Franco, Sánchez y el PP
Tiempo. El presidente Pedro Sánchez, es evidente, necesita aire casi a cualquier precio. Y es que se le siguen acumulando los problemas al punto de ... invisibilizar casi cualquier actuación del Ejecutivo. El 'caso Ábalos' avanza. El Supremo ya ha pedido el suplicatorio contra él al observar claros indicios de la comisión de varios delitos de corrupción. Falta conocer lo más relevante: hasta dónde penetra la madeja corrupta en el PSOE.
A las cuitas judiciales súmenle ustedes la inestabilidad de la mayoría de investidura. Hace tiempo que el Gobierno suma fugas de su socios que regalan pequeñas victorias parlamentarias al PP. La última, en el asunto del gravamen a las energéticas. Nada extraño que el Ejecutivo de izquierdas apenas haya podido vender sus éxitos económicos del último año. Éxitos que Feijóo ignora, cuando no trata de desmentir con datos falsos, como ha hecho con el paro juvenil.
Sánchez y los suyos recibieron ayer otra noticia en el caso de la pareja de Ayuso, sí, el presunto defraudador fiscal. La Guardia Civil no ha encontrado en los teléfonos ni en el ordenador del fiscal general del Estado prueba alguna de que fuera él quien filtró la información a la Prensa. Los mensajes del terminal correspondientes a esas fechas están borrados.
El presidente precisa como el comer sacar adelante los Presupuestos. No descarten que lo logre pagando, otra vez, un elevadísimo precio. Pero aunque fracase, y al huido Puigdemont se le ve con ganas de que así sea, no piensen en una caída inmediata del Gobierno. No si el perímetro de la corrupción no se ensancha y alcanza a nuevos nombres de peso en el PSOE.
Sánchez deberá intentar sacar algunos conejos más de su chistera para no seguir cayendo en intención de voto. Uno de ellos ya se conoce: la celebración en 2025 de los 50 años de la muerte del dictador Francisco Franco. ¿Una decisión acertada? Visto cómo sigue creciendo el apoyo a las ultraderechas entre los más jóvenes y la proliferación de símbolos franquistas y fascistas en redes sociales, yo diría que sí. Otros países como Francia celebran la recuperación de la democracia. Y otro tanto sucede en Grecia o Portugal. Claro que en nuestro caso el dictador murió en la cama, no fue derrocado por los demócratas. Y la democracia, la Constitución, todavía tardó unos años en llegar.
Supongo que el PSOE se habrá convencido de lo acertado de su idea al observar el sarpullido y la división que el espantajo de Franco ha provocado, otra vez, en el PP. Para Ayuso, Sánchez «ha enloquecido» y no participará en ninguno de los actos de «España en libertad». Feijóo, siempre tan cuidadoso con la dama ultraliberal madrileña cuya ira terminó con su predecesor Casado, ha mostrado su absoluto desprecio por el tema. Sólo el moderado Moreno Bonilla ha dicho desde Andalucía que él si festejará los 50 años de libertad que hemos disfrutado gracias a los padres de la Constitución.
El PP, hijo político directo de la Alianza Popular de Fraga, la mitad de cuyos diputados no apoyaron la Carta Magna, sigue eludiendo mostrar un rechazo frontal y cerrado a Franco y al franquismo. Eso sí, por lo menos esta vez ninguno de los suyos ha faltado al respeto a quienes aún buscan a los suyos en cunetas, como en su día se atrevió a hacer el faltón Rafael Hernando.
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