la totalidad su programa electoral y atender las exigencias de Bruselas en la brutal crisis económica en 2011.
Pliego de condiciones
Del posible correctivo electoral darán fe las urnas (o no), pero tanto el PSOE como los socios empiezan ya a emitir las señales que preceden al ruido, como le gusta decir a Iván Redondo. Por ejemplo, en el mismo pleno en el que Sánchez dejó claro ayer que tiene tomada la decisión de indultar a los impulsores del 1-O, sus socios vascos, PNV y EH Bildu, elevaron el listón de sus exigencias. Aitor Esteban le pasó a limpio el pliego de condiciones: nada de cuestionar el soterramiento del TAV en Vitoria, ejecutar ya los 50 millones presupuestados para la máquina herramienta y agilizar los impuestos concertados y la transferencia del Ingreso Mínimo. «Nuestras peticiones son las de siempre, muy vinculadas a la gestión y la inversión, y no tienen por qué suponer un desgaste extra», abundan. Distinto es el caso de EH Bildu, que exigió la derogación íntegra de la reforma laboral o del precio de los alquileres «antes de que se lo coma la derecha». Una vuelta de tuerca que, barruntan en el PNV, podría forzar al presidente a dejar de lado a la izquierda abertzale ahora que tiene amarrados, de momento, los 13 escaños de ERC.
Y si las cesiones a sus socios debilitan su relato, qué decir de las consecuencias internas en el PSOE. Nadie duda de que la eterna rival de Sánchez, Susana Díaz, -que ahora lo es también de su candidato en las primarias andaluzas, Juan Espadas- «intentará utilizar» la polémica a su favor. Por si eso fuera poco, barones como el castellanomanchego García Page ya han avisado de que, cuando se consumen los indultos, «hablarán claro» para «defender a España». Los nubarrones no han hecho más que asomar.
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