EFE

El resentimiento de Puigdemont

Viernes, 2 de febrero 2024, 00:02

Pensar que todo está dicho entre el PSOE y Junts sobre la, por ahora, fallida ley de amnistía sería pecar de infantilismo. Sobre todo por ... los protagonistas de esta partida. Un Pedro Sánchez que ya ha demostrado su falta de rubor para incumplir su palabra cuantas veces le convenga. Y el expresident catalán Carles Puigdemont que día tras día muestra un creciente resentimiento contra todo lo español.

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Estamos a dos semanas para que los gallegos decidan si otorgan o no otra mayoría absoluta al PP. Feijóo, que ya no es el candidato, la necesita como el comer para que su liderazgo nacional no se resquebraje un poco más tras su fallida asalto al poder en las generales, pese a ser la fuerza más votada. El revés popular sería otro respiro para Pedro Sánchez, por más que quien presidiría la Xunta sería la aspirante del Bloque (BNG).

PSOE y Junts disponen de casi cinco semanas aún para lo improbable. Que Sánchez se salte otra vez sus propias líneas rojas e incluya los delitos de terrorismo y de alta traición en la ley de amnistía, pese al previsible veto posterior del Constitucional y de la Justicia europea. O que sea el huido Puigdemont quien se trague el sapo y acepte que ambos supuestos queden fuera, con el consiguiente riesgo de que él y la 'número dos' de Esquerra (ERC), Marta Rovira, no se beneficien del perdón. A día de hoy no parece probable ni una ni otra opción.

Después de tragar y tragar y tragar para seguir en La Moncloa y para que España tenga un Gobierno de progreso, que cuenta con el evidente apoyo de un nutrido segmento de la población menos favorecida económicamente, transmitir el mensaje de que esta vez sí se ha plantado ante las exigencias de los 'indepes' catalanes no le viene mal a Sánchez mirando a Galicia. El ministro Óscar Puente dijo ayer que con o sin ley de amnistía el Gobierno seguirá. El presidente, más medido, declaró que con la norma que rechaza Junts todos los independentistas catalanes serían amnistiados «porque no son terroristas», pese a lo que sostiene el juez García-Castellón.

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Da igual, los catalanes no envían mensaje alguno de conciliación. Laura Borràs dijo ayer que no rebajarán sus exigencias y que les importa un pepino si la norma se declara inconstitucional. No sé hasta qué punto tendrá que ver que ella nunca se beneficiaría del perdón al estar condenada por malversación. Ni la intervención de Otegi avisando de que la ruptura PSOE-Junts conduciría más pronto que tarde -nunca antes del otoño- a nuevas elecciones con altas probabilidades de que pudiera gobernar Feijóo, con o sin la ultraderecha, han hecho moverse a un resentido Puigdemont.

¿Cuántos seguirían al expresident si con su maximalismo impide que cientos de catalanes se beneficien del perdón? ¿Cuál es su proyecto tras el fallido 'procés' en el que se burló la ley una y otra vez, tras dejar en mal lugar el intento mediador de Urkullu y huir a Waterloo, donde sigue, más allá de ese referéndum para la secesión que no llegará? Motivos suficientes para la reflexión si el odio no le cegara, como parece evidente.

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