«Luchar en el frente contra el fascismo es compatible con una visión humanista», proclama Urkullu

En los mismos muros del cementerio de Vista Alegre en Derio donde se ejecutaba a los condenados por el régimen franquista y donde aún se pueden ver las marcas de proyectiles, el Gobierno vasco celebró este sábado un acto de homenaje cargado de emotividad en el que dio la palabra a los descendientes de las víctimas. «Hoy lo volvemos a decir alto y claro. Fueron personas impunemente fusiladas y ejecutadas. Pagaron su ideal con el más alto precio: la vida», subrayó el lehendakari sobre los dos millares de vascos a los que el Instituto de la Memoria, Gogora, ha querido recordar tras cuatro décadas en las que el régimen franquista «trató de humillarles y borrar su nombre y su memoria de la faz de la tierra».

El acto, que contó con la asistencia de una representación institucional al más alto nivel -prácticamente el Gobierno vasco en pleno- y cerca de 300 familiares de las víctimas, recordó tanto a los fusilados de manera extrajudicial tras la sublevación de 1936 como a los condenados en consejo de guerra en los tribunales franquistas, sobre todo a partir de 1937. En total, 2.194 personas que han sido identificadas por las investigaciones históricas y a las que Urkullu recordó con «orgullo» y con la intención de «restituir su dignidad». «Orgullo de una generación que dio su vida por la defensa de la causa de la libertad, la democracia y la justicia social», ha proclamado.

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Asistieron al homenaje, además del lehendakari, los dos vicelehendakaris de su Ejecutivo, Idoia Mendia y Josu Erkoreka, los consejeros Beatriz Artolazabal, Olatz Garamendi, Pedro Azpiazu, Iñaki Arriola y Gotzone Sagardui, además de la directora de Gogora, Aintzane Ezenarro, el viceconsejero de Derechos Humanos, José Antonio Rodríguez Ranz, y la directora de Víctimas y Diversidad, Monika Hernando. También participó en el acto el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, con parte del Ejecutivo municipal. Las familias de los fusilados descubrieron dos placas con los nombres de las víctimas, a las que se dedicó un aurresku de honor.

El lehendakari quiso además poner en valor el papel de Euskadi en el conflicto y su opción, ha dicho, de «humanizar la guerra». «Mientras gudaris y milicianos morían en el fragor de la batalla, mientras la población civil era masacrada por los bombardeos, mientras miles de personas inocentes eran fusiladas, Euskadi dio una lección al mundo con su opción por humanizar la guerra», reinvidicó Urkullu, que recordó, en ese contexto, los canjes de presos, las «condiciones dignas» en las prisiones vascas, los «juicios justos» y «conmutaciones de penas», el papel de «supervisión internacional» que se dio a Cruz Roja, o la protección a los menores garantizando «la salida organizada de miles de niños» hacia distintos países de Europa. Un «ejemplo», subrayó, que cobra «especial resonancia» en mitad de la «cruel invasión» de Ucrania por los rusos.