Calle Limón. MARIA GIL LASTRA
Ruta bajo secreto de sumario

La historia más sangrienta de Santander

Nada de invención, todos casos recogidos por la prensa o la policía. Así es la ruta por los crímenes de la capital cántabra

Viernes, 18 de marzo 2022, 00:34

Una ciudad que no cuenta con crónica negra no es una ciudad. En un mundo ideal, los crímenes deberían obviar el pulso de la urbe, pero la realidad impone sus reglas. Las ciudades sangran. Tiemblan al escuchar los pasos de alguno de sus moradores de noche, se estremecen al sentir la maldad que adivinan en ellos. Son los hijos descarriados, monstruos a la caza de víctimas, de aullidos que rebotan contra las paredes en calles vacías y oscuras.

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Los asuntos morbosos atraen, imposible negarlo. Basta fijarse en cómo se agolpan las miradas alrededor de un accidente. El influjo de las desgracias ajenas anima a muchos a acudir a la llamada. Sienten un efecto imán, como el de esos protagonistas de películas de terror que no deberían abrir la puerta o responder al teléfono y, aun así, lo hacen. Apuntarse a la cita que presentamos no supone ningún riesgo, salvo el de divertirse. Ofrece un punto de vista diferente de Santander, porque todos tenemos claro que al palacio de la Magdalena acudían reyes pero, ¿lo hacían también fantasmas? La visita guiada 'Santander bajo secreto de sumario' (www.toursantander.es) resuelve estas dudas. Todavía puedes aprovechar el 'Santander Bono Turístico' para que salga más barata, aunque los 10 euros que cuesta tampoco harán quebrar tu economía.

Asesinatos y borracheras

Arranca frente al Ayuntamiento, donde Héctor Campo espera con su paraguas naranja. «Nuestra ciudad es elegante, señorial, aristocrática, su bahía está considerada una de las más bellas del mundo, pero cuando cae la noche se retuerce y se convierte en la más sangrienta». La introducción del cicerone pone en guardia al público. A partir de ese momento el nivel de violencia –contada– se desata. La primera historia retrocede hasta 1932. Narra el asesinato de Julián a manos de un antiguo empleado. Habla de borracheras y miserias, de un arma y cuatro tiros en el estómago. Marca la introducción al conjunto de desgracias desgranadas según la ruta avanza hacia nuevos barrios y altercados.

Peleas, alcohol, sexo… ninguno de los ingredientes esenciales quedan sin tildar en esta lista de la barbaridad humana. Acuden también a la fiesta macabra espectros, leyendas y fenómenos parapsicológicos. Nada de invención, todos recogidos por la prensa y la policía. Casos curiosos, resueltos o sin resolver. Cerrados sin mucho tino y con poca lógica, a veces. Hechos que acaban formando parte del imaginario colectivo, que pasan de suceso a mito con el correr de los años.

Ruta bajo secreto de sumario

El eco de esos episodios se reproduce en enclaves que albergaron cárceles, como la plaza Juan José Ruano. «Si pasáramos el aparato de las psicofonías por aquí seguro que petaba, en esta ciudad hemos sido muy originales matando», suelta con un toque de humor negro Campos. En la curiosa calle Limón, «uno de los pocos rincones que conserva el aspecto anterior al incendio de 1941 que devastaría la capital cántabra», añade. La Cuesta del Hospital o la catedral. En la plaza de Alfonso XIII. Y frente al Centro Botín, entre otros emplazamientos.

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Allí, la tormenta de atrocidades deja un goteo de granujas, fiestas que se complican, gremios de barberos alzados, abusos y violaciones. Balazos en churrerías, niños que agreden a otros infantes, amoríos con final trágico…. «Tan frecuentes en época de crisis que la sociedad llegó a normalizar estos actos, había demasiadas preocupaciones de otro tipo que pesaban más», asegura. Con giro final de lujo, obligado en toda narración de misterio que se precie. Asesino en serie al estilo telefilm norteamericano, pero made in Cantabria.

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