Opinión

A la espera de un nuevo liderazgo

Domingo, 12 de mayo 2024, 23:30

En un emotivo poema, Xabier Lete cantaba sobre Cataluña: «Tú eres mi otra patria, querido hogar cercano». Aunque por experiencias vitales y simpatías políticas parte ... de la sociedad vasca siente el principado como una tierra con la que mantiene un vínculo especial, estas elecciones han despertado un interés escaso en la sociedad vasca. Sucede esto desde que el 'procés' zozobraba una confusa tarde de octubre del ya remoto 2017.

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Los líderes independentistas, descoordinados y estratégicamente desubicados, terminaron, con el paso de los años, desconectándose no del Estado español, sino de sus propias bases populares. Esto influyó, como recogieron varios estudios, en el ánimo soberanista de la sociedad vasca. A partir de ahora, y junto a los malabarismos inter e intra partidos que harán posible o no la gobernabilidad, el problema político de fondo seguirá sin resolverse, y la cuestión volverá a ponerse en primera línea de la política vasca y catalana, más pronto que tarde o más tarde que pronto, dependiendo de las contingencias futuras.

Estas elecciones han dejado en el aire la gobernabilidad, con sus infernales aritméticas, pero también el futuro del país. La reciente historia catalana, desde los 80, ha sido el del intento de la renovación del relato nacional. Lo intentó con notables resultados Pujol, aunque le pudieron los intereses de clase; lo intentó Maragall; lo propusieron la Esquerra de Carod y la de Junqueras, con relativos éxitos y fracasos; lo reivindican con audacia las CUP. Fueron las CUP, precisamente, quienes finiquitaron a Mas, y le ahorraron, de paso, las penurias personales a las que Puigdemont ha sido condenado. Este ha sido el segundo ganador moral de la noche, detrás de un eficaz PSOE, vencedor indiscutible con su promesa de restaurar el orden general.

El votante soberanista, con su ausencia en las urnas, ha dado el peor resultado de la historia al independentismo, y ha lanzado un mensaje a sus líderes políticos, especialmente a ERC: para gestionar una derrota, prefieren que no gestionen en absoluto. El 'procés' tuvo virtudes innegables (nació de la movilización popular, no de los aparatos burocráticos de los partidos), y propuso un punto de encuentro universal: el derecho a decidir de toda la sociedad catalana. Nada queda de aquella esperanza en miles de votantes.

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Un querido poeta valenciano, Raimon, visitó aquel País Vasco de los años sesenta, componiendo una icónica canción llamada «País Basc». La sensación es que la política que aquí se está realizando podría volver a ser un referente que llenaría, al menos, el vacío que una parálisis permanente está provocando en la realidad catalana. Hasta que alguien vuelva a intentar representar y liderar un nuevo tiempo. Alguien cuyo nombre, probablemente, aún desconocemos.

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