El presidente de UPN, Javier Esparza, atiende a los medios tras la polémica votación de la reforma laboral. efe

La derecha navarra vive su crisis más delicada

UPN y PP. Están condenados a entenderse, pero la relación con el PSOE, los pactos y las peleas internas de los regionalistas hacen saltar chispas en la comunidad foral

David guadilla

Domingo, 13 de febrero 2022, 03:17

La política en Navarra nunca es sencilla. Es una comunidad donde el sentimiento de pertenencia es enorme y donde el rechazo al nacionalismo vasco mueve ... a un sector importante de la población. Como dice un dirigente navarro, «hay que comprender su singularidad». Y da un dato. De todas las autonomías que tienen dos lenguas oficiales, Navarra es la única en la que uno de esos idiomas, el euskera, no lo es en todo el territorio. «Si eso no demuestra lo compleja que es...». No existen las mayorías absolutas y cada gesto, cada pacto, genera tormentas en el resto de España. Miguel Sanz, expresidente foral y de UPN, analizó este laberinto en lo que se llamó la 'teoría del quesito'. Una fórmula que, en el fondo, explica en parte lo ocurrido estos días en el Congreso tras la negativa de los dos diputados regionalistas a secundar las directrices de su partido.

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Lo que Sanz venía a decir es que el electorado navarro se reparte por porciones. Una es la nacionalista. Y ahí UPN no tendría demasiado margen para «meter la cuchara». Así que, en palabras de uno de los principales referentes del regionalismo, lograr mayoría absoluta es «difícil de narices». Pero no solo para ellos, sino para el PSN. Así que para Sanz era fundamental mejorar las relaciones entre UPN y los socialistas. A día de hoy, Sanz sigue contando mucho en UPN.

Y algo de eso había en la decisión de la dirección capitaneada ahora por Javier Esparza de apoyar el decreto sobre la reforma laboral. A cambio, el PSN le evitaba pasar un par de malos tragos al alcalde de Pamplona, Enrique Maya, que también es vicepresidente de UPN. Pero ni Sergio Sayas ni Carlos García Adanero, los dos diputados regionalistas, lo terminaron de ver, y tras varios giros de guion, votaron en contra y se posicionaron a favor de las tesis del PP. Su futuro está en el aire, pero lo sucedido demuestra que el centro derecha navarro no escapa a esa complejidad propia de la comunidad. La crisis llega, además, en un contexto que agrava la situación. Con el PSN en el Gobierno foral y una izquierda abertzale cada vez más 'normalizada'.

UPN nació en plena Transición como respuesta a la inclusión en la Constitución de la Disposición Transitoria Cuarta que permite la incorporación de Navarra en Euskadi. A partir de ahí se convirtió en el principal referente conservador en la comunidad. Se estableció una especie de reparto de papeles en el que el PP -y en su momento AP- asumía su papel secundario en la comunidad y ni tan siquiera se presentaba en las elecciones forales y municipales. A cambio, los diputados que obtuviese UPN iban de la mano del PP, al menos en la mayoría de los casos.

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Estrategia

La dirección de UPN sabe que solo puede retener algo de poder con el aval implícito del PSN

A los dos partidos les une una alta afinidad ideológica y un deseo de frenar al nacionalismo. Y ahí entra en juego el PSN. En base a la 'teoría de los quesitos', los socialistas pueden ser un aliado. Pero eso a veces choca con la política madrileña y un país tan polarizado como España. «Es una relación compleja. Están condenados a entenderse, pero siempre están esperando a que el otro se la juegue», afirma Francisco Javier Caspistegui, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra, y uno de los autores de 'El laberinto de la representación', un voluminoso trabajo sobre todos los partidos de Euskadi y Navarra.

La cosa fue más o menos bien hasta 2008. Terminaba la primera legislatura de Zapatero. El PP no daba tregua en el Congreso mientras en Navarra, Miguel Sanz gobernaba con el visto bueno del PSN. La explosiva mezcla, como era de esperar, estalló. UPN dio la orden de que sus dos diputados se abstuviesen en la votación de los Presupuestos del Gobierno socialista. Zapatero tenía asegurada su aprobación, así que sobre todo era un gesto de distensión. De los dos diputados, uno, Santiago Cervera, se negó a acatar la orden y votó en contra. Por aquel entonces García Adanero era secretario general de UPN y arremetió con dureza contra Cervera por romper la disciplina de grupo. Cuando estos días se le ha preguntado por aquellas declaraciones y lo que él ha hecho ahora ha respondido: «No me acuerdo».

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Las relaciones entre el PP y UPN se rompieron, los populares volvieron a presentarse en las forales y los de UPN impulsaron un nuevo gobierno con el PSN que acabó como el rosario de la aurora. ¿Quién terminó siendo presidente del PP en Navarra? Santiago Cervera.

El 'síndrome de Madrid'

El porqué de que los dos diputados regionalistas han votado de nuevo en contra de lo que decía la dirección sigue siendo un misterio. Sus propios compañeros rechazan la tesis de que hayan sido «comprados», pero no todos ponen la mano en el fuego por que no hagan un recorrido similar al de Cervera. «Tiempo al tiempo». De momento, UPN se ha quedado sin representación en el Congreso ya que los dos diputados rebeldes han sido suspendidos de militancia dos años y medio.

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Complicaciones

El futuro de Navarra Suma está en el aire. Hay quien duda de que vaya a presentarse en 2023

Hay quien achaca todo, simplemente, al 'síndrome de Madrid'. «La presión es tremenda. Hay mucho ruido mediático, muchos cantos de sirena. Y estamos en un momento de polarización extrema», afirma un dirigente de UPN. El partido está acostumbrado a vivir en el alambre. Esparza ganó el último congreso a Sayas con un 58% de apoyo. De hecho, hay quien ve en el desmarque del diputado una forma de vengarse de quien le derrotó en 2020. Las broncas internas no son nuevas. Ya las hubo en su momento entre Esparza y Yolanda Barcina, por ejemplo. «En UPN hay, digamos, un gen centrista y otro más de derechas, y eso suele generar tensiones», afirma Caspistegui.

La pregunta ahora es qué va a pasar con Navarra Suma, la alianza creada entre UPN, PP y Ciudadanos para frenar al nacionalismo. El problema es que los números no dieron, Chivite gobierna en la comunidad y Na+ no tiene con quién pactar si quiere conservar algo de poder. Lo único que le quedaría a UPN es intentar recuperar la sintonía con los socialistas. Y ahí reaparece la 'teoría del quesito'. La sensación es que Navarra Suma pueda estar herida de muerte y que en 2023 UPN y PP concurran por separado. «UPN vive un punto crítico. Ha tenido otras crisis, pero esta situación es muy delicada», subraya Caspistegui.

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