Dos socios en dificultades
La larga duración de la pandemia, en breve cumpliremos un año, nos ha permitido desarrollar algunos aprendizajes para valorar la situación en la que nos ... encontramos. Y el contexto en el que se ha producido la reunión bilateral entre el presidente del Gobierno y el lehendakari es muy negativo. La tasa de contagios o la presión hospitalaria no puede sorprender a quienes prestan atención a todo lo que dicen los expertos desde el inicio de la Navidad. Pero el descrédito político que está produciendo la vacunación no la esperaba nadie. Este golpe afecta sobre todo a la visión de futuro. El horizonte de los fondos europeos ya no tranquiliza porque la confianza ciudadana está rota. ¿Y si pasa como con las vacunas?
Hace un mes, en plena ola de optimismo por las primeras vacunaciones, proyectábamos el futuro inmediato de la cogobernanza enfocado a la gestión simultánea de un problema, la pandemia, y de su solución, la vacuna. En esa proyección equivocada, ahora solo deberíamos estar pagando los excesos sociales de la Navidad. Pero serían más llevaderos emocionalmente con el inicio de la inmunización. Lo que casi nadie esperaba es que la vacunación iba a ser una fuente de problemas políticos que está desgastando a sus gestores tanto como el coronavirus y las normas y restricciones asociadas a su lucha. Con lo que nos encontramos con dos problemas.
De los muchos frentes que ha abierto la polémica vacunación, desde la falta de un criterio único de administración hasta la incapacidad de las farmacéuticas para cumplir sus acuerdos de suministro, el más grave políticamente ha sido el descontrol que ha posibilitado que muchas dosis fueran a parar a personas que no estaban incluidas en el plan de vacunación que se transmitió a la ciudadanía.
Los dos gobiernos, central y vasco, pueden sufrir parecido desgaste porque los dos quisieron exhibir que ellos eran los principales responsables de una gestión que en teoría solo iba a arrojar medallas políticas. El Gobierno de España puso su sello a todas las vacunas y escoltó el recorrido de los camiones con las fuerzas de seguridad para impedir que las robaran vulgares delincuentes. El Gobierno vasco puso su ikurriña en los paquetes de viales y la propia consejera firmaba el albarán de la primera entrega a un hospital vasco. La sensación que se transmitía era la de un dispositivo perfecto para no perder en ningún momento la trazabilidad en el recorrido de la vacuna. Los malvados se maliciaban de que estas escenas solo eran propaganda política.
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