Los morados buscan su sitio
Los movimientos de Podemos Euskadi tratan de defender su peso en el proyecto de Díaz y esquivar la irrelevancia frente al PSE y Bildu
«Dar por hecho que Podemos Euskadi tiene una estrategia definida es mucho suponer». El diagnóstico parte, claro, de un rival político pero marida bien ... con la sorpresa que el preacuerdo anunciado ayer por la formación de Pilar Garrido para sumarse a PNV y PSE en el pacto educativo ha provocado en el propio entorno morado. Las reticencias que hasta ahora había expresado Elkarrekin Podemos respecto a una reforma que, a su juicio, ni podía considerarse como tal ni otorgaba el peso debido a la escuela pública se han esfumado, según estos análisis, de manera sospechosamente rápida. O sea, sin esperar a que mañana se cierre el borrador de la futura ley y sin que el PNV haya hecho concesiones significativas respecto a las enmiendas que ya pactó con sus socios socialistas para evitar la espantada de los de Eneko Andueza.
La explicación, en realidad, es sencilla y tiene que ver con las sempiternas urgencias del partido morado por marcar perfil propio y evitar la amenaza que se cierne sobre su sigla Sociómetro a Sociómetro, la de ser engullidos por EH Bildu e incluso, en parte, por el PSE. De once escaños en su primera legislatura en la Cámara vasca pasaron a seis en la segunda y la última encuesta del Gobierno vasco les pronostica cuatro. Una sangría que les ha llevado de la gloria, la de haber ganado en votos las generales de 2015 y 2016, al peligro de caer en la irrelevancia política u ocupar un espacio residual como el de Ezker Batua en su día, pese a que la cercanía de Javier Madrazo a Ibarretxe le concediera un protagonismo mayor del que sugería su peso real.
La marca nacional gana tiempo para construir el 'frente amplio' con la negociación del próximo Presupuesto como clave
En esa lógica, el movimiento de Podemos busca adelantarse a EH Bildu y evitar quedarse solo con PP y Vox, una imagen que pone los pelos de punta en los círculos morados. En el fondo, se trata de lo de siempre, de estar «en la pomada», aunque ese protagonismo no sea garantía, necesariamente, de éxito electoral. El 'experimento' de la anterior dirección al acordar con Urkullu y el PSE, entonces sin mayoría absoluta, los Presupuestos de 2020, no encontró una respuesta entusiasta en las urnas, que coincidieron, además, con la derrota de Lander Martínez en las primarias para elegir candidata a lehendakari.
Después, los bandazos, ya con Garrido al frente, han sido constantes: entraron en la Ley Antipandemia y más recientemente en las de Igualdad y Juventud, amagaron -y siguen amagando- con un tripartito de izquierdas, lo han ensayado en algunos municipios, pero a la vez criticaron duramente a Bildu por acordar las Cuentas vascas de 2022.
Dirección de Estado
En realidad, el problema de fondo está en que Podemos Euskadi siempre se ha visto zarandeada, para bien o para mal, por la inercia de la sigla en Madrid. Cuando a los morados se les percibía como la gran esperanza blanca 'anticasta', con los ecos del 15-M aún audibles, se dispararon; cuando Iglesias dio prioridad al bloque de izquierda soberanista que pretendía controlar la «dirección de Estado» y derogar el 'régimen del 78', los escarceos de su jefe de filas con Otegi les pasaron factura.
Ahora, sus movimientos buscan lo mismo que pretendían Ione Belarra e Irene Montero al distanciarse de Sánchez y Yolanda Díaz en el asunto del envío de armas a Ucrania, garantizarse un peso interno suficiente en el proyecto político de la vicepresidenta segunda, sin quedar diluidos en la constelación de sensibilidades que nutrirá ese espacio. En esa lógica se entienden también los documentos que Podemos Euskadi prepara de cara al desembarco de ese 'frente amplio', en el que podrían integrarse otras facciones como la que representaba Martínez, y en el que se resisten a perder pie. De momento, ganan tiempo igual que Díaz, que se ha alineado con las ministras moradas en contra del incremento del Presupuesto de Defensa. Cuando esas Cuentas se negocien, en otoño, su famoso 'proceso de escucha' se habrá completado y la coalición con el PSOE estará lista para implosionar.
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