El PNV consuma su fractura con el PSE y une fuerzas con Bildu para blindar el euskera en las OPE
Los jeltzales logran tramitar su plan y facilitan a cambio el de la coalición abertzale, en el que el Gobierno vasco denunció falta de proporcionalidad e inseguridad jurídica
Cuatro días después de que Aitor Esteban empleara su intervención en el Alderdi Eguna para confrontar modelos con EH Bildu en casi todas las parcelas ... y para ceñir las opciones de acuerdo a un «salto» en el nuevo estatus, al PNV no le ha quedado más remedio este jueves que atarse a la coalición soberanista en otro campo de hondo calado abertzale, el del euskera. Los jeltzales han consumado la fractura con su socio de gobierno, el PSE-EE, y se han visto abocados a unir fuerzas con el principal partido de la oposición para tramitar en el Parlamento vasco sus respectivas reformas legales para blindar los requisitos lingüísticos en las OPE.
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La Cámara autonómica ha decidido tomar en consideración −es decir, iniciar la tramitación y su correspondiente debate− dos proposiciones que comparten tanto filosofía, la de responder a las sentencias judiciales que en los últimos años han rebajado la exigencia del euskera en la función pública, como método, la de un cambio en la Ley de Empleo Público aprobada hace tres años. Eso sí, la del PNV es más quirúrgica, de un solo párrafo, para eliminar los índices obligatorios generalizados, y la de EH Bildu es prácticamente sistémica, para que el euskera sea requisito indispensable salvo en excepciones justificadas.
A ninguna de las dos fuerzas abertzales les gustaba la propuesta ajena, ya sea por insuficiente o por maximalista, pero ambas han coincidido, por voluntad o por necesidad, en facilitársela al prójimo. La primera en ser tratada, la del PNV, ha salido adelante con el 'sí' de sus 27 parlamentarios y los 27 de EH Bildu, mientras que Sumar se ha abstenido y PSE-EE, PP y Vox han votado en contra. Es la primera vez que los socios de gobierno rompen su unidad de voto en la era de Imanol Pradales, un desenlace que se veía venir desde que zanjaron las conversaciones en las que tantearon un acuerdo y los jeltzales decidieron presentar la proposición de ley por su cuenta a rebufo de la ya registrada por EH Bildu.
La fotografía revelada en la votación, la de una coalición fracturada y la de un PNV dependiente de su gran adversario político, es la que Sabin Etxea llevaba meses tratando de evitar. Según fuentes conocedoras del proceso, en los últimos días hubo un último intento en el que se implicó incluso la vicelehendakari y consejera de Cultura y Política Lingüística, Ibone Bengoetxea, para tratar de atraer al PSE-EE aunque fuera a una abstención, pero no prosperó porque el margen de retoque de la iniciativa era ínfimo. Finalmente vencieron las tesis del sector más inflexible, encarnado por el PNV guipuzcoano, el ala más soberanista, mucho más proclive a soltar amarras con los socialistas y a ir de la mano de la coalición de Arnaldo Otegi. Bengoetxea ha dejado su escaño vacío y ha acudido a inaugurar un congreso sobre Cristóbal Balenciaga en Getaria.
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Después ha tocado debatir la segunda de las proposiciones, la de EH Bildu, y ahí el mapa de votaciones ha presentado una variación significativa, ya que el PNV ha optado por abstenerse. Si bien se opone a un planteamiento que daría la vuelta a todo el sistema de los perfiles lingüísticos, no quería figurar como bloqueador del grupo que minutos antes había salvado su plan. Se da la circunstancia de que el Gobierno vasco había emitido su criterio desfavorable a la propuesta por su falta de «proporcionalidad» y la pérdida de «seguridad jurídica». Ninguno de esos elementos apareció ayer en el argumentario jeltzale.
Tres bloques muy marcados
El debate en la tribuna ha reflejado, en esencia, tres bloques. El primero, compuesto por PNV y EH Bildu, coincide en el diagnóstico de la «ofensiva judicial» contra el euskera y urge a acometer reformas legales para preservar las exigencias lingüísticas en la Administración. El segundo, en el que se sitúan PSE-EE y Sumar, reconoce la necesidad de «renovar» consensos como el de la ley de 1982, la gran impulsora de la euskaldunización, pero no con cambios que puedan implicar mayor inseguridad jurídica y dificultar el acceso a la función pública. Y el tercero, con PP y Vox, se opone a cualquier modificación y denuncia una suerte de arrinconamiento a los castellanoparlantes.
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Comienza ahora una tramitación parlamentaria que durará meses y en la que parece difícil que vaya a haber acuerdos que superen esa dinámica de bloques. Por lo pronto, PNV y EH Bildu han mostrado su disposición a entenderse con PSE-EE y Sumar. El jeltzale Markel Olano ha llamado a «atraer otras sensibilidades» y Pello Otxandiano ha hablado de buscar un consenso desde «la base de la igualdad entre lenguas, el respeto a todos los derechos lingüísticos, la empatía y el pragmatismo». Sin embargo, el socialista Pau Blasi ha advertido de que las propuestas van por «mal camino» y Jon Hernández (Sumar), pese a su abstención, ha confesado «no ser optimista» con las posibilidades de un pacto de cara a la votación definitiva.
Esa alineación en bloques también ha evidenciado las profundas diferencias que los socios del Ejecutivo autonómico tienen en esta materia. El más beligerante ha sido el PSE-EE, que no ha ocutlado su enfado con el «error grave» que achaca al PNV. «Me da pena este debate porque pone en duda un trabajo de muchos años», ha lanzado Blasi, quien recordaba que ambos pactaron el decreto de perfiles lingüísticos hace año y medio, cuando ya había sentencias sobre la mesa. El jeltzale Olano, por su parte, ha tratado de ser más comedido, ha negado que su plan vaya a suponer «un caos o una catástrofe» y se ha fijado como objetivo convencer a los socialistas.
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