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En el permanente encaje de bolillos que los partidos políticos realizan para asegurar una nómina pública a sus dirigentes y aliviar así sus cuentas internas, ... se producen ya operaciones más que llamativas. EH Bildu ha decidido nombrar asesora de su grupo en el Parlamento vasco a Arantxa Izurdiaga, quien oficialmente es la coordinadora de la coalición soberanista en el Parlamento de Navarra. En la práctica, su puesto de trabajo consiste en encauzar la labor de la formación abertzale al servicio de los navarros, pero cobra de una institución sufragada con los impuestos de vizcaínos, alaveses y guipuzcoanos.
Los hechos son los siguientes. El pasado 27 de marzo, EH Bildu anunció una «reestructuración» para «reforzar» su grupo en el Parlamento de Navarra. Uno de los movimientos pasaba por que Izurdiaga, una abogada conocida por su trabajo en una asociación de consumidores ligada a la izquierda abertzale llamada Kontuz, dejara su escaño. Según el comunicado oficial, pasaba a ser desde entonces, ya sin acta, «la nueva coordinadora política del grupo parlamentario», una responsabilidad que compagina con su cargo «en la Secretaría y la Mesa Política de Nafarroa Garaia» en el organigrama interno de la coalición liderada por Arnaldo Otegi.
La historia tiene su desarrollo a 100 kilómetros por carretera, en Vitoria. Cinco días después, el 1 de abril, en su reunión semanal, la Mesa del Parlamento vasco acordó publicar el nombramiento de Izurdiaga como asistente del grupo de EH Bildu. En todo caso, hay fechas anteriores a tener en cuenta. Según el Boletín Oficial de la Cámara, la designación tuvo «efectos económicos y administrativos» desde el 28 de marzo; es decir, un día después de su dimisión como parlamentaria en Navarra. Pero es que la decisión de nombrarla, firmada por Pello Otxandiano, estaba fechada el 25 de marzo; esto es, dos días antes de anunciar que dejaba el acta en Pamplona. El movimiento estaba planificado.
Todos los grupos tienen derecho a un puñado de asesores en función de su representación en el hemiciclo: PNV y EH Bildu, a 13 cada uno; el PSE-EE, a 8; el PP, a 6; y Sumar y Vox, a uno cada uno. Además, la presidenta del Parlamento (PNV) cuenta con cinco asistentes; y los otros cuatro miembros de la Mesa (dos de EH Bildu, uno del PNV y una del PSE-EE) disponen de dos más para cada uno. Según las tablas salariales, dichas plazas están remuneradas con un sueldo anual de 57.000 euros brutos a cargo de la Cámara, aunque los partidos suelen establecer varias escalas, pueden dividir una plaza en dos a media jornada y casi siempre exigen a esos trabajadores una aportación a las cuentas del partido.
En esos puestos, los aparatos de las formaciones sitúan a todo tipo de perfiles, desde secretarias y responsables técnicos que en efecto ayudan a los parlamentarios con sus iniciativas hasta personas que trabajan más para el partido que para el propio grupo parlamentario, como jefes de prensa o incluso dirigentes. De hecho, varios de ellos no desarrollan su jornada laboral propiamente en la Cámara de Vitoria, sino en las sedes de los partidos, y si acaso pisan el edificio de Becerro de Bengoa los días de pleno. No es frecuente, en cambio, que los grupos aprovechen ese cupo para colocar a personas que, según su propia documentación, trabajan en otros parlamentos, máxime cuando éstos corresponden a otras comunidades autónomas.
EL CORREO intentó ayer recabar la versión de EH Bildu, pero no recibió explicación al movimiento que ha llevado a Izurdiaga a ser asistente en el Parlamento vasco al mismo tiempo que ejerce como coordinadora en el de Navarra. El comunicado oficial emitido el 27 de marzo por la coalición soberanista no recogía que la abogada fuera a desempeñar ninguna labor en el Legislativo de Euskadi. El acuerdo de su nombramiento en la Cámara de Vitoria se limita a incorporar la referencia formal -utilizada siempre en estas designaciones- de que «las tareas a realizar serán las propias de un puesto de asesoramiento y asistencia al grupo parlamentario EH Bildu en ejercicio de sus funciones, y aquellas otras que se le encomienden por el portavoz», sin más concreción.
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