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En la batalla, inaudita e inesperada, que librarán, salvo sorpresa mayúscula, Andoni Ortuzar y Aitor Esteban por la presidencia del EBB, cobra relevancia la figura de Markel Olano o, mejor dicho, lo que el ex diputado general de Gipuzkoa representa en esta liza a varias ... bandas en que se ha convertido el proceso interno del PNV: las aspiraciones de poder del aparato que preside María Eugenia Arrizabalaga. Por simplificar, la formación en Bizkaia se ha partido en dos y Gipuzkoa espera sacar tajada del gol en propia puerta de la estructura hasta ahora más poderosa de la organización jeltzale, no sólo por número de afiliados y de votantes sino sobre todo por su capacidad para marcar el rumbo político del partido.
Si algo se remarca en estas jornadas convulsas en el PNV es que la pelea entre el actual presidente jeltzale y su portavoz en Madrid no es ideológica ni generacional, sino puramente personal. «Esto va de dos amigos que se han enfadado», resume con tino un dirigente, tan estupefacto como el resto del cuerpo social del partido ante la pugna que se avecina en segunda vuelta. Y precisamente por eso, el PNV guipuzcoano ha visto el terreno expedito para aumentar su poder y su influencia en la formación, mermada tras los últimos resultados electorales, especialmente aciagos en ese territorio.
Sus aspiraciones no son sólo estrictamente numéricas, sino tácticas. Gracias al pase a segunda vuelta de Olano -el único que ha superado el listón de los tres batzokis junto a Ortuzar y Esteban, después de que el crítico Eneko Lekue solo haya podido imponerse en su organización, Etxebarri, y en Eibar-, y a su posición preeminente en el territorio, el aparato guipuzcoano, continuista del legado de Joseba Egibar, busca ganar peso en la futura ejecutiva.
Una aspiración que pasaría no tanto -o no sólo- por subir de tres a cuatro burukides en el EBB (incluida la propia Arrizabalaga, miembro nato al ser presidenta territorial), sino por ganar ascendiente. ¿Cómo? Atribuyendo a Olano un papel con peso específico dentro de la dirección peneuvista, una secretaría con pedigrí político al estilo de la de Relaciones Institucionales que ahora ostenta Koldo Mediavilla.
A diferencia de los dos vizcaínos en liza, que representarían lo mismo -una línea pragmática y moderada, defensora de los pactos con Pedro Sánchez y con el PSE-, en Gipuzkoa se remarca que Olano encarna «todo un ideario político», el alma soberanista del PNV. Retornarían así los intentos de asentar su influencia en el partido, que fracasaron al presionar para que Olano sustituyera a Egibar como portavoz parlamentario en Vitoria. El elegido fue finalmente el alavés Joseba Díez Antxustegi.
Concluida este domingo la primera fase del proceso interno, y a falta de unos datos oficiales que sólo obran en poder de la comisión de garantías y control, las fuentes consultadas coinciden en conceder a Ortuzar la victoria en este primer parcial, con más de un centenar de batzokis en su haber. Las estimaciones para Esteban frisan los setenta, con una pugna muy apretada en Bizkaia, mientras que Olano habría ganado en Gipuzkoa, con hasta treinta según los cálculos más optimistas. En todo caso, el oficialismo en Gipuzkoa, al encontrarse con un escenario de abierta pelea en Bizkaia, se ha puesto las pilas para redoblar los apoyos a Olano en la recta final de esta primera vuelta y ganar así capacidad de presión para negociar su retirada a cambio de apoyo.
Todas las fuentes consultadas coinciden en que el pacto es más probable con Ortuzar, por varias razones. La fundamental, que ya existe un acuerdo en vigor entre el actual presidente y el PNV guipuzcoano, una entente de no agresión que funciona desde los tiempos de Urkullu y que ha dado al 'egibarrismo' el control total de la sigla en el territorio a cambio de la paz interna. La relación «tensa pero leal» que, apuntan fuentes vizcaínas, han mantenido las dos partes durante los últimos lustros ayudaría. Aun así, Sabin Etxea se resiste a ceder poder interno, máxime en un EBB en el que cada asiento se cotiza caro, y en el que Ortuzar había previsto dar entrada a un representante navarro, el alcalde de Alsasua Javier Ollo. Máxime cuando el PNV guipuzcoano atraviesa su momento de mayor debilidad electoral: en las últimas autonómicas logró menos votos que en plena pandemia y en las locales sólo logró ganar en sufragios en nueve de los 88 municipios del territorio. Está por ver hasta dónde estaría dispuesto a ceder Esteban en ese hipotético escenario.
Mientras, las esperanzas de un pacto 'in extremis' que evite la pelea languidecen, aunque en el partido se reconoce que las negociaciones se apurarán hasta el final del plazo, que expira con el arranque de la segunda vuelta el próximo lunes. La gran dificultad para alcanzar ese pacto entre Ortuzar y Esteban, además del amplio respaldo recabado por ambos, es que, al no haber discrepancias de calado, no hay nada tangible sobre lo que negociar.
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