En la Bajada de Celedón se exhibieron, entre otras, pancartas en favor de los presos de ETA. Blanca Castillo

Los perdedores de la normalización

Viernes, 29 de agosto 2025, 08:14

Los recintos festivos vascos han estado plagados, un verano más, de pancartas en favor de los presos de la organización terrorista ETA. ¿Respuesta institucional y ... ciudadana? De casi absoluta inacción las primeras. Y de vergonzante pasotismo, la segunda.

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Han pasado catorce años desde que ETA se vio obligada a anunciar en 2011 que abandonaba las armas. Una decisión que buscaba que, al menos, la izquierda abertzale recuperara la posibilidad de volver al juego político. En 2018 la banda desmontaría formalmente el chiringuito y anunciaría su disolución. Euskadi recuperaba así la posibilidad de avanzar hacia la normalización.

Desde entonces se han dado muchos pasos adelante e importantes, pero no todos los necesarios. Los herederos del brazo político del terrorismo, Sortu, jamás han abjurado de ETA, como anticiparon dirigentes como Pernando Barrena. Y las víctimas no han tenido la verdad, justicia y reparación que se les prometió. Ha habido innumerables recuerdos y reconocimientos, públicos y privados. Pero se les ha negado algo tan importante como el derecho a no verse humilladas por pancartas en las que se jalea a los asesinos y con manifestaciones en las que, veladamente, se exige su excarcelación. De esta forma, las víctimas se han convertido en las grandes perdedoras de la normalización.

Del pasotismo de las nuevas generaciones cabe responsabilizar a una parte significativa al PNV. A sus prisas por pasar la página terrorista.

Pero hay otro sujeto político que debiera reflexionar sobre su actuación: el PSOE de Pedro Sánchez. Sus políticamente comprensibles ansias de poder no pueden justificar que a cambio haya normalizado políticamente a EH Bildu y que, por ejemplo, le haya regalado la Alcaldía de Pamplona a cambio de que Chivite fuera presidenta de Navarra, pasándose por salva sea la parte el suelo ético que se prometió exigir a los de Otegi. Por más que, de momento, el PSE mantenga su veto a cogobernar con la izquierda abertzale.

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Las víctimas de ETA no han tenido la verdad, justicia y reparación que se les prometió

El gran vencedor de lo anterior no es otro que esa EH Bildu que, para mantener prietas las filas en su camino sin retorno hacia la institucionalidad, no ha tenido que desmarcarse de la historia criminal de ETA. Y que hoy, medio siglo después, intenta equiparar a los etarras 'Txiki' y Otaegi, fusilados en los estertores del franquismo, con los gudaris del 36 y situar como un eslabón más de la cadena que llega hoy hasta la izquierda abertzale actual.

Los partidos democráticos están obligados a reflexionar, matizar posiciones y exigir a Sortu lo que hasta ahora no les han reclamado: un respeto real, sin provocaciones a las víctimas. Sin ello nuestra convivencia será sólo aparente, no real.

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