Imanol Pradales, ¿gestor o líder transformador?
Imanol Pradales acaba de cruzar esa especie de aduana metafórica del primer año de gobierno, en la que los mandatarios se ven obligados a rendir ... cuentas de su gestión y se evalúan su estilo de liderazgo y el grado de aceptación que suscitan entre la ciudadanía. En su caso, 5,4 puntos sobre 10, proyectando la imagen de un «líder dialogante, que inspira confianza», si hemos de creer al último Sociómetro vasco. Lo que es todo un logro, teniendo en cuenta que Pradales llegó a Lehendakaritza bajo un eslogan de campaña en el que se presentaba por su nombre de pila («Soy Imanol»), consciente de ser un gran desconocido para el votante medio.
Su designación como candidato fue una apuesta de la anterior dirección de su partido por el relevo generacional, en sustitución de Iñigo Urkullu, de quien heredó un escenario de estabilidad institucional, pero también de creciente preocupación ciudadana en materia de sanidad, vivienda, empleo y seguridad, cuya búsqueda de solución ha sido su prioridad en este primer año de legislatura, centrado en reducir las listas de espera en Osakidetza y en mejorar la calidad de los servicios públicos, fortalecer el autogobierno, impulsar la economía y abordar los grandes desafíos sociales y globales, como el reto demográfico, la transición energética y el cambio climático. Cuestiones en las que su Gobierno parece progresar adecuadamente, aunque sin grandes hitos que celebrar aún y con un par de estériles polémicas con su socio de coalición, el PSE-EE, cuyo líder parece empeñado en marcarle el paso en asuntos clave, como el trazado del TAV («tirón de orejas» mediante) y en aquellas materias que sirven para marcar perfil ideológico, como la reforma fiscal (acordada en exclusiva con partidos de izquierdas, por expreso veto de Eneko Andueza), la política migratoria o el impulso y defensa del euskera en el ámbito de la contratación pública. Lo que ha puesto en evidencia las fisuras y contradicciones del Ejecutivo que preside y los límites de su modelo de consenso.
Condicionado por una coyuntura política endiablada, con una EH Bildu empatada a escaños con los jeltzales en el Parlamento vasco llamando a las puertas de Ajuria Enea y la necesidad de exprimir al máximo los acuerdos de investidura con un Pedro Sánchez en fase menguante, Pradales ha destacado en este primer año de legislatura por un enfoque de gestión constructivo y pragmático, y por la búsqueda de acuerdos, con algunas iniciativas de interés, como la propuesta de un «cupo energético» o la creación de una Alianza Financiera Vasca con inversión público-privada en áreas estratégicas, como la automoción o la fabricación avanzada, reforzando nuestra soberanía industrial en un entorno global altamente competitivo.
Pero la verdadera transformación no siempre nace del consenso, en ocasiones se requiere remar a contracorriente defendiendo una posición ideológica y un modelo de sociedad y de país propio y diferenciado, de una manera firme y desacomplejada. Por ahora su trainera navega con rumbo, pero el verdadero desafío estará en saber sortear las olas del futuro.
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