La ley educativa marcará la solidez del acuerdo entre jeltzales y socialistas

El problema sigue siendo el mismo que había cuando empezó la negociación: cómo encajar en un mismo puzle propuestas tan dispares en puntos sensibles como son las del PNV, EH Bildu y PSE. La nueva normativa busca reemplazar a la vigente desde 1993, cuando el socialista Fernando Buesa era consejero de Educación. Pero va mucho más allá. Con unas elecciones a la vista, su tramitación en el Parlamento servirá para medir el grado de cohesión de los socios de Gobierno y hasta dónde está dispuesta a ceder EH Bildu. Un campo de batalla político sobre qué modelo de país se quiere y cuál deber ser el papel del euskera.

Porque esta es la cuestión más sensible. Es cierto que las diferencias también surgen en otros apartados. La lucha contra la segregación de alumnos o el papel de la escuela pública y la concertada motivaron que Elkarrekin Podemos-IU se descabalgase ya de ese acuerdo firmado en marzo de 2022. Pero la clave de bóveda es la política lingüística. Y más allá de buenas palabras, las diferencias son nítidas.

PNV, EH Bildu y PSE-EE coinciden en reforzar el papel del euskera para que los escolares vascos terminen sus estudios con un alto conocimiento del idioma. La cuestión es cómo hacerlo. Esta misma semana, Pello Otxandiano, director de Programa de EH Bildu, subrayó que el debate sobre los modelos (A, B y D) está «superado». Sin embargo, el consejero de Educación, Jokin Bildarratz, insiste en que no desaparecerán a pesar de que en el proyecto no aparecen mencionados ni una sola vez. Antes de verano, Eneko Andueza fue claro a la hora de fijar la posición del PSE. «Si no hay dudas de que se van a preservar, la mejor manera de zanjar cualquier polémica es que el texto de la nueva ley los recoja», recalcó el líder de los socialistas vascos, quien en tono pesimista consideró difícil que la ley se apruebe esta legislatura por las «evidentes discrepancias».

Aun así, Urkullu insiste en que saldrá adelante. Esta misma semana aclaró en Radio Euskadi su hoja de ruta. «PNV y PSE contamos con mayoría absoluta y con unas bases compartidas». Lo que garantizaría su aprobación. A partir de ahí, el lehendakari mostró su «esperanza» de que cuente «también con el consenso de otra fuerza». Es decir, EH Bildu. En 1993 salió adelante con el apoyo del PNV, PSE y EE.