Prohibido abrazar secuoyas en Cantabria
Cabezón de la Sal posee el mayor bosque de esta especie fuera de Estados Unidos
Pasear por alguna de las seis rutas indicadas del bosque de secuoyas de Cabezón de la Sal sirve al paseante para descubrir su verdadera dimensión ... en el mundo. Todos se sentirán enanos ante la magnitud de estos árboles, que pueden alcanzar una altura media de 40 metros y un perímetro de los troncos de 2 metros. El enclave, de 2,5 hectáreas, es único porque se trata del segundo bosque de esta especie de mayor dimensión de todo el mundo. Solo superado por el de California de donde proceden los ejemplares plantados hace más de ochenta años en este paraje de Cantabria. En España hay ejemplares en Huéscar (Granada) y en los jardines de la Granja de San Ildefonso (Segovia), pero no alcanzan la dimensión de lo que se puede ver en Cantabria. En concreto en este paraje hay 848 pies de secuoya roja o de California y 25 de pino de Monterrey.
La historia de cómo llegaron estos árboles hasta la cornisa cantábrica también tiene su aquel. En plena dictadura, la necesidad de madera hizo que los entonces gobernantes impulsaran la plantación de especies que no eran autóctonas pero que experimentaban un rápido crecimiento en un clima tan húmedo. Se apostó por los pinos y por los eucaliptos en muchas zonas, pero hasta Cabezón de la Sal se trajeron secuoyas. El problema es que, una vez plantadas, el proyecto maderero decayó. Nadie se acordó de talarlos, por lo que ahí siguen y seguirán. De hecho, los entendidos aseguran que este parque está lleno de «secuoyas bebé», puesto que estos árboles pueden alcanzar los mil años de vida y medir 115 metros de altura. Eso es al menos lo que se ha catalogado en el Parque Nacional Redwood, al norte de San Francisco (California), en un ejemplar al que han puesto por nombre Hyperion.
Probablemente ahora sea un buen momento para recorrer este bosque. Quienes tengan la agenda libre podrán hacerlo mañana mismo porque se ha organizado una ruta guiada con un experto. El recorrido es circular, durará una hora y está calificado de baja dificultad porque no hay apenas desnivel ni se recorre un largo camino -dos kilómetros, 52 metros de desnivel-. Además existe una pasarela de madera de 200 metros adaptada a sillas de ruedas que permite adentrarse en el bosque y disfrutar de un hayedo joven en la zona perimetral.
Cercano
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Distancia 135 km. desde Bilbao y 197 km. desde Vitoria
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Información naturea@natureacantabria.com
En todo caso, estos meses de invierno son ideales para recorrer el lugar porque desciende el número de visitantes y el paseo se vuelve enormemente misterioso. Los más urbanitas pueden incluso llegar a sentir cierto miedo al caminar entre las secuoyas. Y es que este paraje se ha convertido en otro ejemplo de la masificación que viven todas aquellas zonas con un enorme atractivo para los turistas. El Ayuntamiento de Cabezón de la Sal ha anunciado de hecho que pretende limitar las visitas para evitar el deterioro de los árboles y de todo el paraje. Un sistema similar al que se emplea para acceder a San Juan de Gaztelugatxe, en el que hay que reservar la entrada para un día y una hora concretos.
De momento este requisito no se exige, pero las autoridades confían en tenerlo listo para el próximo verano, cuando unas 800 personas acuden a este enclave cada día. Todo ello para evitar daños: muchos troncos aparecen con heridas provocadas por la mano humana. Heridas, nunca mejor dicho, porque las cortezas se quedan con un tono rojizo después de que muchos turistas sin demasiado criterio arranquen parte de la piel de los árboles para llevársela como trofeo.
El Ayuntamiento, y los vecinos, han colocado carteles en los que advierten de la necesidad de dar un trato respetuoso a las secuoyas y a todo el espacio. Además, se ha contratado a unos 'patrulleros' para controlar el comportamiento de los visitantes. Ya de primeras se ha prohibido la típica foto de personas abrazando estos árboles por el desgaste que supone para las secuoyas.
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