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Lejos de alejarse de la polémica, el juez Adolfo Carretero ha salido al paso ante la oleada de críticas por sus incisivas preguntas a Elisa Mouliaá en el juicio contra el exportavoz de Sumar, Íñigo Errejón, por una presunta agresión sexual. El magistrado ha denunciado en 'Más Vale Tarde', el programa de La Sexta conducido por Iñaki López y Cristina Pardo, sufrir un «linchamiento propio de la Inquisición».
«Yo el tono no lo voy a poder mejorar, es el que tengo. Los procedimientos judiciales son para las partes, no para que las reproduzca ante toda España como si fuese un teatro o un circo. Si sé que va a salir públicamente, lo que haría sería bajar un poco el tono de voz y preguntar más pausadamente, pero el contenido sería exactamente igual», sentenciaba.
Carretero reconoció que «la filtración no me gusta», pero «soy un juez independiente y no me va a influir para nada». «Me voy a guiar por las pruebas que tengo. No me va a temblar la pierna». Y recordó que la filtración supone un delito de revelación de secretos que denunciará ante el Consejo General del Poder Judicial para «que se investigue y saber quién lo ha filtrado». «Un decreto aprobado en marzo del año pasado aprobó imponer multas de hasta 60.000 euros por dar publicidad a copias no autorizadas sin autorización del juez». La pena por revelación de secretos es de casi 4 años, «casi tanta pena como la que afronta el acusado en el propio juicio».
En ese sentido, reflexionó que «es curioso que los medios tengan pruebas antes de que yo las haya recibido». «Hemos llegado al extremo de que la instrucción se hace en las televisiones. Tengo que aprender de ustedes... que lo hacen muy bien», ironizaba. ¿Por qué habla ahora? «Porque ha salido públicamente el vídeo. A partir de ahora, no voy a hablar nada más», advertía en referencia al proceso de instrucción.
A su parecer, las filtraciones «salen para perjudicarme a mí». «No creo que a la víctima le guste que sepa toda España dónde le tocaron, qué pasó específicamente... Es una vergüenza. Ni ella ni su abogado han puesto queja alguna en la sala por el trato», criticaba. Avanzó que su equipo de abogados «ya está preparando la correspondiente querella criminal por injurias y calumnias» contra ciertas opiniones públicas. «Puede que hable deprisa, pero no puedo consentir que se diga que hablo con todas de chupar las tetas o que soy un sádico», avisaba.
López y Pardo le mostraron a Carretero opiniones sobre su trato a Mouliaá de ministros como José Luis Bolaños, Yolanda Díaz o Pilar Alegría. «Respeto las críticas. ¿Pero les parece normal que políticos hablen sobre un procedimiento en plena instrucción?», afeaba. «No soy machista ni tengo nada contra ninguna mujer. Aquí la prueba fundamental es la declaración de la víctima y existen varios requisitos. La denuncia debe ser mantenida en el tiempo. No es lo mismo querellarse a los diez días que a los diez años. También que no se interponga por motivos de odio o venganza, además del deber de garantizar una certidumbre para que el testimonio tenga credibilidad, aunque para eso haya que hacer preguntas incómodas».
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Helena Rodríguez
«En un delito sexual hay que hacer preguntas sobre la agresión. Lugar, el tiempo... La versión de la víctima tiene que ser contundente y romper la presunción de inocencia. Hablo de cualquier caso», especificó. «El acusado con negarlo tiene suficiente. Puede negarse a declarar e incluso mentir, pero la víctima tiene la obligación legal de contestar y ser preguntada por las posibles lagunas para que su discurso sea uniforme y romper la presunción de inocencia. No es apretarla, es ver si la denuncia es coherente», se justificaba el juez.
Preguntado sobre si la filtración y su forma de preguntar puede disuadir que las mujeres denuncien otros casos, Carretero cree que «las mujeres no tiene por qué no confiar en la Justicia. No tengo que ser empático, tengo que ser justo. La víctima estaba nerviosa porque revivía un poco lo sucedido, pero no me queda otra que preguntarle sobre ello». Sobre los términos empleados, el magistrado defiende haber usado «términos coloquiales» para facilitar la comprensión con palabras que «aparecen en la denuncia».
Carretero estaba avisado de que la declaración de Íñigo Errejón y Elisa Mouliaá en su juzgado el pasado 16 de enero iba a generar debate público. Y su entorno le recomendó cuidar su «conocida vehemencia y su áspero tono», pero la filtración de los vídeos del interrogatorio confirmaron que hizo oídos sordos y que él también se había convertido en protagonista por su preguntas a la actriz. No se recuerda que en solo 48 horas el CGPJ recibió más de 900 quejas contra la actitud del juez en su buzón público.
La actriz relata tres episodios que tuvieron lugar una noche de finales de septiembre de 2021 en Madrid cuando, después de que llevará «aproximadamente un año» hablando por redes sociales con Errejón, el político invitó a la actriz a la presentación de su libro. Según el relato en la denuncia interpuesta ante la Policía, el terminar el evento se fueron a tomar unas cervezas a un bar cercano y Mouliaá, que ya tenía previsto acudir esa noche a una fiesta en casa de un amigo, «por educación» le invitó a acompañarla. «Para sorpresa» de ella, Errejón aceptó.
De acuerdo con su testimonio, ya en el coche él adoptó «una actitud dominante». Y en el ascensor directamente la habría agarrado «fuertemente» de la cintura y besado «de forma violenta», «dejándola sin respiración». Una vez en la fiesta y, tras bailar y charlar con los otros asistentes, la habría llevado «por la fuerza» a una habitación, donde se habrían producido varios tocamientos «sin el consentimiento» de la actriz.
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La actriz describe en la denuncia que Errejón la quitó el sujetador, profirió frases «lascivas» del tipo «cómo me pones», acto seguido la empujó sobre la cama, se sacó su miembro y la hizo tocamientos. «Paralizada», «fue en ese momento cuando le dijo que ella quería seguir en la fiesta». Errejón le habría contestado que «salía de la habitación con la condición de que en 20 minutos ambos tenían que irse a su casa». «Estuvieron un rato más en la fiesta», pero se trasladaron rápidamente en un mismo coche al domicilio del político.
Allí, «sin mediar palabra», él habría reanudado los tocamientos. Ella «le comentó que se estaba sintiendo muy incómoda», que lo que estaba ocurriendo le estaba pareciendo «muy violento». Y finalmente le dijo: «Íñigo, 'solo sí es sí', parece mentira que me esté pasando esto contigo», culminando ahí el relato plasmado en la denuncia.
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