El año de los balcones, Europa y la vacuna
El ejercicio del resumen anual está lleno de trampas que nos sitúan la realidad vivida junto a la inventada, la deseada y la ocultada. La ... realidad de nuestra vida personal junto a la de nuestra comunidad de pertenencia. Nuestros sesgos políticos, sociales, psicológicos y afectivos nos dan la oportunidad de ser tan miserables como queramos o tan generosos como alcancemos en nuestra mirada retrospectiva. Uno se puede haber enamorado en el peor año posible, o haber puesto en marcha un negocio o haberse reconciliado con su padre. Pero difícilmente podrá resumir el año 2020 como el año del amor, el año del emprendimiento o el año de la reconciliación.
Incluso los más ombliguistas han sido conscientes este año del dolor, la preocupación y la tristeza ajena por el efecto de la Covid y de las políticas que se pusieron en marcha para defendernos de la pandemia. Los datos nos dicen que las sensaciones negativas han predominado sobre las positivas en la mayoría de los ciudadanos. Y la manera con la que felicitan el año la mayoría de las personas de nuestro entorno no deja lugar a dudas sobre las ganas que hay de olvidar 2020.
Pero la vacuna ha llegado en 2020, como nos anunciaron hace unos meses los gobernantes. Esos gobernantes que han perdido credibilidad este año con la gestión de una pandemia para la que no estaban preparados y que exigía cambios constantes de criterio que es una de las cosas que más irrita a los ciudadanos. Expertos y científicos han sido muy críticos con las medidas que han ido adoptando los políticos, creando la sensación de combate permanente entre ciencia y política que ha dado para muchos análisis y debates divisivos estériles.
Incluso los más ombliguistas han sido conscientes del dolor y la tristeza ajena por la covid
En cambio, la colaboración público-privada para desarrollar en tiempo récord la vacuna más deseada ha encontrado en la gestión política un aliado que, en la misma línea de los fondos europeos de reconstrucción, sitúan a Europa como una comunidad política que defiende la vida de todos sus miembros y que ha permitido que la vacunación fiable llegue simultáneamente a todos los países cuyos ciudadanos se beneficiarán del progreso científico. Los científicos no se han saltado ningún control público y las instituciones han generado las condiciones para que el proceso de vacunación sea ya una realidad.
2020 nos ha dejado unos balcones improvisados generando una identidad social vinculada a la defensa del estado de bienestar y de la salud púbica, una Europa que se ha hecho cargo de nuestros problemas y una vacuna contra el virus que nos estaba impidiendo vivir. Evidentemente, mi mirada no está libre de sesgos. Este artículo está influenciado por la visualización de la vacuna en el brazo de una de nuestras mayores. Para mí, la imagen del año.
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