Algo más que un 'no'
ANÁLISIS ·
Ortuzar confirmó por teléfono a Sánchez a las ocho de la mañana el rechazo del PNV al decreto, un desencuentro que deja un poso de desconfianza entre Sabin Etxea y la patronalAeropuerto de Loiu, ayer, ocho de la mañana. Falta una hora para que empiece el debate en el Congreso y Andoni Ortuzar, a punto de ... volar a Italia para reunirse con el ex primer ministro Matteo Renzi, recibe una llamada. Al otro lado del teléfono está Pedro Sánchez, que escucha el definitivo 'no' del PNV a la reforma laboral. Los jeltzales lo intentaron hasta el último minuto con Yolanda Díaz y con Félix Bolaños, en una negociación agónica que dejó de tener sentido cuando el Gobierno amarró los que creía, como se vio después en la esperpéntica votación, los apoyos decisivos de UPN.
Aun así, el presidente del EBB cruzó varios mensajes el miércoles por la tarde con el presidente del Gobierno, de visita en Abu Dabi. Pero el PNV ya no era, aparentemente, necesario y no había vuelta atrás: Sabin Etxea se había cerrado todas las puertas al anunciar hace semanas su rotundo 'no' al decreto a no ser que se les dieran garantías legales e inmediatas del blindaje de los convenios autonómicos.
Llegados a este punto, el análisis difiere si se escucha a los socialistas, al PNV, o a la patronal, a quien los jeltzales hacen responsable directa del fiasco e incluso lo personalizan en su presidente, Antonio Garamendi al que reprochan su «débil» liderazgo al frente de la CEOE. No le perdonan que, pese a reconocerles que la prevalencia del marco vasco no alteraba en nada sustancial la reforma, no hiciera pedagogía interna para ampliar el margen del Gobierno a la hora de negociar con el PNV. Andoni Ortuzar ya exigió a Sánchez, en una entrevista en EL CORREO, que pusiera «firme» a la patronal. Y ayer, el propio Aitor Esteban lamentó en la tribuna la «hipocresía» del líder empresarial, un reproche público que ha hecho enarcar las cejas a más de uno en el partido, históricamente cercano a los empresarios, y ha sembrado la perplejidad y la preocupación en el Gobierno vasco, especialmente en la 'pata' socialista.
Trabajo, en manos del PSE y con la vicelehendakari Mendia al frente, ve en peligro la Mesa de Diálogo Social vasca, en la que no se sientan ni ELA ni LAB pero sí los dos sindicatos que han pactado el texto, CC OO y UGT, además de Confebask. Comisiones ya ha amagado con abandonar el foro y altos responsables de la patronal vasca no lo descartan tampoco. La grieta puede alcanzar al lehendakari Urkullu y a la coalición PNV-PSE, hasta ahora una balsa de aceite. «El PNV, cuyo principal valor era la cintura política y la seriedad, ha cometido un error garrafal, estratégico», lamentan los socialistas.
En la cúpula empresarial vasca, que comparte esa opinión, se mascaba ayer la «decepción» con el PNV, al que ven inexplicablemente alineado con ELA, LAB y EH Bildu, como en tiempos de Lizarra. «Para nada. Sabemos que para ELA seguiremos siendo el enemigo. Hemos pensado en nuestros votantes, la clase media, los que se pueden beneficiar de un convenio vasco más ventajoso que el estatal», se defiende un cargo peneuvista.
«Con una patronal más asentada esto no habría pasado», abundan en el PNV, que reconoce «pena y disgusto» por el desenlace, convencido de que el «contenido» de sus reclamaciones nunca fue el problema, sino «la obsesión de Sánchez con la foto». El enfado es mayúsculo, es mutuo y dejará heridas, incluso más profundas que las grietas que puedan abrirse en la mayoría de la investidura, que volverá a funcionar cuando Sánchez necesite de sus socios y hasta que los socios necesiten que Sánchez siga en La Moncloa. El PNV pedía ayer «empatía y valentía» al Gobierno para desembarazarse de «chantajes» y vértigos electorales. Pero el poso de desconfianza abierto con patronal y sindicatos en Euskadi tardará más en diluirse.
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