Juanjo Álvarez | Catedrático de Derecho Internacional Privado de la UPV/EHU
«La política ha dejado de lado su capacidad transformadora y eso expulsa a la gente»Advierte de que incluir en el Estatuto referencias directas al derecho de autodeterminación sería un «enorme riesgo»
Juanjo Álvarez (Zumaia, 1964) es una de esas voces templadas que diseccionan el funcionamiento de la política y de la sociedad con mimo incluso en ... los momentos de mayor agitación. Catedrático de Derecho Internacional Privado de la UPV/EHU y uno de los gurús de cabecera de Iñigo Urkullu, que ahora le ha fichado para su nueva fundación europeísta, reflexiona de forma pausada sobre temas tan diversos como el daño de la corrupción política al sistema democrático, el auge de discursos radicales en torno a las principales preocupaciones ciudadanas, el eterno debate del autogobierno o el euskera.
- La corrupción vuelve a sacudir la escena política española. ¿Es un mal sistémico inevitable?
- Me gustaría pensar que no, pero la historia está llena de episodios de esta naturaleza en España. El tiempo nos permite comprobar que tenemos instrumentos, un andamiaje de estructuras de control, pero en la práctica han demostrado ser insuficientes. Lo que falta en realidad es una cultura de regeneración democrática porque la pauta de conducta de un político no puede ser el Código Penal. La integridad institucional es clave para que los ciudadanos nos sintamos unidos al sistema.
Noticias relacionadas
- Esa regeneración democrática es muy difícil de construir, pero muy fácil de destruir en cuanto sale a la luz un nuevo escándalo de corrupción.
- Pero es que encima lo del 'caso Cerdán' ha sido el remate a mucho tiempo en el que llevamos hablando ya de la degradación de la política, del estercolero en el que se ha convertido el Congreso... La política ha ido dejando de lado su capacidad transformadora, no vemos un instrumento capaz de abordar retos o de llegar a acuerdos. Y eso es un factor que expulsa a mucha gente del sistema. ¿Quién se acerca a la política en estas condiciones?
- Y en río revuelto...
- Se benefician aquellos que se encuentran fuera de los límites desde el punto de vista de la defensa de las libertades democráticas. Hay que tener en cuenta que la confianza es un elemento vertebrador, es la institución silente más importante de la democracia, y si se pierde, vaya a saber adónde vamos.
- ¿Cómo se involucra a la sociedad en un debate sobre la calidad democrática? No es algo que esté entre eso que llamamos las cosas del comer...
- Los instrumentos de intermediación institucional con la sociedad están de capa caída, así que todo dependería de una rebelión cívica y de una buena pedagogía social. Ahora, salvo aquellos que están convencidos o que forman parte del entramado, el resto lo ve todo con lejanía. Lamentablemente en nuestra sociedad actual los únicos instrumentos de movilización social son o barbaridades como la que estamos viendo en Gaza o un elemento hedonista como es el fútbol. Fuera de eso, no hay capacidad tractora, falta pulsión.
- La inseguridad no para de subir escalones entre las preocupaciones sociales. ¿Se va a endurecer el discurso político?
- No quiero caer en el buenismo, pero hoy en día la política es más emoción que reflexión y también en este tema se está deslizando peligrosamente por esa tendencia. El discurso del miedo es una herramienta de coerción social cada vez más utilizada. Nos encontramos ante un modelo de liderazgo de macho alfa, fuerte, con poderío, que incluso trata como una cuestión exclusivamente policial el tema de la inmigración.
- ¿Es el discurso político el que mezcla inseguridad e inmigración o se limita a beber de lo que se dice en las calles?
- Yo sinceramente creo que es un discurso que viene más promovido desde las élites que desde la propia ciudadanía. En este tema no hay recetas mágicas, hemos visto que no ha funcionado ni el modelo francés de asimilación ni el modelo inglés de multiculturalismo. Pero eso es una cosa y otra es demonizar a todo el colectivo de inmigrantes, algo que me parece una barbaridad y una injusticia.
- ¿Hay margen sociológico para que en Euskadi cuaje una formación política de corte xenófobo similar a Aliança Catalana?
- Quiero pensar que no. La vasca es una sociedad bastante cohesionada con elementos de solidaridad, de empatía y de comprensión. Tampoco creo que haya un caldo de cultivo como para lanzar planteamientos que supongan desviaciones de valores de tal calibre.
- Con debates tan candentes, el autogobierno ha vuelto a quedar en un segundo plano. ¿Se va a desaprovechar otra ventana de oportunidad para reformar el Estatuto?
- No me gusta ese concepto de oportunidad porque da la sensación de que o lo haces ahora o ya no lo haces nunca, aunque es cierto que tan importante es que haya una mayoría factible en el Parlamento vasco como en el Congreso. Es cierto que no hay pulsión ciudadana, no se espera que el nuevo estatus llegue como un maná, pero han pasado 45 años y sería bueno llegar a un nuevo consenso en el que todos nos sintamos identificados.
- Una de las premisas que pueden unir a PNV, EH Bildu y PSE-EE en esto es el reconocimiento de Euskadi como nación. Aun así, parece un concepto difuso.
- En realidad, el artículo 1 del actual Estatuto, cuando dice que «el pueblo vasco, como expresión de su nacionalidad y para acceder a su autogobierno, se constituye en comunidad autónoma», ya está diciendo que somos una nación. Yo creo que es un factor cohesionador, no tiene por qué ser rompedor si parte de una visión no excluyente, moderna, diversa y plural. Me parece más difícil de entender, como se dice en la Constitución, una única nación, la española, cuya unidad se protege con el Ejército.
- ¿Se centran las fuerzas abertzales en la idea de nación porque han asumido que el derecho a decidir es una quimera?
- Si pretendemos incorporar una idea de derecho a decidir identificada con el mantra de la urna, de votar 'independencia sí' o 'independencia no', se lo vamos a poner muy fácil a los sectores inmovilistas, que van a entender que eso representa una vía unilateral. Sería un enorme riesgo que afectaría a la globalidad del texto. En realidad, con la metodología de aprobación del reglamento ya hay un derecho a decidir porque la última palabra de una reforma estatutaria la tendría la ciudadanía.
Pugna con el euskera
- La conexión del TAV con Navarra está provocando choques entre partidos y territorios. ¿Está habiendo un debate de país o cada uno prima lo suyo?
- La relación entre el saber y el poder, entre la política y el conocimiento, consiste en tomar decisiones a partir de tener toda la información. Y aquí parece que hemos puesto el carro por delante de los bueyes. Ahora emerge este debate donde el morbo parece estar sólo en si el diputado general de Álava dice una cosa y la de Gipuzkoa le responde lo contrario. Me parece lamentable que todo se quede en eso porque da la imagen de que todo depende de la capacidad negociadora de uno u otro territorio.
- Otra cuestión de la que se está hablando largo y tendido es el euskera. ¿Están en riesgo los consensos lingüísticos existentes desde hace 40 años?
- No diría eso. Como premisa creo que en un territorio con dos idiomas oficiales, la convivencia entre ellos afecta a su vez a la convivencia social. Aquí parece que estamos yendo a una guerra entre talibanes del euskera y sus enemigos, y es exactamente lo contrario a lo que deberíamos hacer. No cabe dejar una lengua al puro darwinismo lingüístico ni a la imposición. Debe haber un derecho de opción que desgraciadamente no se está manejando bien por parte de los tribunales.
- Hay una treintena de sentencias que tumban requisitos lingüísticos en la Administración. ¿Habría que revisar el nivel de exigencia?
- Debería haber tanta exigencia como marque el mapa sociolingüístico. Es decir, no puede ser el mismo nivel en Barakaldo que en Abaltzisketa. Y creo que se ha pasado por alto que la nueva Ley de Educación da cobertura a los centros para que desde su realidad desarrollen sus propias herramientas. Ésa es la referencia: adaptarse a cada lugar sin planteamientos maximalistas ni reduccionistas.
- Han surgido voces, incluso cercanas al nacionalismo, que han advertido de que el euskera puede ser un factor limitante para atraer talento. ¿Usted lo ve así?
- No lo creo y tampoco me consta por mi experiencia personal en Ikerbasque. El euskera no impide la llegada de investigadores de élite. Creo que en este debate se toca mucho de oído y se difunden tópicos que no se corresponden con la realidad. Tenemos problemas mucho más acuciantes como el alojamiento de esas personas que vienen de fuera. Seremos atractivos en la medida en que seamos competitivos, paguemos buenos salarios y ofrezcamos condiciones de habitabilidad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión