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Participó en una entrega de presos ordenada por Leizaola poco antes de la caída de Bilbao
Iñaki Eizagirre Markuerkiaga nació en el seno de una ... familia acomodada de Ondarroa, que gestionaba barcos pesqueros. En su casa estaban muy vinculados al PNV y en la guerra civil se alistó en el batallónLarrazabal. «No tenemos mucha información porque no contaba casi nada, como tantos otros», admite su nieto Lázaro Echegaray.
Hay dos episodios suyos en la guerra especialmente curiosos. «Poco antes de la caída de Bilbao, Leizaola le pidió que entregara a unos presos en Trucíos.Era una operación peligrosa si se encontraban con tropas de los nacionales y también con las republicanas ya que no estaba al tanto la República.No era un canje sino una decisión de Leizaola», explica Echegaray. Por eso tuvo que salir con sus primos hacia Francia.
Tras pasar un tiempo en San Juan de Luz, «acabaría trabajando en el frontón de Bruselas ya que era un buen pelotari de cesta». Fue allí, en Bruselas, donde «tuvo un incidente con un soldado alemán que le llevaría a la prisión de Bruselas y desde allí fue trasladado a Sachsenhausen, que era un campo de trabajo» de los nazis. Pasó allí «dos años muy duros que le marcaron para toda la vida».
«Nunca contó prácticamente nada lo que sufrió en el campo pero se despertaba con pesadillas en que salían perros porque los guardias nazis los debían azuzar y echárselos a ellos. Despertaba gritando 'txakurrak, txakurrak'». En la familia siempre han creído que el hecho de que estuviera relacionado con los Aguirre pudo despertar el interés de los nazis. Creyeron que podía dar pistas sobre el paradero del lehendakari y negociar con esa información con Franco. Eizagirre había sido el segundo de un batallón liderado por Teodoro Aguirre, hermano del lehendakari. «Tenían una amistad previa y el aitona comía todas las semanas en su casa de Getxo.Y la madre de Aguirre también le ayudó cuando estaba en SanJuan de Luz».
Al liberar los campos nazis, le repatriaron a la fuerza a la España de Franco. «Siempre contaba que pensó en tirarse del tren al cruzar la frontera», confiesa su nieto. No lo hizo y acabó en la cárcel de Ondarreta, donde «no pasó mucho tiempo». Cuando se vio libre puso rumbo a su Ondarroa natal. Famélico, «nadie de la familia le reconoció, ni siquiera su ama. Sólo el perro supo que era él».
Fue gaseado e incinerado en el campo de Gusen y su familia supo de su muerte por una carta de Cruz Roja
Atanasio Gutiérrez Prieto nació en Fuencarral en 1907 y trabajaba en Telefónica. Durante los años de la República fue trasladado a Logroño y solía ir en moto a Vitoria, donde conoció a su esposa, Conchi Izar. Vivieron siempre en el número 26 de la calle Herrería y allí les enviaba sus cartas en 1940 mientras estaba preso de los nazis en un Estrasburgo ocupado por Alemania.
Había sido movilizado en la Guerra civil y combatió con el Ejército republicano. Su familia cree que sus mandos valoraban especialmente sus conocimientos técnicos. Tras su huida a Francia en marzo de 1939 y el paso por los campos de concentración galos se incorpora a las Compañías de Trabajadores Extranjeros que colaboraron en la fortificación de las líneas de defensa francesas.
Tras la invasión nazi es detenido en Saint-Die des Vosges en junio de 1940 y fue trasladado a un 'sta-lag' o campo de prisioneros en Estrasburgo. El 9 de octubre de 1940 envía la última carta a Vitoria. El 11 de diciembre fue enviado a Mauthausen, en Austria, en un convoy dedicado al transporte de ganado, sin comer, sin beber, junto a otros 847 españoles. El viaje duró tres días y dos noches.
Su número de prisionero era el 4.880. En el campo le esperaban temperaturas de 20 y 25 grados bajo cero y el temible comandant Franz Ziereis. Los desnudaron, afeitaron, desinfectaron, les pusieron un uniforme de rayas con un triángulo de color azul con una S, de 'spaniard'. Posteriormente fue conducido a Gusen (17-2-1941), que era una instalación anexa donde murió. Según pudo saber su familia fue gaseado y su cuerpo incinerado. Lo supieron gracias a una carta enviada el 5 de marzo de 1946 a su mujer por el Comité International de la Cruz Roja. «Tenemos el honor y el triste deber de comunicarle que falleció en Gusen el 9 de enero de 1942».
«Aquello fue un infierno, matar por matar», dijo una de las pocas veces que habló de su cautiverio
José Luis Mazo nació en El Regato el 18 de agosto de 1918. No había cumplido la mayoría de edad cuando se unió al recién creado Batallón de Jóvenes Antifascistas Barakaldeses. «Era un grupo de voluntarios que se creó a través del Ayuntamiento», explica su sobrino, Juan Luis Mazo. Iniciada la guerra civil, esta unidad se incorporó al Euzko Gudarostea, el Ejército vasco.
Mazo pasó luego a un batallón de UGT con el que combatió, cayó preso de las tropas navarras del bando franquista y fue internado en la Universidad de Deusto. Desde allí le llamaron a filas del Ejército Nacional -batallón Arapiles- y aprovechó que el frente estaba Sabiñánigo para pasarse a las filas republicanas cruzando el Gállego. Posteriormente aparece en un listado de refugiados vascos en Cataluña ya en los meses finales de la guerra. «Allí estuvo en la Brigada Mixta, la vascopirenaica, que estaba formada por vascos, catalanes y hasta italianos del batallón Malatesta. Resistieron hasta el final y se retiraron por el último puerto francés que ocuparon los franquistas, Ares», añade.
Así llegó a al campo de refugiados de Saint-Cyprien, el primer lugar donde Francia reunió a los refugiados. Y, como muchos vascos, llegó al campo de Gurs. Desde allí se enroló en las tropas francesas que combatieron en la Segunda Guerra Mundial, le capturaron los nazis y acabó en el campo de exterminio de Mauthausen. «Yo le vi solo dos veces en mi vida, en 1977 y en 1987. Nunca quiso hablar demasiado lo que tuvo que pasar», explica. Hizo una excepción para decir que aquello era «un infierno, matar por matar» y que «nadie estaba libre de los caprichos de cualquier SS y su afán de exterminio total». Lo que la familia pudo reconstruir lo hizo gracias a documentos históricos. Tras la liberación del campo por los aliados el 5 de mayo de 1945, regresó a casa. Pesaba 31 kilos. José Luis Mazo murió en París en 2000.
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