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Ruta monumental por las tierras burgalesas del Duero

Una lista de villas de carácter medieval abre sus puertas a los visitantes que buscan saciar su interés por la arquitectura, la cultura y los buenos vinos

Jueves, 19 de junio 2025, 18:25

El río Duero riega tierras burgalesas, marca con su transcurrir una identidad asociada a sus aguas, a tierras de fértiles vegas, amplios páramos y laderas onduladas. Al arrullo de su protección viven humanos desde la Primera Edad del Hierro. Partimos a pasear por la zona, a hacer un recorrido por las localidades que ponen cuerpo al urbanismo. Hasta ocho donde perderse es siempre un placer, el de dejarse empapar con esta serpiente húmeda que repta poco a poco hasta el Atlántico.

Aranda de Duero

La villa de doble muralla

Jose Luis Vega

Empezamos por la capital de la Ribera del Duero burgalesa, villa con una peculiaridad respecto a las que la rodean, haber sido creada para servir de enlace de comunicación entre las tierras del norte y el sur, no como plaza militar. Aunque no naciera con carácter bélico, sí poseía muralla en el XII, queda la puerta del Duero. Caminar por la Plaza del Trigo es hacerlo por los antiguos arrabales, donde se comerciaba con el cereal. La actual plaza Mayor se dedicaba antaño a mercados y ferias. Como la villa crecía, hubo que levantar una segunda muralla en los siglos XIV y XV. Por eso la Plaza Mayor, la calle San Francisco o la Plaza del Trigo quedaron porticadas, protegiendo a vecinos y productos.

Las familias nobles empezaron a ver la gracia al lugar, construyeron palacios y casas solariegas durante los siglos XV y XVI, ejemplos con nombre como el de los Acuña, Rojas, Avellaneda… y la casa de los Berdugo, la más famosa. Acudían a la iglesia de Santa María la Real, el edificio más representativo, para curar sus almas; comenzó a crecer en 1439.

El cultivo de la vid había sumado ya las bodegas durante el XIV y XV, laberinto subterráneo con diez metros de profundidad ventilado a base de zarceras. Conste que a lo largo del siglo XVI se multiplicaron los edificios religiosos extramuros como el monasterio de San Francisco y el convento de Santi Spiritus, de dominicos, junto al actual Hospital de los Santos Reyes. Más el Colegio Vera-Cruz, mandado erigir por don Pedro de Acuña y Avellaneda.

Caleruega

Santa monumentalidad

Rudi Ernst

Seguimos en el sur, en la zona que sirve de enlace a la Ribera del Duero y la Sierra de la Demanda. En tierras agrícolas y de pastoreo. Imposible no referirse a la historia de Santo Domingo de Guzmán, fundador de los Dominicos. Por eso no debe faltar la visita al conjunto monumental de Santo Domingo, vertebrado por edificaciones y templos. El más antiguo, el Torreón, fortaleza del XI dentro del cenobio.

Curiosa también es la Bodega de la Beata Juana, donde la leyenda asegura que la monja multiplicaba el vino para repartirlo entre pobres. Y maravillosos el claustro-museo repleto de tallas policromadas, la sacristía, la cripta y dos iglesias, del XII y del XVI. Después, el turista puede acercarse a diversos restos arqueológicos y edificaciones civiles que forman parte de la localidad, un señorío de la nobleza castellana.

Gumiel de Izán

Una iglesia como una catedral

Adobe Stock

Otro río, el Gromejón, superado por los puentes de San Pedro y San Antonio, a los que se denomina 'romanos', baña nuestra siguiente parada. Acudimos a la localidad de trazado medieval entre Aranda de Duero y Lerma. Callejas estrechas repletas de casas confeccionadas a base de madera y adobe pueblan el lugar, en el que también encontrará el visitante casas blasonadas. Imposible negar el aspecto castellano de una Plaza Mayor repleta de soportales. Localizada en la Ruta del vino de Ribera del Duero.

De las antiguas murallas con cinco puertas y torreón queda poco. Sí brilla con poderío la gótica iglesia de Santa María, creada a finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Aunque parroquial, sorprenden sus medidas más próximas a una catedral, la fachada y escalinata barrocas del XVII. La primera casi podría parecer un retablo por su distribución, con columnas corintias.

Gumiel de Mercado

Las dos torres

La historia se repite, antigua muralla de la que únicamente quedan dos puertas renovadas en el XVII. Aspecto medieval con calles estrechas y caserío en piedra, adobe y madera junto a otras casonas blasonadas. Novedad, haber sido la sede de importantes aljamas judías, entidades autónomas que agrupaban esas comunidades durante el medievo, que regían la vida de sus miembros y velaban por las costumbres y la moral, probablemente a causa del mercado que antaño tenía lugar allí. También hubo castillo, aunque no quede nada, de ahí el nombre de cerro del castillo, bajo el que existen bodegas y lagares tradicionales que han dado el sobrenombre al lugar de 'aldea hobbit' por su aspecto.

Dos templos marcan el perfil de la localidad. El primero, la iglesia de San Pedro Apóstol (XV), con torre rematada en matacanes, uno de los mejores ejemplos de encastillamiento de un templo bajomedieval. Construcciones civiles, atalayas y torres albarranas inspiraron este edificio, en una de cuyas almenas está esculpida la cruz que forma parte del escudo de Juan Sánchez, el impulsor, y el escudo de armas del Concejo de Gumiel del Mercado. La segunda, Santa María la Mayor (XVI), más grande y moderna. El Cardenal Cisneros decidió protegerla, y los trabajos se alargaron hasta el siglo XVII, con remate de la torre por Juan de Naveda. Ya que hablábamos de escudos, en esta se ve el de don Francisco Sandoval y Rojas, primer duque de Lerma, dueño del poder en la villa.

Peñaranda de Duero

Las mejores viviendas

Asobe Stock

En esta villa, el casco medieval se alargada en la ladera del cerro del castillo. Allí aguardan edificios religiosos y señoriales, caserío común de, adivinan… adobe y madera. Arriba, sobre la roca, saluda el precioso castillo de Peñaranda, que protegía en época altomedieval la zona, aunque lo que queda de él es del siglo XV. Aquí sí conservan parte de la muralla, así como dos puertas de acceso, el 'Arco de las Monjas', y la que facilita el acceso a la Plaza Mayor del siglo XV, repleta de casas con soportales. Dicen que sus viviendas populares son de las más bellas y conocidas de La Ribera, por eso debe fijarse el visitante en la fachada principal con balcones de madera, algunos enormes, a modo de solanas.

Preside la plaza la impresionante fachada principal de la, antiguamente, Colegiata Abacial de Santa Ana, gracias a una bula pontificia concedida por Paulo V en 1605. Asombra el Palacio de Avellaneda, cumbre del plateresco español, que Francisco de Zúñiga y Avellaneda, tercer Conde de Miranda, mandó levantar a comienzos del XVI. Fuera, la portada muestra escudo de los Zúñiga; dentro, elegante patio rodeado de habitaciones decoradas. Frente a la plaza del Duque, una plazuela con el ayuntamiento, casonas renacentistas y barrocas, y la farmacia de los Ximeno, antigua botica del siglo XVII.

Roa de Duero

Dos muertes famosas

Juan Antonio Orihuela Sánchez

Aquí falleció el cardenal Cisneros en 1517, regente de Castilla, primado de España y tercer inquisidor general de Castilla, y aquí ejecutarían a Juan Martín 'El Empecinado', héroe guerrillero de la Guerra de la Independencia, en 1825. Prevalece desde siempre sobre sobre un espolón rocoso, presidiendo el valle del río, y ejerce ahora como sede del Consejo Regulador de la denominación de origen Ribera del Duero, dentro del antiguo Hospital de San Juan. Sobre la fértil vega del Duero. Junto a este edificio quedan restos de la iglesia de San Juan, parte del muro meridional con nicho rematado por arco apuntado de factura gótica, y la portada del siglo XIII. Y sigue en pie dentro de la localidad otra iglesia, la gótica de San Esteban, con una torre defensiva medieval. Aunque el premio gordo es la iglesia colegial de Santa María (XVI), con notable sillería gótica, pila bautismal del XIV y las destacables capillas de los Burgos y de la Inmaculada.

Esta vez hemos conducido hasta el suroeste de la provincia, a una plaza estratégica, bastión defensivo los primeros siglos de la Edad Media. Vacceos y romanos habitaron la zona antes. Los unos fueron sometidos por los otros en el siglo I a.C. Por eso por la zona pasaba la vía Caesar Augusta-Astúrica, de la que quedan restos y, por la localidad transitaron los ejes Roa-Tordómar, Roa-Palencia y una ruta de enlace entre los valles del Duero y del Riaza.

Adquirió importancia para la repoblación cristiana en el siglo X, concretamente en el año 912, cuando el conde Munio Núñez la fortifica. Durante el proceso de señorialización del reino castellano, mudó de manos varias veces, hasta que en el siglo XV acabó bajo dominio de Beltrán de la Cueva, y luego de los condes de Siruela. También contó con aljama desde 1290 hasta la expulsión de los judíos a fines del XV. Y muralla de la que se conserva la puerta de San Juan, que ordenó construir la viuda de Alfonso X 'El Sabio', Doña Violante, en 1295 para acabar con las desavenencias entre Roa y las aldeas cercanas. Su economía resucitaría gracias a Enrique IV, que en 1465 concedió licencia para organizar mercado los martes y dos ferias anuales, y, por supuesto, al vino. A lo largo de los siglos modernos arrancaría el desarrollo de las artes, con la excolegiata de Santa María, como mejor ejemplo.

Sotillo de La Ribera

El mejor retablo

M. Cuadrado

Abundan los viñedos. En su casco urbano destacan edificios blasonados como el Palacio de los Serrano, ordenado por el canónigo Juan Antonio Serrano Mañero en 1785; la casa edificada por don Miguel Herrero Esgueva, Obispo de Osma y Arzobispo de Santiago de Compostela, y la que perteneció a Pablo Herrero Calatañazor desde 1778. Conserva bonito ayuntamiento de 1781 rematado con escudo Real, Casa de la Botica de finales del siglo XVII, y Palacio de los Serrano, construido entre el XVII y XVIII. La iglesia parroquial de Santa Águeda ofrece retablo mayor neoclásico y capillas de interés, como las de San Miguel y Nuestra Señora del Rosario, y magnífica portada tardobarroca. La capilla de Nuestra Señora del Rosario fue costeada por Juan Antonio Serrano, quien también pagó el retablo mayor, uno de los mejores del barroco cortesano en Burgos.

La localidad nació en la Edad Media como cortijo de Gumiel del Mercado y con fin ganadero. Lo más destacable es su arquitectura popular son los hogares típicamente ribereños. Y sus bodegas, en un monte de San Jorge repleto de túneles, están consideradas las mejores de la Ribera.

Vadocondes

La fuerza del río

Recibió el título de villa del rey de manos de Fernando IV en el siglo XIV, en agradecimiento a la fidelidad demostrada por sus habitantes. Entrarás a ella a través de un lienzo de muralla, por arco de medio punto sobre el que aparece el escudo Real de los Austrias. Es la Puerta Nueva, único resto de la muralla que la protegía de las luchas durante la Baja Edad Media y las crecidas del Duero. Una callejuela va hacia la plaza de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (XV), sigue a la Plaza Mayor, donde hay un rollo de justicia renacentista.

Cuenta con un interesante conjunto urbano nutrido por algunas casas del s iglo XVII y XVIII como la del hacendado José Lara, de planta rectangular en dos alturas, con amplio corral detrás y gran balcón volado que integra dos puertas-ventanas en medio de las cuales aparece labrada una cruz. También arquitectura popular, con otras agrícolas de dos plantas.

Interesan especialmente las remodelaciones urbanas del primer tercio del XVIII, culminaron con la construcción de un puente de interés arquitectónico. La obra sustituyó el viejo puente de madera por una fábrica de piedra, especial para el comercio de Castilla y la actividad de la Mesta. Durante el reinado de Carlos III, se construyó la manguardia que acota la margen izquierda del Duero para proteger a los habitantes del impetuoso río.

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